España ocupa el puesto 28 dentro del Indice Mundial de Innovación 2016 que han publicado la Universidad Cornell (EEUU), la INSEAD Business School y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Se trata de la novena edición de este estudio, que bajo el lema ‘La innovación a escala mundial: para que todos ganen’, tiene como principal objetivo fomentar el debate mundial sobre la innovación, orientar las políticas en este ámbito y destacar las mejores prácticas.
El ránking, que mide 82 indicadores de 128 países, está encabezado por Suiza, seguida de Suecia, Reino Unido, Finlandia y Singapur. Por su parte, China está en la posición 25 y se sitúa como el primer país de ingresos medianos que se une a las economías más desarrolladas. No obstante, el informe afirma que aún sigue existiendo “una brecha en materia de innovación” entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo.
El documento destaca que los responsables políticos están cada vez más concienciados de la importancia de la innovación para mejorar la competitividad de la economía. Sin embargo, alerta de una bajada en la inversión en I+D a raíz de la crisis. Así, si el gasto subía un 7% anual en 2009, en 2014 este aumento fue de tan sólo el 4%. En este sentido, el director general de la OMPI, Francis Gurry, ha señalado que “invertir en innovación es fundamental para impulsar el crecimiento económico a largo plazo”. Por eso, ha añadido que “en la coyuntura económica actual, la prioridad de todas las partes interesadas es encontrar nuevas fuentes de crecimiento y aprovechar las oportunidades que ofrece la innovación a nivel mundial”.
Calidad y colaboración internacional
El informe también mide la calidad de la innovación, teniendo en cuenta el nivel de las universidades, el número de publicaciones científicas y el número de solicitudes internacionales de patente. En este ámbito, la clasificación está liderada por Japón, junto a EEUU, Reino Unido y Alemania. Soumitra Dutta, decano de la Escuela Superior de Administración de Cornell y codirector del informe, ha resaltado la importancia de invertir en mejorar la calidad de la innovación. Por eso, en su opinión, “al tiempo que las instituciones crean el marco de apoyo fundamental para lograr este objetivo, las economías deben centrarse en reformar la educación e incrementar su capacidad de investigación para competir con éxito en un mundo globalizado en rápida transformación”.
Finalmente, este documento también pone de manifiesto que cada vez hay más redes más redes internacionales de innovación que, poco a poco, están desarrollando más procesos de innovación. Por eso, el estudio destaca que cuanto más crezca el flujo transfronterizo de conocimientos y de talento, se ampliarán también las posibilidades de compartir las ganancias obtenidas a partir de la innovación mundial.
En este sentido, el texto también concluye que aún hay un amplio margen para aumentar la colaboración mundial en I+D tanto a nivel público como privado. Bruno Lanvin, director ejecutivo de Índices Mundiales en el INSEAD y coautor del informe, ha manifestado que “la contracción del comercio internacional y de los flujos de inversión, en términos relativos, otorga una importancia estratégica todavía mayor a las dos caras de la innovación: por una parte, hay más países emergentes que se están convirtiendo en innovadores de éxito y, por otra, hay un porcentaje creciente de ventajas derivadas de la innovación que tienen su origen en la cooperación transfronteriza”.