Iberdrola ha comenzado la construcción del complejo eólico Cavar, en Navarra –concretamente, entre los municipios de Cadreita y Valtierra–. En principio, nada fuera común, sino fuera porque se trata de “uno de los mayores parques eólicos de la energética desarrollados en España en los últimos años”, como aseguran. Además, se convertirá en el primer proyecto eólico español de Iberdrola cuya generación de energía será vendida a empresas a través de contratos bilaterales a largo plazo.
Este proyecto supone para la compañía “una muestra del refuerzo en la estrategia de inversión en eólica en España para el año 2019”. Integrado por cuatro parques renovables, tendrá una capacidad de potencia instalada de unos 111 megavatios, convirtiéndose así en uno de los grandes complejos españoles. Desarrollado en conjunto con la Caja Rural de Navarra, Cavar generará, además, energía suficiente para abastecer al año a alrededor de 47.000 hogares, haciendo también que se evite la emisión de unas 8.000 toneladas de CO2 al año a nuestro planeta.
Según informa la compañía energética, ya firmó en el último año acuerdos de compraventa de energía a largo plazo en España con Kutxabank, Euskaltel y Uvesco, asociados al proyecto fotovoltaico Nuñez de Balboa, que se construye en Extremadura. Asimismo, desarrolla esta fórmula desde hace años en Estados Unidos y México.
Por otro lado, tanto Iberdrola como la Caja Rural de Navarra también acaban de adjudicar a Siemens Gamesa, 32 aerogeneradores 3,4 megavatios de potencia unitaria, “los mayores utilizados hasta ahora en un parque eólico terrestre en España”. Con una longitud de pala de 64,5 metros y un diámetro de rotor de 132 metros, el modelo es “óptimo” para emplazamientos de vientos medios y altos.
Pero, ¿qué pretenden más allá del afán comercial propio de una empresa? Según Iberdrola, con esta apuesta, quieren “contribuir al desarrollo de las zonas rurales, fomentando la contratación de empleados locales e impulsando la activación económica de las comunidades donde opera, así como a la transición energética hacia una economía descarbonizada, como estrategia contra el cambio climático”.