Durante algunos años, Magdalena Mróz y Geoffrey Eberle trabajaron en BIG, una de las compañías de arquitectura líderes en todo el mundo. Allí sumaron experiencia y tuvieron la oportunidad de trabajar en grandes proyectos internacionales. “Pero sabíamos que para poder aplicar nuestra filosofía y valores tendríamos que poner en marcha nuestra propia empresa. Así nació Entropic”, detalla Mróz a Innovaspain. ¿El objetivo? Llevar la inteligencia de los sistemas naturales al ámbito urbano y fusionarlos en mutuo beneficio.
Hoy, la arquitecta polaca y el arquitecto británico encabezan desde Barcelona un equipo multidisciplinar capacitado para trabajar en cualquier rincón del mundo. El estudio tiene el foco en proyectos donde puedan emplear tecnología y soluciones basadas en la naturaleza. El resultado suele incluir una componente lúdica y vistosa, sin por ello dejar de reconstruir el entorno urbano en un acto valioso para ciudadanos y ecosistemas.
El poder de la madera
Entropic tiene dos líneas principales de acción: una centrada en el diseño arquitectónico y urbano, y otra en la fabricación. “El sector de los materiales de construcción no responde lo bastante rápido a las necesidades cambiantes del mercado. Pretendemos, basados en la ciencia, tomar mejores decisiones. Investigar y fabricar materiales que, en lugar de simplemente limitar el impacto negativo sobre el medio ambiente, como sucede hoy día, corrijan el daño ya hecho”, apunta Mróz.
La arquitecta recuerda que la industria del hormigón es responsable de más del 8 % de todas las emisiones globales. Sin embargo, disfruta de una de las regulaciones más bajas comparada con otras industrias contaminantes. “Los avances tecnológicos, por ejemplo, en madera, permiten construir utilizando glulam o madera contralaminada. Bien obtenida, la madera puede tener una huella de carbono negativa como material de construcción. Es versátil y expresa belleza”.
En este sentido, Entropic está inmersa en el diseño de una torre de vigilancia de madera junto al mar Báltico, en Polonia. Construida con una estructura de cuadrícula, emula a un árbol como los del boque circundante. Otro ejemplo se ubica en la localidad polaca de Józefów, donde han dado forma a un jardín de infancia y una biblioteca en los que han innovado con las formas, los accesos y la utilidad de los espacios. Recientemente ganaron un concurso para el diseño de un puente para automóviles en Angelholm, Suecia. “Estamos utilizando madera laminada resistente para crear la cubierta principal”.
La ciudad del futuro
“Entropic nació para transformar el orden actual en caos positivo, lo estéril en libertad y lo mundano en excepcional”, asegura Magdalena Mróz. Los integrantes del proyecto vislumbran ciudades y edificios que impulsen interacciones culturales más complejas y nuevos intercambios sociales con la naturaleza de nuevo en el centro. “Creemos en un futuro en el que debamos aprender a convivir con la naturaleza. El cambio climático es un desafío. Los ecosistemas y la biodiversidad sufren más que nunca”.
La arquitecta pone en valor el papel que pueden jugar para revertir parte de estas problemáticas. “Los diseñadores contamos con los recursos y la capacidad para estimular la regeneración de los ecosistemas y provocar un efecto positivo en las personas y en el planeta. Todo lo que necesitamos es pasar del egocentrismo al ecocentrismo”.
En Entropic promueven la adaptación o renovación de los edificios en lugar de construir desde cero. El estudio defiende el empleo de energías renovables, mejorar las infraestructuras en favor de una movilidad blanda y una integración rigurosa de la naturaleza en el desarrollo urbano. “Las soluciones ya están ahí, solo necesitamos usarlas”, añade.
Dificultades en el rural
Magdalena Mróz y Geoffey Eberle proceden de entornos rurales. En un mundo que tiende a la gran metrópoli, ¿cómo sobrevivirán las comunidades alejadas de los epicentros urbanos? “Se enfrentan a la pregunta sobre cuál es su papel hoy en día ahora que las razones funcionales históricas han cambiado”.
La cofundadora de Entropic apunta que son varias las circunstancias que han llevado al medio rural al ostracismo. “La tecnología modifica la manera de cultivar y el cambio climático pone en jaque a nuestros biohábitats. Por otro lado, las industrias se reubican, el comercio el global y la brecha digital crece”. Mróz lamenta la falta de voluntad para adaptarse y reimaginar el papel de lo rural. ¿Está condenado a ser un mero asentamiento turístico o, peor aún, una colección de casas abandonadas?”
Como alternativa, el estudio pone el acento en las posibilidades de repoblación gracias al teletrabajo, la necesidad de un rejuvenecimiento cultural y ensalzar el medio rural como un antídoto para la crisis mundial de la vivienda. “Además, a nivel sociológico, podemos asignarles el papel de cuidadores del medio ambiente. Gracias a estrategias claras y bien pensadas, lo rural tiene un futuro en positivo y un rol importante que desempeñar”.
Mirar atrás para recuperar la identidad
Para Magdalena Mróz, las ciudades y la arquitectura deben reflejar nuestros valores como sociedad. “Así ha sido a lo largo de la historia. La arquitectura se mantuvo como una representación de nuestra sociedad, de nuestra cultura y de aquello en lo que creíamos. Mirando un edificio histórico somos capaces de entender mucho sobre quienes lo habitaron”.
La arquitecta no puede decir lo mismo cuando se refiere a las construcciones modernas. “La estandarización masiva global ha traído el beneficio económico, pero ha debilitado nuestra identidad, la celebración de lo que somos y la belleza de las ciudades. Hemos olvidado la emoción por el futuro”. No todo está perdido. “Con nuevas tecnologías de construcción y fabricación digital podemos restablecer innovadoras formas de artesanía avanzada”.
Según Mróz, esto significa que los edificios ya no necesitarán estar restringidos por los procesos industriales “que nos encierran en cajas estáticas y sin alma”. “En cambio, pueden ser una celebración alegre de quiénes somos como sociedad. La innovación es una herramienta para recuperar lo perdido, pero a través de nuevos procesos y funcionalidades. Echar la vista atrás es un método increíble a la hora de determinar qué ha funcionado y qué no y hacer un futuro mejor. La novedad que no se basa en comprender el pasado a menudo está condenada al fracaso”.
El proyecto NEST y la Nueva Bauhaus Europea
El Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) y cinco de sus Comunidades de Conocimiento e Innovación pusieron en marcha el programa EIT Community Booster para apoyar a las empresas innovadoras que permitan la transformación de la Nueva Bauhaus Europea. Entropic fue una de las veinte startups y scaleups europeas seleccionadas entre más de 1.000 solicitantes.
La empresa ha entrado en el programa gracias al proyecto NEST, una tecnología de paneles de fachada sostenible que crea espacios de vida para la fauna y la flora dentro del entorno urbano, al tiempo que mejora el rendimiento acústico y térmico del edificio, creando un microclima más saludable y una mayor densidad ecológica.
“Proponemos un sistema de fachada ecológico que se realizaría mediante técnicas de fabricación sostenible”, explica Magdalena Mróz. “Los paneles de la fachada están diseñados para crear un entorno específico que permitirá el crecimiento pasivo o de bajo mantenimiento de ciertas plantas, así como lugares para anidar para especies deseables de insectos, pájaros y murciélagos”.