Ubicado en el centro de dos grandes transiciones, la verde y la energética, el sector químico español ha conseguido esquivar en parte el impacto de la terrible crisis que azota al europeo, principalmente a las grandes corporaciones alemanas. El director general de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique), Juan Antonio Labat, reconoce que hay que buscar recursos aumentando la competitividad para construir la industria del futuro, y eso, en un mundo en el que China arrasa en el segmento de las commodities, pasa por la especialización.
Pregunta: ¿Qué está pasando en el sector químico europeo? Con motivo de la World Petrochemical Conference, S&P ha presentado un informe semestral demoledor, habla de, probablemente, la mayor crisis de su historia.
Respuesta: Desde 2015, el único país que ha crecido ha sido España. En Alemania, la caída es muy potente, de 20 puntos nada menos, brutal. La media europea se ha quedado en un -10% y nosotros somos los únicos que hemos crecido en torno al 5%. Probablemente porque tenemos menos estructura de química básica, que ha sido la más afectada por la escasez de materias primas y por los precios, respecto a la química de consumo.
En 2021 y 2022, los crecimientos fueron espectaculares en cifras de negocio, la demanda era brutal, daba igual si eras más o menos competitivo, lo vendías todo. Teníamos compra embolsada del COVID y con la guerra de Rusia con Ucrania notamos un crecimiento del aprovisionamiento expectativo de muchas empresas. En 2023, llegó el ajuste, los precios químicos cayeron un 6,6% y, de facturar casi 90.000 millones de euros, en España pasamos a 82.500.
Eso sí, veníamos de 60.000. Nos falta todavía recuperar parte de la demanda, pero el crecimiento está siendo bastante potente a principios de año. Esperemos que el 30 de junio el Banco Central Europeo rebaje los tipos de interés: vendemos mucho a construcción y automóvil, productos de larga duración que se adquieren normalmente con endeudamiento. España en ese capítulo está compitiendo bien, lo de Alemania es trágico.
Pregunta: Muchas empresas españolas venden compuestos a las grandes corporaciones alemanas.
Respuesta: El problema de Alemania con el precio del gas y su dependencia energética de Rusia ha sido terrible. Y el cierre nuclear ha venido en el peor momento histórico posible. Pero, al final, tienen las sedes de las grandes multinacionales de la química. En España, BASF ha creado el hub de digitalización y el centro de ingeniería mundiales. Ahora mismo nuestra prioridad es ver cómo completamos la hoja de ruta de nuestro Green Deal y también de la economía circular. Tenemos que invertir anualmente, para alcanzar estos objetivos, entre 3.000 y 4.000 millones de euros para completar toda la expansión y atender la nueva demanda, de modo que no se lo lleve todo China, Estados Unidos o el Sudeste Asiático. Tenemos que conseguir más dinero por competitividad, si no podemos hacerlo con nuestros propios resultados, y eso no siempre es sencillo por costes y regulación.
«Somos en primer país en hidrógeno, en términos relativos»
Somos un polo de atracción de inversión, el primer país en hidrógeno en términos relativos. También lo estamos viendo en economía circular, en reciclado químico. Tenemos que sacar nuevos materiales, hay que desfosilizar. La propia BASF tiene un proyecto de reciclado de baterías de automóvil. En Huelva, tenemos muchísimo hidrógeno y ahí vendrá el amoníaco y el metanol verde. Son 21.000 millones de euros de inversión, no solo del sector químico, sino también del eléctrico y el gas.
Pregunta: Una cosa que llama la atención es que tanto BASF como Bayer están hablando mucho de mirar hacia dentro de las compañías. El sector está atrapado en una pinza: se le exige mucha innovación en un contexto de complejo desde el punto de vista económico. Es una trampa de alta innovación y baja competitividad.
Respuesta: Sí, es difícil competir desde Europa. La carga burocrática, administrativa, legislativa, no la tienen en otros países. El coste energético no es tan diferencial con Asia, es mucho más con Estados Unidos, porque necesitamos mucho más calor para nuestros procesos y no todo va a poder electrificarse. Probablemente lleguemos como máximo al 50% de electrificación para obtener el calor que ahora conseguimos por combustión de gas.
El otro 50% serán biometanos o derivados de hidrógeno para que sea verde. La demanda asiática tiene mucho crecimiento, pero las plantas allí están atendiendo a su mercado. No sólo China, Indonesia está creciendo a una velocidad asombrosa. Al final somos competitivos por el talento y la innovación, pero hay que especializarse. Los chinos arrasan en las commodities, va a ser difícil competir ahí. Las grandes corporaciones europeas empiezan a competir con estructuras mucho más medianas y ágiles.
Para adaptarse a mercado, va a haber un cambio en la reorganización del trabajo. Nos va a ayudar, evidentemente, la digitalización, la inteligencia artificial. De momento, muchas empresas están sacando los datos, la información, y su análisis va a ser la gran clave.
«No cerremos la nuclear hasta tener una alternativa limpia»
¿Dónde podemos ser buenos en España si nos especializamos?
En todo el mundo del hidrógeno, de los gases renovables, vamos a ser muy competitivos. En las reuniones europeas del CEFIC, se nos pregunta a los españoles cuánto podemos producir y exportar. La energía barata y renovable la quiero para atraer inversión, no para que se vaya fuera. Exportaremos muchísimo hidrógeno, amoníaco y metano verde, porque tendremos buenos precios por la instalación de plantas renovables, principalmente en el sur. En Huelva, hay mucha más capacidad de renovables; en Cataluña no, porque registra un déficit de instalación muy importante.
En España tenemos que ver si convencemos al Gobierno para que realmente se repiense el cierre de las plantas nucleares. En el futuro, probablemente no existirá la energía de fisión en 2050, pero en Alemania hemos visto lo que ha pasado. Hay que disponer de almacenamiento de energía en baterías suficiente para contrarrestarlo, porque vamos a producir mucha renovable y estamos canibalizando horas, el sistema ya no soporta más.
Sería importante además que ese almacenamiento esté en manos del cliente, del consumidor, porque si lo dejamos en manos del mercado solo se liberará cuando el precio de la energía esté alto. No cerremos la nuclear hasta que tengamos una alternativa limpia.
El sector químico está realmente en el centro de dos grandes transiciones: la energética y la verde…
Estamos en el 98% de los procesos productivos, hay pocas cosas que no utilicen productos químicos en su cadena de valor.
…nadie ve hoy ambas transiciones con los mismos ojos que a principios de la década, la realidad está imponiendo sus ritmos, que son diferentes de lo que se planificó. De hecho, se espera que el consumo de derivados del petróleo no deje de crecer hasta 2030.
En el caso del CO2 tenemos dos tipos de emisión. En las de proceso hemos ido muy bien, estamos aproximadamente un 50% por debajo de las emisiones, pero chocamos con una asíntota: nos quedan otras que va a ser difícil acometer. Deberemos tener captura de CO2 para el uso y almacenamiento recuperable, porque será nuestra materia prima futura.
Revisar los objetivos para la transición energética
En parte, la usaremos directamente para venderla, porque el CO2 todavía sigue consumiéndose mucho en el sector alimentario y va a ser un disolvente futuro muy importante. Otra parte la necesitamos para tener biometanos o derivados de hidrógeno, otros gases renovables que nos permitan lograr esas temperaturas muy altas que no podemos alcanzar todavía por electrificación. Ahí también la innovación va a ser importante. Los country manager están peleándose por entrar el primero de la lista, evidentemente.
Tenemos que revisar objetivos para la transición energética.
Cada vez que se reúne la Comisión con el Parlamento, retrasamos las fechas. Para conseguir ese calor el hidrógeno todavía no es competitivo, el biometano puede serlo. Estamos en proceso de regulación sobre cómo podemos utilizar hidrógeno o amoniaco verde. Se trata de caminos regulatorios que ahora mismo se están abordando en Europa y algunos en España. Respecto a los objetivos de 2050 la seguridad absoluta la tenemos todos, porque casi todas las empresas han publicado ya sus hojas de ruta y están hablando más cerca de 2045, pero eso exige mucho de tecnologías que todavía son incipientes.
¿Y en el caso de la transición verde?
En economía circular tuvimos suerte, y en España no solemos tenerla, de que fuimos el primer país que reconoció el reciclado químico, que permite volver a la molécula original. Gracias a ello, aquí hay muchas bases de datos de pruebas y plantas prototipo. Hay una prevista de Repsol en Tarragona que será capaz de convertir residuos sólidos urbanos en un producto químico.
Estas plantas van a proliferar y muchas se usan para obtener metales: Atlantic Copper acaba de aprobar una de reciclado de cualquier metal con plástico mezclado y BASF otra para baterías. Ya me gustaría que se aprovechara más nuestra minería porque tenemos el país de la Unión Europea con más minerales críticos dentro de su territorio.
Cómo acelerar la producción de plástico reciclado
Un informe de Feique y Plastics Europe sigue insistiendo en el problema de la recuperación del plástico y de la generación de demanda: cómo conseguir que otros sectores entiendan la oportunidad del plástico reciclado.
Vas a Procter & Gamble, Unilever o un Mercadona y te están pidiendo el producto descarbonizado, circular y completamente sostenible. Todos tenemos que evolucionar, no hay ya alternativa posible. Cepsa, que es la mayor fabricante en España de materia prima para detergentes, tiene unos proyectos impresionantes para convertirla en 100% reciclable. Si el plástico es reciclado no pagas el impuesto al plástico, y eso ha activado la demanda.
Ahí tenemos algunos problemas de certificación de ese plástico, porque ENAC no ha acreditado todavía el plástico reciclado. Y nos falta también un tema de balance de masas con la Unión Europea, porque evidentemente cuando reciclo me sale un 85-90% de materia prima original que puedo utilizar no sólo para plástico, sino para otros productos químicos, y queremos convencer a la Comisión Europea de que nos permita utilizar esos otros productos como reciclados.
Por otro lado, hay una parte que no vamos a recuperar, que el residuo que queda, que lo tenemos que usar como metanol o como algún tipo de combustible, pero no lo vamos a dar como reciclado. En eso estamos, en que nos permitan utilizarlo porque no tenemos que producirlo y el ahorro lo tendremos en que no vamos a generar más emisiones. Yo solo veo ventajas en el reciclado químico.