Desde youtubers que explican las leyes de la genética en tres minutos, hasta concursos de monólogos científicos que mezclan ciencia y humor... Las distintas formas de comunicar la ciencia en los últimos años han mostrado que esta puede ser divertida y comprensible no solo para un público especializado. Esa es al menos la apuesta de Emma O’Brien, cocreadora, junto con Cecilia Di Prinzio, del portal de divulgación científica iberoamericana y de educación AcercaCiencia.
Tanto en Argentina como en España, “los formatos para divulgar la ciencia han brotado como hongos luego de la lluvia”, asegura O’Brien. Para la doctora en Biología por la Universidad Nacional de Rosario (UNR), miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC), todo lo que sea hablar de ciencia está bien “sí y solo sí” cuenta con rigor científico.
“Nos parece fundamental comunicar la ciencia”, afirma sobre este proyecto, que cuenta con más de 20 colaboradores de distintas áreas y países. AcercaCiencia busca “generar una comunidad del conocimiento interesada en las ciencias naturales” y pone a disposición material libre para docentes y estudiantes.
“Cucarachas imitadoras” o “La planta que mató a Sócrates”: la plataforma que las amigas y colegas crearon hace siete años aborda múltiples temáticas repartidas en secciones como curiosidades biológicas, medioambiente, o entrevistas sobre qué hacen los científicos, entre otras.
Pese a estar a 10.000 kilómetros de distancia –O’Brien en España y Di Prinzio en Argentina–, en 2012 se dieron cuenta de que era difícil hablar fuera de su entorno científico sobre lo que hacían en su día a día. Además, veían una falta de motivación por parte de sus alumnos hacia la ciencia. Fue entonces que decidieron abrir este portal iberoamericano dirigido a hispanohablantes, que no tiene un fin lucrativo y cuyo mayor número de visitas proviene de México.
O’Brien es hija de argentinos, nacida en 1977 en la ciudad de Puebla (México). A los seis años ella y su familia regresaron a Buenos Aires y desde hace siete años vive en Madrid. Cuando en 2002 terminó la carrera de Ciencias Biológicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), decidió probar suerte en otro país.
“El contexto de Argentina era muy malo para los recién graduados en ciencias”, comenta sobre la primera vez emigró a España. Más tarde volvió a la tierra de sus padres donde consiguió una beca de CONICET para estudiar el doctorado en biología. Después, en España estuvo contratada por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), donde trabajó con técnicas biotecnológicas para mejorar los protocolos de criopreservación –proceso en el cual las células o tejidos son congelados– de espermatozoides de especies, en el último tiempo, en peligro de extinción.
Di Prinzio también fue becada por esta institución. Ella estudió antes Biotecnología en la UNR y un diploma en “Comunicación Científica, Médica y Ambiental”, por IDEC-Pompeu Fabra. Es profesora de diferentes niveles educativos y coordina actividades de laboratorio.
Este proyecto responde también al deseo de devolverle a la sociedad lo obtenido cuando fueron becadas por el CONICET con dinero público. “Ese dinero era parte de los impuestos de los ciudadanos”, subraya O’Brien.