“Podría salvar miles de vidas con su detector inteligente contra la enfermedad de Chagas”. Este es el motivo que argumenta el MIT Technology Review en español para elegir a Federico Gaona (@_fegasoft), de 30 años, como uno de los Innovadores menores de 35 de Paraguay y Bolivia 2016. Este Ingeniero Electrónico por la Facultad Politécnica de la Universidad Nacional de Asunción lidera actualmente un grupo de investigación en electrónica y mecatrónica en dicho centro, donde también cursa un máster de Ingeniería Electrónica.
Su proyecto surgió a raíz del trabajo realizado por un grupo de científicos para desarrollar una trampa que atrape a los insectos vectores transmisores de la enfermedad (comúnmente conocido como vinchuca o chinche), utilizando un cebo de feromona como atrayente. Se instaló en la zona del Gran Chaco (comprendida por Argentina, Bolivia y Paraguay), una región que, debido a sus características, implicaba “un alto costo operativo”, “movilizando mucha gente para ir a revisar las trampas una por una para corroborar si cayó o no una vinchuca”.
“Entonces, en 2011, un grupo de científicos de la Universidad de las Islas Baleares desarrolló una idea y un prototipo electrónico para la detección automatizada de reinfestación por triatoma infestans (vinchucas)”, afirma el propio Gaona en declaraciones a Innovaspain. “Al año siguiente mandaron a Paraguay el prototipo y quedó en manos de mi grupo de investigación probarlo en laboratorio con vinchucas vivas y, después de algunas modificaciones, las pruebas resultaron exitosas”.
A continuación, el equipo liderado por el paraguayo se encargó de idear “todo el sistema requerido para su prueba de fuego en el Chaco Paraguayo, de manera a que los sensores electrónicos puedan resistir el ambiente hostil chaqueño y comunicar a la capital (aproximadamente a 450 kilómetros del campo de prueba) el estado de los sensores (además de una pequeña estación meteorológica en la zona) de forma automática".
Retos del proyecto y de Paraguay
Tal y como señala Federico Gaona, “el objetivo actual es la alerta temprana, antes de que comiencen estos insectos a picar a la gente y transmitir la enfermedad, disminuyendo el costo operativo de la logística al emplear muchas personas para ir a observar el estado de las trampas”. Lo que diferencia este trabajo de otros es que “vigilar una enfermedad de esta manera es algo sin precedentes”. Dicha tecnología, además, “podría aplicarse en un futuro a vigilar otros vectores de otras enfermedades”, añade.
Recibe con “orgullo y satisfacción” el reconocimiento del MIT, ya que “quiere decir que realmente estamos haciendo algo importante”. “Me motiva a seguir adelante, mejorar y fortalecer este proyecto”, afirma. Y retos no le falta. Para empezar, su equipo quiere proporcionar “más inteligencia a las trampas, de modo a que puedan simular el comportamiento de un ser vivo y ser aún más atractivas para la vinchuca (además del cebo de feromona); convirtiéndose en trampas térmicas que se calientan sólo por las noches y que, además, emiten CO2”. También espera contar con más financiación para poder instalar nuevos sensores y cubrir mayores áreas en el Chaco.
Respecto al ecosistema emprendedor de Paraguay, Gaona asegura que “están comenzando a aparecer muchas incubadoras públicas y privadas, startups y encuentros de emprendimientos e innovación con resultados bastante interesantes”. Sin embargo, “la falta del capital semilla es el principal problema a mejorar, así como la descentralización, es decir, que todos estos encuentros en donde se fortalece al emprendedor y al innovador puedan llegar a más lugares del país, de modo que no solo se queden en la capital y alrededores”.