El pasado 24 de febrero se inauguró el primer autocine de Madrid, con gran despliegue de los medios de comunicación. Detrás de la idea dos emprendedoras, Tamara Istambul y Cristina Porta, que unos meses antes, en diciembre, ganaron el premio Emprendedoras 2016. Autocine Madrid es un espacio en la zona de Chamartín, con capacidad para 350 vehículos, pantalla gigante de 250 metros, zona gastronómica con food trucks, y otros muchos detalles.
El nuevo negocio es un éxito, explican Tamara y Cristina un jueves por la tarde, en el Matadero de Madrid, en el Foro de Expertos organizado por Factoría Cultural, ante un puñado de emprendedores ávidos de consejos. El camino no ha sido fácil, pero el resultado ha merecido la pena.
Ambas se conocen desde la guardería y después de unos años de trayectoria profesional por separado, volvieron a coincidir en una circunstancia vital parecida. Ambas estudiaron Económicas, y las dos fueron dando tumbos de un lugar a otro, sin encontrar un trabajo que realmente le gustara. Acabaron en la banca, lo clásico. Tamara estuvo también en una empresa de construcción y Cristina probó en los sectores textil e informático. Pero no era lo que querían hacer en la vida.
Es cuando las vidas de Tamara y Cristina vuelven a cruzarse. Ambas estaban en el mismo punto: qué hacer, en qué trabajar. Y deciden emprender algo juntas, en Madrid. ¿Pero qué? Todo está tan trillado... ¿Qué no hay en Madrid? Se preguntaron durante tres semanas. Finalmente, una amiga mexicana les da la solución: “Un autocine, pongan un autocine”. La idea cuaja, deciden hacerle caso y rescatar una idea antigua para modernizarla y adaptarla a Madrid.
Lo mas difícil
Se pusieron manos a la obra. “El proyecto, aunque suene a tópico, se inició en una servilleta que aún guardamos”, explican. Pero trasladar un proyecto del papel al terreno cuesta… Muchos trámites: buscar terreno, financiación, miles de papeleos que a veces se antojan absurdos… Muchos noes, pero Tamara explica que no los aceptaron. “Para emprender lo fundamental es la perseverancia”, coinciden ambas. “Las primeras tomas de contacto son nefastas, pero todo es perseverar”, añade Cristina.
Tamara recuerda especialmente la etapa de obtener las licencias oportunas. “Se podría escribir un libro sobre ello, cómo conseguirlo y no morir en el intento. A veces salía llorando de la Administración, porque me decían que no se podía abrir un autocine en Madrid, porque no lo permitía la normativa urbanística. Menos mal que nunca hago caso a nadie”.
Y continúa: “Todo es complicado. Pagar la tasa del vado, es física cuántica. Se quitan las ganas de montar nada. Me gustaría que esto cambiara. Tiene que haber normas, pero han que facilitar las cosas. Todo han sido dificultades, menos mal que somos casi de hierro.”
Cristina recuerda, mostrando una foto, cómo un terreno lleno de escombros en la zona de Chamartín, con las cuatro torres al fondo, les parecía fantástico. Lo aportó Adif, cuando casi ya habían perdido la esperanza de encontrarlo. “No teníamos ningún contacto. Perseverancia y constancia. Luego apareció RACE, que lo patrocina. Ha sido un impulso muy grande para nosotras”.
Seguimos innovando
Cristina explica con cara de felicidad cómo se vuelcan con el negocio: “Un día aparco coches, otro estoy en la barra, porque queremos saber en qué consiste cada puesto de trabajo y qué quiere el cliente. Al acabar la sesión, me pongo en la puerta para ver la cara de la gente, que parece muy satisfecha. Hemos mimado cada detalle y seguimos innovando para que nadie se aburra. Es un modelo de negocio que no existía antes de la inauguración y ahora tenemos un gran futuro por delante”.
Su objetivo: “Hacer del autocine de Madrid un lugar de referencia de ocio, cultura, música, gastronomía… Tenemos el único diner de toda España”. Detalles para que todo salga bien no les faltan. Algo que se ve en taquilla, con lleno los tres meses que llevan funcionando.
¿Cuánto tiempo pasó desde el proyecto de la servilleta a la inauguración?, quiere saber uno de los asistentes. "Han pasado tres años, desde que plasmamos la idea en la servilleta. Pero ahora es una realidad". De nuevo recomiendan la receta que han aplicado. No rendirse y perseverar.