En julio cerró la central térmica de La Robla. Pero su energía no ha desaparecido ya que, en su apuesta de alcanzar un mix energético más sostenible, ahora será renovable. Detrás de este proyecto de conversión hacia el hidrógeno verde están Enagás y Naturgy, que se han unido para impulsar en León la que será la mayor planta de este tipo en España.
Presentado en el marco de la candidatura de proyectos de interés común europeo (IPCEI), la iniciativa producirá “hasta aproximadamente 9.000 toneladas al año de hidrógeno renovable, a partir de una planta fotovoltaica de 400 megavatios (MW) y un electrolizador de hasta 60 MW, para cubrir consumo local, inyección a red gasista y posibilitar una futura exportación hacia el noroeste de Europa”.
Pero, ¿qué es exactamente el hidrógeno verde? Según Enagás, el hidrógeno es “el elemento más abundante del universo. Pero resulta complicado encontrarlo en estado libre. Hay que extraerlo de otras fuentes como el agua, el carbón, la biomasa o el gas natural. La variedad de opciones para su producción y obtención, junto con su alta eficiencia en pilas de combustible y su capacidad de almacenamiento por largos periodos, hacen de él un recurso altamente apreciado en todos los sectores de la sociedad”.
El hidrógeno verde
Así, el hidrógeno verde se produce por electrólisis del agua a partir de electricidad proveniente de fuentes renovables. Su principal ventaja es que no emite CO2. “Permite reducir las emisiones de CO2 y, por tanto, favorecer una mayor penetración de energías renovables en sectores de difícil electrificación”.
Entre sus ventajas: que se obtiene a través de elementos tan abundantes como el agua y las energías renovables eléctricas; que es una energía 100 % limpia; que en todo su proceso de producción las emisiones de CO2 son cero; que ofrece estabilidad energética, ya que permite el almacenamiento de energía, compensando la generación intermitente de las energías renovables eléctricas y reduciendo los vertidos de energía o que puede ser transportado por la infraestructura gasista existente mezclado hasta cierta proporción con gas natural.
Del mismo modo, “puede utilizarse para la generación de gas sintético, que, a todos los efectos, se equipara con el gas natural; y que cuenta con múltiples aplicaciones ya que, además de poder utilizarse para el consumo doméstico/ comercial y en movilidad, se utiliza como materia prima para la descarbonización de sectores industriales y químicos, especialmente en aquellos en los que la electrificación a día de hoy no es factible, o que ya lo consumen en forma de hidrógeno gris».
“El hidrógeno verde, que se obtiene de los excedentes de energía eléctrica renovable, es un vector energético de futuro y una solución clave para el almacenamiento energético de origen renovable. Además, cuenta con múltiples aplicaciones al poder usarse en todos los sectores energéticos (industria, movilidad, doméstico-comercial y generación eléctrica)”, explican.
El papel de cada compañía
Por una parte, Enagás, que es el principal transportista y operador gasista de España, tiene como estrategia “desarrollar y facilitar rutas exportadoras y proyectos clave en este contexto que permitan posicionar a nuestro país como referente en este sector”. “Estas nuevas soluciones energéticas que desempeñarán un papel fundamental en el proceso de transición energética marcado por la Unión Europea”.
Por otra, Naturgy lleva años investigando en el desarrollo del hidrógeno. Explican que “el recurso renovable, la infraestructura existente y nuestra posición geoestratégica, hacen que España tenga todo el potencial para convertirse en exportador de hidrógeno en el futuro. Y es que la exportación de esta nueva energía puede llevarse a cabo a través de la infraestructura gasista actual, lo que permitiría la integración entre la red eléctrica y la de gas, obteniendo un sistema energético más eficiente y resiliente”.