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Escuela Sin Fronteras, un lugar seguro y de aprendizaje lúdico para niños migrantes

La propuesta educativa de la ONG EveryWhere Schools, que este año cumple tres años, ha sido reconocida por la OEI
Niños de la Escuela Sin Fronteras. Foto: cortesía.
Niños de la Escuela Sin Fronteras. Foto: cortesía.

La Escuela Sin Fronteras no es una escuela al uso. Por su única aula, que está en un albergue de la ciudad mexicana de Tapachula, muy cerca de la frontera con Guatemala, pasan menores de muchos países y de distintas edades (de los 4 a los 17 años). Lo que los une: todos están de paso porque son solicitantes de asilo o refugiados en México. 

La Escuela Sin Fronteras, un proyecto de la ONG EveryWhere Schools, cumple este año su tercer aniversario brindando educación a menores que huyen con sus familias de la violencia y la pobreza. Hace unos días, recibió una mención honorífica por parte de la OEI, durante la ceremonia de entrega del V Premio Iberoamericano de Educación en Derechos Humanos “Óscar Arnulfo Romero”. 

La iniciativa “busca ser un espacio de acompañamiento para niñas, niños y adolescentes solicitantes de asilo y refugiados en Tapachula, Chiapas, y que se encuentran habitando el albergue Hospitalidad y Solidaridad”, detalla Andrea Sofía Chong, coordinadora de la ONG en México. Por su aula han pasado más de 1.000 niños.

Las solicitudes de asilo en México han alcanzado un récord histórico: en 2023 se registraron más de 140.000, un 17% más en comparación con el año anterior, superando el máximo de 130.000 registrado en 2021, según el informe de 2023 de ACNUR. De hecho, México se encuentra entre los cinco países con más solicitudes de asilo a nivel mundial. Y, entre las miles de personas que buscan protección en el país, casi una cuarta parte son niñas y niños, destaca el informe. Haití es el país con más solicitudes (31%), seguido de Honduras (30%), Cuba (13%), Guatemala, El Salvador y Venezuela (4% cada uno). La violencia es el motivo principal por el que estas personas huyen de sus países de origen.

Una menor en la escuela. Foto: cortesía.

Salud emocional y aprendizaje por proyectos 

La idea detrás de la Escuela Sin Fronteras es que “las escuelas vuelvan a ser un espacio seguro y un espacio de diversión”, destaca Chong en entrevista con Innovaspain. “Trabajamos mucho el tema de la salud emocional porque tenemos que tener en cuenta que son niños y niñas sobrevivientes de violencia”, añade, “trabajamos mucho el manejo del enojo y de la ira”.

El profesor Adrián Gallegos González, que se incorporó a la escuela hace dos años, hace todo lo posible para que los niños disfruten y aprovechen el tiempo que estén en el albergue, ya sea si se quedan unos días o unos meses. “La escuela es un espacio que los va a ayudar a poder desprenderse de las situaciones que están pasando afuera. Es su espacio dedicado al juego, a la educación de manera lúdica”, afirma, “la escuela les ayuda a poder recordar un poco lo que ya sabían”. Aunque reconoce que la movilidad de los menores es uno de los principales retos a los que se enfrenta. “Eso académicamente no nos ayuda”, asegura. 

Por ello, la escuela funciona a partir de proyectos semanales, es decir, no se abordan las materias por separado, sino distintas materias en torno a una misma temática. “La metodología de la escuela está basada en proyectos con un tema general en el que se pueden incluir materias como el español, las matemáticas, las ciencias, la educación socioemocional, la historia o la geografía”, detalla el profesor.

El proyecto sobre biodiversidad es uno de los que más éxito ha tenido. “Ese les gusta mucho porque habla de los animales y de los ecosistemas. El albergue trabaja con un huerto donde nos dieron una visita guiada sobre las diferentes plantas y los diferentes animales que podía haber en ese lugar”, precisa.

Otro proyecto que le gusta a los niños es el de “país de origen”, porque “les hace recordar sus tradiciones” y les permite utilizar herramientas como Google Maps para visitar a la distancia los lugares que recuerdan, así como el de ciencia y tecnología, que les permite hacer experimentos, agrega el profesor Gallegos.

Otra metodología que se emplea en la escuela es la de los rincones, precisa Patricia Viñamata, fundadora y presidenta de la ONG. “Proponemos diferentes actividades en diferentes espacios del aula, con diferentes objetivos, pero siempre con un planteamiento muy lúdico y didáctico”. Por ejemplo, el rincón de las matemáticas, el rincón del español, el rincón de la lectura, el grafomotriz o el de las emociones.

Menores en la Escuela Sin Fronteras. Foto: cortesía.

La barrera del idioma

Con la creciente llegada de niños de Haití, y la presencia de menores que vienen de países como Afganistán, ha surgido la dificultad del idioma. Para ello, el profesor Gallegos recurre al trabajo en equipo: “ellos se apoyan viendo a sus demás compañeros o los junto por parejas y se van apoyando entre ellos”. Aunque señala que algunas veces sí tiene que pedir el apoyo de traductores voluntarios del albergue.

A esto se añade la dificultad de que hay menores con necesidades educativas especiales. “Intentamos incluir a todos los niños y a todas las niñas en las actividades, aunque puedan tener una discapacidad visual, auditiva, TDAH [trastorno por déficit de atención e hiperactividad] o dislexias”, precisa Viñamata, por lo que el profesor recurre a “actividades inclusivas” para que todas y todos puedan alcanzar sus objetivos y formar parte del grupo.

La educación es una emergencia: EWS 

La Escuela Sin Fronteras fue creada para que niñas y niños pudieran gozar del derecho humano a la educación, a pesar de estar huyendo de crisis humanitarias en sus países de origen. “Para nosotros y para el albergue es importante que pasen por la escuela porque pensamos que es un derecho que tienen y que han de poder disfrutar”, destaca Viñamata. “No sabemos el tiempo que llevan fuera de sus países, pero sabemos que vienen de situaciones muy complicadas. Y que estar en la escuela les supone estar en un sitio tranquilos, contentos, pasándolo bien, relacionándose con personas que pasan por algo similar, compartiendo y sintiéndose comprendidos”.

Bajo el lema “la educación es una emergencia”, la ONG EveryWhere Schools nació hace seis años con el propósito de que los menores que viven en situaciones de emergencia y crisis humanitarias tengan acceso a educación de calidad. En el mundo, solo un 3% de la ayuda humanitaria se destina a la educación. En la actualidad, 127 millones de niños y jóvenes en edad escolar primaria y secundaria que viven en países afectados por crisis están sin escolarizar, según datos de la UNESCO. 

La despedida

Quizá el mayor reto, tanto para los alumnos como para el profesor, es decir adiós. “Uno es maestro, pero también es humano. Entonces la verdad es que cuando te has acostumbrado a verlos mucho tiempo, o poco tiempo, saber que tienen que continuar su camino, la verdad es que sí causa mucha nostalgia […]. Es difícil para uno como maestro desprenderse de alguien, entonces sí hay que trabajar mucho en eso. Es muy desgastante emocionalmente”, relata el profesor.

Afortunadamente, los niños no se van con las manos vacías. Se llevan un cuadernillo de viaje con diferentes propuestas educativas. “Se les proponen manualidades, canciones, juegos para que practiquen las sumas, las restas. Es un cuadernillo de juego para que se vayan de ahí con algo”, concluye Viñamata.

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