Aunque aún es pronto para extraer resultados, la sobreexposición de los más jóvenes a las pantallas ya tiene sus consecuencias. También sirve al sistema educativo para repensarse y averiguar cómo conectar de nuevo con los alumnos. Una enseñanza tradicional que, para Eva Solera Hernández, profesora de los Grados de Infantil y Primaria y Máster de Educación del Profesorado de UNIR, “les cuesta mucho seguir”.
Las clases ya se conforman por alumnos nativos digitales, que usan las tecnologías a diario. Solera apunta a nuevos sistemas que obtienen buenos resultados, como la gamificación de los contenidos. “Los videojuegos y las plataformas online pueden servir para aportar material educativo”. Sobre todo a los estudiantes en ciclos de Secundaria, que según apunta, son los que están más sobreexpuestos a las pantallas.
“Los adolescentes se dejan llevar por sus compañeros, los likes de las redes sociales son muy importantes para ellos. Están continuamente con los móviles, incluso duermen con ellos. Y eso es una adicción a la tecnología, al móvil. Que repercutirá en su atención, en sus relaciones”. Y en sus calificaciones.
Asumiendo el nuevo paradigma donde la tecnología es una herramienta, Solera pone el acento no sobre su uso, sino sobre el cómo se utiliza. “Las pantallas al final, si las usáramos bien y con limitaciones de horarios, serían útiles para todo”, expresa.
Lo que no quita que también reflexione sobre hacia dónde lleva el uso excesivo de las pantallas en personas que, en un futuro, se verán obligadas a relacionarse. “Para los psicólogos estas secuelas del aislamiento son preocupantes. Porque si no saben interactuar, no sé cómo en el futuro van a relacionarse”, se pregunta. Sin saber expresar sus emociones, “¿cómo buscarán trabajo? ¿Qué pasará con nuestra sociedad?”.
La importancia de una buena educación digital
La profesora de la UNIR considera que en la “justa medida” está la virtud. Para los padres, lanza una serie de consejos de cara a saber cómo gestionar la visualización de contenidos en pantallas de sus hijos. “Deberían estar con ellos, para que comprueben si lo que ven es apropiado para su edad”.
No obstante, propone distintas “alternativas de ocio” que puedan ser beneficiosas para los niños. Todo con tal de que no pierdan sus habilidades de interacción social y reforzar la relación entre padres e hijos.
Solera se dirige también a los que aún no han sido padres pero quieren serlo. “Deberían pensar a qué edad darle a sus hijos estos recursos. Porque los niños a veces no saben controlarlos, y se meten en situaciones complicadas al dar datos personales”. Enfatiza en que los padres tengan esa formación digital para que puedan trasladar unos buenos hábitos a los pequeños.
Como ejemplo, menciona a la web ‘Pantallas Amigas’. Una plataforma que ofrece recursos digitales para que los progenitores puedan conocer los entornos por los que se mueven sus hijos.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), hay ciertas pautas que los padres pueden seguir en el proceso de adaptación al entorno digital. Entre ellas, establecer un ambiente de confianza en el hogar; no ser inflexibles con el uso de pantallas e intentar hacer ver a los hijos que no es bueno para ellos conectarse a todas horas. A ellos se añaden también el respetar los tiempos de las actividades básicas, como comer y dormir. Durante el uso de pantallas para actividades escolares, asegurarse de que no se usen otras aplicaciones, como las redes sociales. Es fundamental, señala UNICEF, que los padres den ejemplo de un uso adecuado de las pantallas a sus hijos.