Siempre es bueno reflexionar en verano. No es que el calor sofocante haga generar ideas, pero sí obliga a pensar en soluciones para evitarlo. Por ejemplo, es en verano cuando nos gusta pasear, aunque sea de forma virtual, entre los árboles del Retiro o los del Paseo del Prado, cuyas fuentes te ayudan a pensar en ese frescor que buscas. La realidad virtual se basa en eso, sumarse al trabajo de las neuronas para que tu vida, en general, se haga más agradable, aunque en la calle caigan chuzos de punta. Innovación, espacio y sentidos van unidos.
Por eso con frecuencia recuerdo y escribo sobre aquel anuncio de la ITT que ponía a personajes de genio intelectual probado en unos ambientes de relax completo, como playas paradisiacas y hoteles maravillosos. “Está trabajando”, decía el claim. Y me lo ha recordado, además del calor de estos días, las opiniones oídas sobre cómo hemos sufrido el encierro obligatorio, y después voluntario en muchos casos, por la pandemia. El septiembre próximo se cumplirán 18 meses transcurridos desde el inicio del estado de alarma decretado por el Gobierno, que supuso el cierre de empresas y el trabajo desde casa.
He ido recolectado opiniones a lo largo de este tiempo sobre cómo nos hemos acomodado a esta forma de trabajar y, aunque es verdad que depende del tipo de trabajo, es sorprendente la cantidad de opiniones positivas que hay al respecto. Por lo oído, muchos han trabajado más horas, consideran que han rendido más y también, y esto es lo que me ha interesado, han pensado en soluciones e ideas para sus empresas como antes no lo habían hecho.
Esta última parte lo asocian al esfuerzo por acomodar la casa para trabajar, a la satisfacción de haberlo conseguido y a la organización del espacio del domicilio para que cada miembro de la familia tuviera la posibilidad de estar lo mejor posible. Todo ello ha servido, entre otras cosas, para soportar las agotadoras sesiones de “encuentros” a través de la pantalla del ordenador.
Sobre la disposición de tener espacios donde se puedan desarrollar ideas libremente, espacios de innovación, hemos escrito mucho en los últimos 20 años. Muchas de las metodologías sobre la innovación en la empresa requieren de una reconfiguración arquitectónica y diseño de las oficinas y otros espacios laborales. Sobre sus resultados hay opiniones para todos los gustos. A veces, dicen muchos, eso no transforma la relación interna. Sin embargo, son también bastantes, pero no mayoría, los que opinan que esos díselos y formas no han logrado el objetivo.
Personalmente me gustan esos cambios y las experiencias que he vivido han sido positivas, pero también es verdad que no todo tiene que estar relacionado con el diseño. La tiranía de lo urgente ha sustituido, muchas veces, a la posibilidad de pensar en lo importante y por eso mucha gente se ha sentido más cercana al trabajo desde su casa que en su entorno laboral. La reflexión merece la pena y a todos los niveles.
Por lo pronto, este agosto me dedicaré a pasear por el espacio señalado por la Unesco como Patrimonio Universal con el que empezaba este blog. Este galardón nos abre el apetito de conocer más cosas de los entornos en los que vivimos y conocemos. Curiosamente, muchos de los que conozco, y no solo en España, están ligados a rupturas e innovaciones, como es este caso. Por eso creo que es importante, nuevamente, hablar de la relación concepto-espacio-pensamiento.