The Good Food Institute Europe presentó hace unos días un informe llamado ‘Excedente de tierras para un nuevo paradigma agroalimentario y medioambiental’. En él hablaban sobre cómo la inversión en proteínas alternativas podría impulsar la agricultura ecológica en España, reduciendo la importación de alimentos.
Elena Walden, Senior Policy Manager de The Good Food Institute en Europa, explica en qué consiste este estudio, el papel de estas proteínas, el escenario en el que se encuentra nuestro país o el papel de nuestros agricultores.
Pero, en primer lugar, ¿qué son las proteínas alternativas? Según la experta, las proteínas alternativas incluyen carne de origen vegetal, carne fermentada, así como carne, mariscos, huevos y lácteos cultivados.
La carne de origen vegetal se asemeja en apariencia, sabor y textura a la carne, pero está elaborada exclusivamente a partir de plantas. “Por otro lado -cuenta Walden-, la carne cultivada es idéntica a la carne que consumimos habitualmente, pero se produce en cultivos, similares a los fermentadores utilizados en la producción de cerveza, en vez de ser obtenida a través de la cría de animales. La fermentación puede emplearse para crear microproteínas y otros ingredientes que ofrecen el sabor, la textura y la funcionalidad de los productos animales”.
Por qué estas proteínas son una solución
Recientemente, el Consejo Científico Asesor Europeo sobre Cambio Climático ha subrayado la importancia de transformar la producción y el consumo de carne y lácteos para poder cumplir con nuestros compromisos climáticos. También la Agencia Europea de Medio Ambiente ha alertado de que el cambio climático es una amenaza especialmente para los agricultores de países como España y para sus prácticas actuales.
Así que, en un mundo cada vez más incierto, y con una demanda de carne que se duplicará de aquí a 2050, “necesitamos un sistema más sostenible y que ofrezca mejores perspectivas de futuro”, afirma Walden.
“Del mismo modo -continúa-, las recientes crisis mundiales han mostrado la necesidad de fortalecer la resistencia de las cadenas de suministro agroalimentario y aumentar la soberanía alimentaria de Europa. Aunque la mayoría de las tierras agrícolas se destinan a la producción de carne y lácteos y Europa alimenta a los animales con el 45% de todos los cultivos que producimos, el bloque aún depende de tierras agrícolas fuera de Europa (principalmente para importaciones de piensos) para sostener el nivel actual de producción de carne y lácteos. Asimismo, España actualmente utiliza 4 millones de hectáreas de tierras agrícolas en otros países”.
Y, por ello, las proteínas alternativas pueden ser una solución. Al fin y al cabo, Walden asegura que la carne de origen vegetal y la cultivada podrían ofrecer el sabor y la textura de la carne que las personas desean, pero utilizando mucha menos tierra.
Incluso que un cambio ligero hacia las proteínas alternativas podría liberar el 22% de las tierras agrícolas españolas (5.2 millones de hectáreas, una superficie mayor que la Aragón y Asturias juntas).
El papel de los agricultores
Aunque el informe no analiza de manera directa los obstáculos para la producción ecológica, sí muestra cómo las proteínas alternativas pueden proporcionar a los agricultores españoles más espacio para cultivar de manera sostenible y producir más alimentos en España en lugar de importarlos desde el extranjero.
“Muchos agricultores españoles ya están cambiando su forma de trabajar para ayudar a hacer frente a la crisis climática y restaurar la naturaleza, y las proteínas alternativas pueden facilitar esta transición dando a los agricultores el espacio necesario para utilizar la tierra de manera diferente, sin reducir la producción total de alimentos y asegurando la continuidad de la actividad agrícola”, recuerda Walden.
De este modo, los agricultores desempeñarán un papel fundamental en la cadena de suministro de proteínas alternativas al proporcionar una amplia variedad de cultivos de alta calidad para opciones basadas en plantas, así como otros insumos para las materias primas necesarias para producir carne cultivada y alimentos fermentados.
“Sin embargo, los responsables políticos deben estar a la altura y generar un marco normativo que ofrezca certidumbre a los agricultores”, apunta la experta de The Good Food Institute Europe.
¿En qué punto se encuentra España?
Según el informe, el sector de las proteínas alternativas ha recibido cierto apoyo público en España, incluida la reciente financiación del primer Centro de Innovación en Proteínas Alternativas (CiPA) de Cataluña. Con planes aún más ambiciosos para apoyar el sector nacional de proteínas alternativas, España no solo podría cuadruplicar la superficie destinada a agricultura orgánica, sino también eliminar su dependencia de la superficie agrícola de otros países, que actualmente equivale a una superficie más grande que Cataluña, y garantizar la autosuficiencia.
“Y los consumidores españoles tienen un gran interés en las proteínas alternativas. El país se sitúa como el cuarto mercado minorista de alimentos vegetales más grande de Europa (después de Alemania, el Reino Unido e Italia), y las ventas han seguido creciendo, aumentando un 9% entre 2020 y 2022, hasta alcanzar los 447,4 millones de euros anuales”, apunta Walden.
El mercado de alimentos ecológicos en España creció un 6% en 2023 y España ya es el cuarto mercado más grande de carne de origen vegetal en la UE. Dado que las proteínas alternativas pueden proporcionar la misma experiencia cárnica y láctea pero utilizando mucha menos tierra, pueden proporcionar a los agricultores españoles más espacio para realizar prácticas agrícolas más extensivas, como la agricultura ecológica.
En definitiva, “España tiene una oportunidad de oro para liderar un sistema alimentario más sostenible y eficiente mediante el apoyo a las proteínas alternativas. Esto requiere un esfuerzo conjunto de la agricultura, la investigación, la regulación y la industria, así como exige un planteamiento estratégico a nivel nacional”, destaca la experta.
Una parte clave de una estrategia pública “coherente” sería invertir considerablemente en investigación y desarrollo, tal y como se ha podido ver con las energías renovables.
“Pero no se trata sólo de tecnología. También debemos enfocarnos en conseguir que las proteínas alternativas tengan un sabor delicioso. Esto significa ir más allá de satisfacer las expectativas de los consumidores, significa superarlas”.
“Y, como sugiere el informe, debemos apoyar a los agricultores en esta transición proporcionándoles el conocimiento y las herramientas necesarias para triunfar en los nuevos mercados -recuerda Walden-. España puede convertirse en un líder mundial en la producción de proteínas alternativas al fomentar un ecosistema vibrante de investigación, innovación y emprendimiento agrícola”.