MÁLAGA. Gestionar las emociones de los empleados es uno de los desafíos más grandes de las organizaciones, sea cual sea su tamaño. De ello ha hablado, durante el Foro Transfiere, Guglielmo Fiorillo, experto en gestión de Recursos Humanos y director de la consultora Kairos. "Los perfiles directivos tienen también una gran presión por los resultados, además de la responsabilidad de que todo salga bien en sus compañías. Son los primeros a los que hay que ayudar a gestionar emociones", explica.
Fiorillo, que se define a sí mismo como "autodidacta", es un firme defensor de que anticiparse a los cambios en las empresas es fundamental a la hora de gestionar bien las emociones de quienes trabajan. Su consultora plantea la gestión de recursos humanos con herramientas de futuro. Esto consiste en crear soluciones adaptadas a las necesidades en el área de Recursos Humanos, sin importar el tamaño de la empresa ni el número de empleados en la plantilla.
Fiorillo desglosa los perfiles de los trabajadores en momentos complicados en cuatro. "Está el empleado opositor, impulsor, espectador y el sicofante", este último hace referencia al perfil más tóxico, ya que calumnia o delata al resto. "Conocer los perfiles de empleado permite anticiparnos a posibles disfuncionalidades que pueden llevar incluso a crisis en las empresas".
Aunque Fiorillo no es muy amigo de esta palabra (crisis), ni siquiera en contextos como el actual con una pandemia aún por superar y la Guerra de Ucrania abierta. "Hablar siempre de crisis cuando hay un problema distorsiona el enfoque. Vivimos en un mundo de cambios permanentes y las empresas deben estar preparadas para afrontar cualquier situación", zanja el experto.