España es el país europeo de mayor riqueza biológica y uno de los 25 ‘puntos calientes’ en biodiversidad de todo el planeta. Alberga además un 51 % de los hábitats naturales y un 30 % de las especies recocidas como de interés comunitario. “Es importante que seamos conscientes de esta riqueza y de la necesidad de modificar nuestra interacción con la naturaleza”, explica Elena Pita, directora de la Fundación Biodiversidad desde el pasado mes de julio. Puesta en marcha hace más de dos décadas, la entidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico vive un punto de inflexión en el que su tarea es más necesaria que nunca.
Trayectoria y filosofía
Al frente estará la ingeniera agrónoma Elena Pita, cuyo trabajo en más de 30 países con distintas responsabilidades en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la Oficina Española de Cambio Climático, la Comisión Europea o Naciones Unidas la sitúan como una figura curtida en materia medioambiental, desarrollo sostenible y cambio climático.
“Me gusta el campo, lo rural, y la relación cercana entre los seres humanos y la naturaleza”. A estas inquietudes, una curiosidad innata la ha llevado a vivir en Gabón, Mauritania o Panamá. “He podido ver y comparar distintas soluciones a problemas ambientales parecidos. Al revés, he asistido a soluciones similares aplicadas en contextos ambientales o sociales diferentes”. Así, su aprendizaje no solo se ha nutrido de aspectos técnicos, sino que ha entendido la importancia de elementos culturales o sociales. “A fin de cuentas, son los que determinan cómo nos vemos y dónde nos situamos respecto al mundo que nos rodea”.
Elena Pita insiste en este punto. Y es que, no es lo mismo que la supervivencia diaria dependa directamente de los recursos naturales que ir al supermercado. “Del igual forma, tampoco son iguales una mentalidad capitalista que busca maximizar el beneficio y la de un cazador-recolector, centrado en el aquí y ahora”. “Es importante entender esto”, añade. “Estamos en un momento en el que el cambio de modelo es urgente y necesario”. Elena Pita va más allá de un giro estructural (energías renovables, modelos de producción sostenibles) y llama a un cambio cultural que integre el consumo sostenible o la reducción de la generación de residuos.
Abordar el problema
Paulatinamente, y a un ritmo inaceptable, perdemos los servicios que nos proporcionan los ecosistemas. Se ve mermada la provisión de agua, alimentos y materias primas... Decae la protección costera, la regulación del clima o la polinización. Entre 1997 y 2011 el mundo perdió entre 3,5 y 18,5 billones de euros al año en servicios ecosistémicos.
En la Fundación Biodiversidad opinan que mitigar la gravedad de la degradación ambiental precisa de acciones contundentes. También de una estrategia a la altura del problema. De su experiencia en la primera línea, Elena Pita alaba las bondades del multilateralismo. “Tenemos que comprender que problemas globales requieren soluciones globales”. En paralelo, cree que es fundamental establecer alianzas y potenciar la colaboración. “Los enfoques deben ser integrales y contar con distintas ópticas. Nos proponemos abordar los problemas ambientales en toda su complejidad”.
De este modo, Elena Pita defiende incorporar la perspectiva ambiental en todos los segmentos. Esta visión incluye aquellas áreas con las que las interacciones han sido menores hasta la fecha. La experta habla con naturalidad de explorar la biodiversidad en las ciudades o en las finanzas, y aboga por definir el papel del arte y las industrias culturales como motores de un cambio de mentalidad.
En la propia Fundación, la protección y recuperación de la naturaleza incorpora aspectos de género o las modificaciones en el estilo de vida. “Buscamos integrar el enfoque de soluciones basadas en la naturaleza para abordar los retos derivados de la reconstrucción verde”. Pita añade que la innovación, “tanto tecnológica como en los modelos de gestión eficiente de los recursos”, va a ser clave en este proceso de recuperación.
Pandemia y biodiversidad
Elena Pita recuerda que, en los ecosistemas bien conservados, los virus se distribuyen entre las especies y rara vez afectan al ser humano. La degradación de la biodiversidad nos pone en contacto con especies salvajes y crece el riesgo de propagación de las enfermedades que pueden transmitir. “La pandemia nos ha hecho ver de forma dramática y directa el estrecho vínculo entre la destrucción de ecosistemas y la pérdida de los servicios que nos prestan, como por ejemplo servir de barrera y protección ante las zoonosis”.
La alternativa pasa a su juicio por acabar con la presión a la que el ser humano somete a la naturaleza, incapaz de regenerarse para satisfacer la desorbitada demanda actual. “Tenemos que ayudar a construir un nuevo modelo de prosperidad respetuoso con la naturaleza, descarbonizado, adaptado al cambio climático, inclusivo, y que tenga en cuenta a las generaciones futuras”.
España y el impulso público-privado
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia presentado por el Gobierno de España hace pocas semanas (en este momento en fase de validación en Bruselas), prevé que la inversión vinculada a la transición ecológica represente más de un 37 % del total. Se alinea con otras iniciativas de la actual administración, como declarar, a principios de año, la Emergencia Climática. A la cabeza de estas medidas está la Ley de Cambio Climático y Transición Energética que la ministra y vicepresidenta Teresa Ribera espera que sea aprobada en el Congreso antes de que acabe 2020. Elena Pita celebra que, además, hayan sido elaboradas Estrategias Nacionales vinculadas a la Economía Circular o la Infraestructura Verde. Todos estos planes siguen la hoja de ruta trazada por el Pacto Verde Europeo de la UE.
Pita añade que en la Fundación Biodiversidad apuestan por la generación de empleo verde y por fomentar la cooperación con el sector privado a través de Empleaverde o de la Iniciativa Española Empresa y Biodiversidad. “Reconociendo ser parte del problema, (las empresas) necesariamente tienen que ser parte de la solución”. La directora de la Fundación Biodiversidad percibe que la empresa tiene potencial para impulsar la transición con soluciones innovadoras, promoviendo cambios de comportamiento y modificando su cadena de valor. “Necesitamos de las compañías un compromiso con visión de futuro que estimule acciones concretas y positivas para la naturaleza”.
Agenda 2030
El Plan de Acción para la Implementación de la Agenda 2030 recoge nueve políticas prioritarias para avanzar hacia su consecución. Dos de estas políticas, las relativas a economía circular y a la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, están directamente relacionadas con el trabajo de la Fundación Biodiversidad.
Elena Pita considera que la pandemia y la crisis asociada a la misma –“cuyo verdadero alcance desconocemos todavía”- hacen que el cumplimiento de los ODS cobre una relevancia especial. “La Agenda 2030 representa el compromiso internacional de hacer frente a los problemas poniendo en el centro a las personas, el planeta, la prosperidad y la paz sin dejar a nadie atrás”.
ODS: acciones concretas de la Fundación Biodiversidad
En el marco del ODS 13, proyectos como LIFE SHARA están orientados al fortalecimiento de la gobernanza en la adaptación al cambio climático en España y Portugal. “Esto nos permite contribuir al desarrollo del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030”, apunta Elena Pita.
Con la ayuda de la Fundación, en especial a lo largo de la última década, España es uno de los pocos países que ha superado (con un 12 %) el objetivo de proteger el 10 % de las regiones marinas en 2020. Esta preservación es parte de los compromisos adquiridos en el Convenio de Biodiversidad Biológica.
Sin abandonar el ODS 14, Pita repasa la colaboración que mantienen con el tejido asociativo a través de la convocatoria de ayudas. La relación es estrecha con los distintos sectores implicados en el impulso de la economía azul y la pesca y la acuicultura sostenibles. Al citado Empleaverde, hay que añadir el Programa Pleamar, cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP).
Especies mejor protegidas
Desde su puesta en marcha, la Fundación ha trabajado en la mejora del estado de conservación de cerca de 200 especies. El lince ibérico, el oso pardo o el águila imperial están entre los ‘beneficiarios’ de estos esfuerzos vinculados al ODS 15. Junto a la gestión de 11 proyectos europeos (que han canalizado 77 millones de euros), en este punto Pita señala que buscan promover la participación ciudadana. Lo hacen con proyectos como la Plataforma de Custodia del Territorio o el Programa de Voluntariado Ambiental. “También aquí contamos con las empresas mediante la mencionada Iniciativa Española Empresa y Biodiversidad o los Premios Nacionales de Medioambiente a la Empresa”.
En los últimos años, la Fundación Biodiversidad ha colaborado con más de 1.000 entidades (un 70 % son ONG’s, asociaciones y fundaciones). “Nos sentimos muy identificados con el ODS 17”, destaca Pita, quien menciona otro ejemplo de colaboración: el Proyecto LIFE Intermares. Tras 4 años de andadura, ha implicado a más de 4.500 participantes y 750 organizaciones. Esta iniciativa fue reconocida el pasado mes de febrero por la Red Española del Pacto Mundial en el marco de sus premios Go! ODS.