Esther Grau

El reciclaje químico: la solución para la circularidad del plástico

Por Esther Grau, responsable de Marketing para el Sector Automoción y Recubrimientos Industriales en Covestro

El plástico es imprescindible en nuestro día a día. Se trata de un material cuya relación resistencia y peso no tiene competidores. Además, su seguridad, versatilidad y facilidad de uso, lo hacen un producto clave para aplicaciones extremadamente diversas, desde packaging para alimentos, hasta piezas de vehículos o aislantes para viviendas.

Este gran aliado, no es ningún secreto, tiene un gran reto por delante: conseguir la plena circularidad. Una prioridad que plasman y se ha trasladado en las grandes políticas de organismos internacionales. Sin ir más lejos, la Unión Europea marca el 2025 para que los plásticos en circulación incorporen 10 millones de toneladas de plástico reciclado.

Para conseguirlo, las organizaciones han de jugar un papel protagonista que implica, indispensablemente, inversión. Un anuncio importante en este sentido es el que hizo Plastics Europe, que estimó en 7.200 millones de euros la inversión en reciclaje químico hasta 2030, que permitirá aumentar la producción de plásticos reciclados químicamente en 3,4 millones de toneladas para ese año.

Así, el reciclaje químico se consolida como una solución innovadora y crucial para seguir trabajando en la consecución de una economía más circular. Pero, ¿qué es exactamente el reciclaje químico? Este modelo de reutilización cuenta con diversas ventajas. Una de ellas es su capacidad de procesar materiales diversos, ya que puede reciclar plásticos mixtos y contaminados descomponiendo los polímeros en sus componentes químicos más básicos para conseguir un reciclado infinito sin perder la calidad ni degradar el producto. Gracias a sus capacidades, este reciclaje permite obtener desde monómeros hasta combustibles cera e hidrocarburos, productos químicos básicos como el benceno o el tolueno, plásticos vírgenes o materiales de construcción.

Y si bien tiene todavía un largo camino por delante, el reciclaje químico se consolida como una opción prometedora para abordar la gestión de residuos, uno de nuestros grandes retos como sociedad. Sin duda, se prevé que crezca significativamente en los próximos años, impulsado por regulaciones más estrictas, mayor conciencia ambiental y demanda de materiales reciclados. Todo ello se traduce, indudablemente, en un ciclo 100% circular que, además, reduce la dependencia de materias primas fósiles: al recuperar monómeros de desechos plásticos, disminuye la necesidad de utilizar estas materias para la producción de nuevos plásticos.

Eso sí, esta novedosa forma de reciclar implica también diversos desafíos para lograr una adopción a mayor escala. Los altos costes de inversión y operación en comparación con el reciclaje mecánico, la necesidad de desarrollar tecnologías más eficientes, la aceptación del mercado creando conciencia de los beneficios entre consumidores y las industrias, el desarrollo de tecnologías complementarias o la falta de regulaciones y políticas de apoyo en algunos países son solo algunos retos en el horizonte. A todo ello hay que sumar, también, el desarrollo y optimización de la cadena logística necesaria para poder recoger y separar los productos y las partes que lo conforman para disponer del material plástico susceptible de ser reciclado químicamente.

Estos retos, sin embargo, no nos desaniman a organizaciones como Covestro, que llevamos décadas investigando y desarrollando tecnologías de reciclaje químico. Desde la compañía apostamos firmemente por la compatibilidad de este reciclaje innovador con el mecánico, más tradicional y extendido. Los dos métodos pueden y deben coexistir y complementarse para crear un sistema de reciclaje más eficiente y efectivo.

De hecho, el mecánico sigue siendo la opción preferida cuando es factible, ya que tiene menos costes operativos y requiere menos energía. Allá donde no puede llegar este, el reciclaje químico cobra protagonismo para abordar los flujos de residuos que son difíciles de reciclar por sus aditivos, por estar mezclados o contaminados o por haber perdido sus propiedades. En definitiva, el químico debe verse como un complemento valioso al reciclaje mecánico, permitiendo reciclar materiales que no son aptos para el segundo o que han sido reciclados mecánicamente varias veces. También porque puede integrarse con el mecánico al procesar los residuos de este último que de otro modo se desecharían.

Conseguir optimizar el reciclaje químico para mejorar su alianza con el mecánico solo será posible con un mayor desarrollo e implementación de nuevas tecnologías, como la gasificación, la pirólisis y la despolimerización química, para hacer frente a los diferentes tipos de residuos. Pero, además de las innovaciones más técnicas, resulta imprescindible también la colaboración con la cadena de valor y creación de regulaciones y políticas desde las altas esferas que den apoyo y que promuevan el reciclaje químico como parte de las estrategias de economía circular y gestión de residuos.

A medio plazo, el reciclaje químico desempeñará un papel crucial en la gestión de residuos, complementando el reciclaje mecánico y otras estrategias de gestión de residuos. Este permitirá aprovechar al máximo los recursos y reducir la cantidad de desechos que terminan en vertederos o incinerados, contribuyendo así a un futuro más sostenible y circular para todos.

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