Hace tan solo unos días publicamos en Innovaspain la llamada de atención que hizo Fernando Abril-Martorell, presidente de Indra, –en el curso de una intervención suya en los “Desayunos Esade”, que organiza esta institución educativa junto con CriteriaCaixa–, sobre el descenso de los estudios STEM, en sus diferentes grados, en España.
La alarma está justificada. Indra se nutre de personal con formación en estudios STEM. Hasta un 80 por ciento de su plantilla, que es de 50.000 personas, tienen estudios de este tipo y en los dos últimos años han generado 3.000 empleos, cifra nada desdeñable. Han destinado casi 200 millones de euros a invertir en I+D en los últimos años y su futuro está ligado a la continua mejora, entendida como innovación, para competir en todos los mercados, incluido el nacional. Para ello trabaja en la captación de talento, que está destinado al desarrollo de elementos y sistemas que faciliten la digitalización, no solo de las empresas, sino también la sociedad en su conjunto.
La Inteligencia Artificial no es nueva, pero sus posibilidades se han incrementado exponencialmente al poder diseñar y componer sistemas que son capaces de tratar los miles de millones de datos a los que podemos acceder en ese proceso de digitalización. Fernando Abril-Martorell puso un buen ejemplo de cómo evoluciona el costo de producto o servicio: si antes el sistema suponía un 10 por ciento, ahora supone el 50 por ciento y para eso utilizó el ejemplo del costo de un avión de combate. Al trabajar en esos niveles necesitas unos determinados estudios, igual que si hablamos de la digitalización de la sociedad, donde habrá miles de millones de sensores. A una buena parte de ese tema le llamamos 5G.
Esta sí que va a ser una auténtica revolución. Y en todos los sentidos. Todo el conjunto de este brutal impacto de la tecnología en la sociedad ya lo estamos viviendo, y no solo por la tecnología a nuestro alcance, sino por las tensiones mundiales que han surgido en estos últimos meses. Cuestiones técnicas y sociológicas que afectan, cómo no, a la política, porque, no lo olvidemos, la organización social sufrirá cambios profundos y nos tendremos que resetear individual y colectivamente.
Hace unas semanas escribí sobre este tema a raíz de una intervención del presidente de Telefónica José María Álvarez Pallete, que precisamente explicaba la necesidad de abordar profundos cambios en la empresa para adaptarse a las nuevas exigencias. No es cuestión de mejorar servicios, sino de cambiar el modelo de negocio, que es lo que ha hecho Indra en este último lustro.
En este contexto de cambio tuve la oportunidad de escuchar una detallada explicación sobre el tema a Federico Ruiz, director del Observatorio del 5G, en un debate sobre el tema organizado por el Foro de Empresas Innovadoras. La magnitud del cambio que viene no tiene precedentes. Todos los sectores se verán afectados y, lógicamente, también los empleos, incluidos los de la educación.
El efecto lo vamos a notar ya y es grave que la sociedad en su conjunto no sea consciente. Vamos a tener que cambiar sobre la marcha, y todo aquel que se quede fuera pasará a ser de un mundo que no tendrá futuro. Algunos ya llegamos tarde al 5G y hay que pensar en el 6G. En cualquier caso, lo que tenemos que tener en cuenta es que la formación debe cambiar para acceder a esas tecnologías y poder servir a la sociedad.
Los plazos que se barajan son tan cortos que verdaderamente asustan, sobre todo si se tiene en cuenta esta falta de gente preparada que hará falta. Pronto se cumplirán ocho años de la presentación en público de Innovaspain. Por entonces, los especialistas avisaban de la falta de experiencia necesaria para abordar los cambios necesarios. Ha llegado ese momento y falta esa gente preparada. Nos tenemos que hacer a la idea de que, al final de esta década, estos déficits nos pasarán la cuenta.