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El emprendimiento científico en España: un desafío que merece la pena

Por Carlos Cosculluela, director de Fundación DRO

En los últimos años, España ha experimentado un incremento en el número de empresas de base científico-tecnológica, reflejo del talento y la capacidad innovadora de nuestros investigadores y emprendedores, que encuentran en la ciencia un motor esencial para el desarrollo económico y social del país.

A pesar de este avance, aún estamos lejos de alcanzar los niveles deseados, especialmente si consideramos la calidad científica que nuestros profesionales poseen y el potencial que ello representa.

Para llegar a conseguir la consolidación de un ecosistema sólido y competitivo en el ámbito de la innovación científica se presentan retos considerables que deben ser abordados con urgencia.

Uno de los desafíos más acuciantes es la brecha existente entre la investigación académica y el mercado. Los científicos españoles son reconocidos a nivel mundial por la calidad de sus investigaciones, sin embargo, a menudo se encuentran con barreras cuando intentan trasladar sus descubrimientos al ámbito empresarial. La falta de formación en gestión empresarial, la escasez de recursos financieros y la complejidad administrativa son algunos de los obstáculos que frenan la capacidad y las ganas de nuestros investigadores para convertir sus ideas en productos y servicios que generen valor.

Encuentros como el Congreso Nacional de Científicos Emprendedores, cuya octava edición celebraremos en noviembre en Fundación Botín (Madrid), son ideales para crear sinergias entre el mundo académico y el empresarial y fomentar la transferencia de conocimiento desde las universidades hacia el sector privado, un proceso esencial para el desarrollo de un tejido industrial basado en la innovación. No obstante, esta transferencia no es automática ni sencilla, y requiere de un esfuerzo coordinado entre todos los agentes involucrados: universidades, centros de investigación, empresas, inversores y administraciones públicas.

A ello se une el acceso a financiación, el otro de los grandes obstáculos para impulsar el emprendimiento científico. En España, el acceso a capital para startups científicas sigue siendo limitado e insuficiente, a pesar de los grandes avances que se han ido logrando en los últimos años. Los fondos de capital riesgo, esenciales para el crecimiento y consolidación de empresas emergentes, todavía muestran cierta reticencia a invertir en sectores de alto riesgo como el científico, lo que limita el crecimiento y la expansión de estas startups. Este problema es especialmente grave si consideramos que en otros países europeos, como Alemania o el Reino Unido, el ecosistema de financiación para la ciencia es mucho más dinámico y accesible.

Es crucial que se sigan promoviendo iniciativas que faciliten el acceso a la financiación para proyectos científicos innovadores en sus etapas tempranas. Los programas de ayudas públicas, las iniciativas de crowdfunding y la creación de fondos específicos para ciencia e innovación pueden ser algunas de las herramientas para paliar esta carencia. Además, es imperativo que desde las instituciones públicas se fomente una cultura de emprendimiento científico desde las etapas formativas, integrando en los planes de estudio competencias que permitan a los investigadores comprender mejor el entorno empresarial y las oportunidades que este ofrece.

En este sentido, creemos que es importante abrir todas las oportunidades posibles para que los agentes implicados en estos procesos -empresarios, científicos, inversores, representantes del entorno universitario y de las administraciones públicas, etc.- se reúnan para poner sobre la mesa de debate objetivos comunes.

Pero también para ampliar sus conocimientos en aspectos útiles e innovadores, como el uso de la inteligencia artificial para impulsar el emprendimiento científico, la transferencia de conocimiento a nivel europeo y la importancia de las colaboraciones internacionales para el éxito de los proyectos. Todo ello, sumado al talento y la creatividad de nuestros científicos, quiere servir para transformar la ciencia en un importante motor económico con valor añadido para nuestro país, que ayudará a construir un futuro más próspero y sostenible.

No podemos olvidar que la ciencia y la innovación son dos caras de la misma moneda. Si España aspira a ser un país competitivo a nivel global, es imprescindible que apostemos por un modelo económico que dé prioridad a la investigación y al desarrollo tecnológico. Esto no solo fortalecerá nuestro tejido empresarial, sino que también contribuirá a la creación de empleo de calidad y al bienestar social en general.

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