El China Energy Research Programme del Oxford Institute Energy Studies (OIES) mantiene al mundo alerta del impacto de cada una de las medidas que adopta el gigante asiático en el juego de equilibrios energéticos global. Esa es la medida de la capacidad de prescripción del centro del que forma parte Rahmat Pudineh como investigador principal. Sus últimos trabajos abordan cuestiones como la descentralización de las redes de energía, el almacenamiento del hidrógeno o la difusión de la fotovoltaica. De su discurso se desprende que, en el fondo, en la raíz de todos estos desafíos se encuentra la necesidad de cambiar el paralelo el modelo energético y el económico.
¿Cuáles son tus conclusiones de la reciente COP28?
Se ha decidido mencionar la transición de los combustibles fósiles de una manera ordenada y ese es un paso completamente positivo. La economía de muchos de los países de Oriente Medio depende en gran medida del petróleo y, naturalmente, tienen una especie de resistencia hacia un plan de futuro que no involucre a los combustibles fósiles. Además, el lenguaje se ha formulado de una manera cuidadosa: no se trata de reducir gradualmente, sino de hacer la transición de una manera ordenada, que es algo que se puede interpretar de diferentes formas.
Tenemos que ser más serios porque hay naciones muy vulnerables, en especial las insulares, y es posible que lleguemos a un punto en el que los impactos del cambio climático se vuelvan irreversibles si no endurecemos las medidas ahora. Así que, en general, hay algunas buenas noticias, pero al mismo tiempo puede que no se hagan realidad. Hay que concretar cuál el esfuerzo máximo que vamos a realizar y el resultado que esperamos de él.
La velocidad a la que se avanza es todavía demasiado baja para la dimensión de los retos.
Sí, existe el problema de la velocidad de la transición. La razón es que se trata de un problema multidimensional. No sólo estamos reemplazando la tecnología, sino que es toda la sociedad la que está en transición. Estamos cambiando el comportamiento humano, las instituciones de gobierno, muchas cosas. La transformación general a nivel de la economía es bastante compleja, se necesita tener una visión holística de todo el problema.
Esta no es la única transición que ha ocurrido en la historia, pero en el siglo XIX y el XX se dieron de forma natural porque tenían una motivación económica, no fueron planificadas por los gobiernos. La transición actual debe ser económicamente rentable para que suceda rápidamente. Si tiene un impacto económico, no habrá resistencia contra ella. Si no hay visión económica, no habrá apoyo. Algunas áreas en realidad ya son competitivas y podemos esperar que el mercado ofrezca algún resultado, pero en otras sin duda necesitamos tener políticas adecuadas para gestionar la transición, para reducir el riesgo para los inversores.
«La energía como servicio es una alternativa a tener en cuenta por los servicios públicos»
¿La lucha contra el cambio climático implica, por tanto, un nuevo modelo económico?
En algunos sentidos, sí vamos a un nuevo modelo económico. En la década de 1990 liberalizamos la electricidad y el gas natural y creamos un mercado en el que los generadores compiten entre sí con el fin de abastecer a los proveedores minoristas que compran y entregan a los consumidores. Ese modelo se basaba en el coste marginal (cambio en el coste total que se produce cuando se incrementa la cantidad producida), la demanda en cada punto era satisfecha por la planta de energía más cara del mercado. Y eso significa que siempre que sube el precio del combustible, sube el de la electricidad.
En Europa, la mayoría de las veces se trata de gas natural y, por ese motivo, el precio de la electricidad está muy relacionado con él. A medida que nos alejamos de ese modelo, la economía debe cambiar, porque no es eficiente. Las energías renovables tienen un coste marginal cero, no necesitan combustible. Hacen falta nuevos negocios y nuevos diseños de mercado. Las empresas de servicios públicos también tienen que pensar en alternativas, por ejemplo, en la energía como servicio (as a service).
Muchas personas tienen una caldera en su casa, pero en el futuro deberás poder comprar calefacción directamente como servicio, igual que consumes la movilidad. Ya tenemos el software as a service, el propio consumidor que ahora compra a las empresas de servicios públicos, en el futuro debería poder comprar a su vecino. Es necesario repensar el modelo de operación de la red porque se va a utilizar de una manera diferente.
Recuerdo unas palabras del CEO de Aramco en un evento en Suiza, dijo que el plan de transición energética de Europa era como un castillo de arena junto al mar que estaba siendo destruido por las olas de la realidad.
El problema es que deberíamos equilibrar el papel del gobierno en el diseño del sistema del mercado. No está clara la pregunta de cuál es el modelo de política de transición eficaz. Hay muchas áreas en las que el gobierno ha intervenido con un resultado que puede no ser necesariamente el más óptimo, y hay otras en las que se requiere su intervención debido al alto nivel de riesgo, o porque las tecnologías requieren de apoyo, y todavía no tenemos un marco político adecuado. Tenemos algunos objetivos generales, pero el plan a nivel micro no se está pensado de forma muy sistemática. Necesitamos encontrar una manera de equilibrar el papel del gobierno versus el papel del mercado.
Hay mucha incertidumbre en el mercado ahora como consecuencia de ello. ¿Qué opinas de la carrera para electrificar el automóvil?
Recientemente, Reino Unido ha decidido extender un poco más la fecha límite para la electrificación, debido al precio de la energía y la crisis del coste de vida. La cuestión es que siguen sin resolverse los problemas de los coches eléctricos: uno es el precio, bastante alto en comparación con los convencionales; el segundo es la falta de infraestructura suficiente para tener acceso a la carga; y hay que añadir la fijación de precios de la electricidad, que tampoco está completamente alineada con la electrificación del sector del transporte en este momento. El precio no puede ser muy alto si queremos tener muchos vehículos eléctricos.
Has escrito recientemente un artículo sobre el almacenamiento de hidrógeno. Para España es una oportunidad, recientemente el volumen de energía generada de origen renovable superó al del resto de fuentes. Pero sigue siendo una incógnita cuáles son las verdaderas expectativas del hidrógeno en materia de generación, almacenamiento y transporte.
La cuestión clave en relación con el almacenamiento de hidrógeno es que por el momento no tenemos un modelo de negocio en torno a él. Es el problema del huevo y la gallina. Si hablas con aquellos que son capaces de desarrollar el almacenamiento, dicen que no hay demanda. Y si hablas con aquellos que son generadores potenciales de demanda hidrógeno, te dicen que falta infraestructura. Obviamente, si en el futuro el hidrógeno va a desempeñar un papel importante en las políticas generales de descarbonización, necesitas desarrollar el almacenamiento.
No sólo para abordar el problema de la intermitencia de las energías renovables, sino también para dar estabilidad al mercado, porque siempre existe la posibilidad del desequilibrio entre el suministro y la cantidad de hidrógeno disponible. Para ello, necesitamos un modelo de negocio adecuado. En el sector energético, el almacenamiento a largo plazo siempre ha sido muy difícil, a diferencia del almacenamiento a corto plazo. La diferencia entre el precio de la electricidad debe ser muy alta para que tenga sentido.
En Reino Unido se experimentó con el gas natural por la diferencia de precios entre el horario de verano y el de invierno, pero se abandonó. La cuestión que hay que afrontar, en realidad, es la del potencial del hidrógeno. ¿Y si las nuevas tecnologías que vienen son mucho más baratas?
Las tres dimensiones de la transformación del sector eléctrico; electrificación, descentralizción y digitalización
Has analizado en profundidad el cambio del modelo de red hacia un sistema más distribuido, más localizado. Para hacer un cambio tan profundo necesitamos la participación de los grandes operadores, pero a ellos no les gustan este tipo de soluciones.
En general, la transformación del sector eléctrico tiene tres dimensiones. Una es la electrificación, la otra es la descentralización y la otra es la digitalización. Hay una gran cantidad de recursos distribuidos, es decir, los consumidores pueden generar energía solar fotovoltaica en el techo, tener baterías estacionarias y a menudo disponen vehículos eléctricos que pueden interactuar con la red. Tenemos que pensar a nivel del sistema energético local.
El problema es que algunos modelos regulatorios han heredado el error de que el sistema era completamente de arriba hacia abajo. Por ejemplo, la regulación actual de las empresas de redes de distribución de electricidad no les proporciona los incentivos necesarios para integrar estos recursos distribuidos, porque cuando lo hacen, transfieren menos energía dentro de su red y eso reduce sus ingresos. Para resolver este problema necesitamos alinear los intereses de los diversos grupos de interés.
Pero no todas las partes interesadas tienen el mismo poder.
Sí, exactamente, no todos tienen la misma influencia, obviamente. Por eso necesitamos una hoja de ruta adecuada y un marco de políticas para garantizar que las actividades que benefician a todo el sistema se promuevan y se resistan. Al promover la planificación local y los recursos energéticos distribuidos, se pueden proporcionar muchos servicios y a un precio mucho más barato en comparación con el sistema convencional, que es de arriba hacia abajo.
En Reino Unido tenemos el mercado local, los consumidores pueden prestar servicios a las redes de distribución de electricidad en caso de problemas como congestión o dificultades técnicas de tensión o potencia reactiva, y se les compensa. Hay que estandarizar más este tipo de productos e integrarlos en el sistema de transformación del sector eléctrico.
«Hay que repensar la eficiencia de los precios minoristas de la electricidad»
Has investigado los desafíos en materia de difusión de la energía solar. ¿Cuáles son tus recomendaciones?
Para el despliegue de la energía solar y específicamente en relación con la distribuida, en los tejados y este tipo de cosas, una cosa importante que debemos considerar es la cuestión del precio minorista. Si es artificialmente muy alto, porque el gobierno impone muchos impuestos y gravámenes, el consumidor puede terminar instalando placas solares fotovoltaicas en su tejado para evitar parte del coste que solía pagar a través de la factura de electricidad, y eso hace que la factura para todos los consumidores sea más alta.
En otras palabras, tenemos que pensar muy detenidamente en la eficiencia de los precios minoristas de la electricidad. Porque a veces puede conducir a un gran despliegue de esta energía solar distribuida en lugares que no tienen sentido y en áreas en las que no aportan muchos beneficios a los consumidores. Las tarifas deben estar alineadas con el funcionamiento eficiente del sistema, si no es así es posible que no obtengamos muchos beneficios del despliegue de energía solar en los tejados. Y el segundo problema es que tenemos que pensar en un modelo alternativo para las empresas de redes de distribución.
Porque se han diseñado tradicionalmente de manera que transfieren la electricidad que se genera aguas arriba a través de la red. Ahora, cuando instalas la energía solar fotovoltaica en el tejado e inyectas energía a la red, en cierto modo inviertes este proceso de abajo hacia arriba. El modelo de negocio que tienen en este momento no es el mejor para facilitar la descentralización, debe evolucionar para alinearse con este nuevo paradigma, para no tener que ver mucha energía solar fotovoltaica en lugares donde no se necesita o muy poca en lugares donde sí hace falta.