En Estados Unidos, las muertes por sobredosis de drogas aumentaron de las 2.000-3.000 anuales en 2012, a las 106.000 cada año en el último lustro. En más de 70.000 fallecimientos estuvo involucrado el fentanilo, cuyo consumo ha provocado una emergencia sanitaria en el país.
Elena Escubedo es profesora de la Universitat de Barcelona y forma parte del grupo de investigación “Neuropsicofarmacología de los derivados anfetamínicos y otras nuevas sustancias psicoactivas”. “Existe cierto desconocimiento sobre qué es realmente el fentanilo”, explica al otro lado del teléfono. “Los opiáceos (extraídos del opio) como la morfina, suelen tener una utilidad clínica concreta, dirigida a aliviar el dolor. Estos compuestos pueden ser totalmente sintetizados en el laboratorio. Es un proceso muy barato, ya que no precisa del cultivo de opio. La diferencia entre la morfina o la heroína respecto al fentanilo es que éste es cien por cien sintético”.
¿Por qué el fentanilo es tan adictivo? Ecubedo detalla que, al igual que la heroína y la morfina, el fentanilo provoca en quien lo consume una “inmensa” sensación de tranquilidad y placer. “Activa unas áreas específicas del cerebro: los centros de recompensa. Son los mismos que entran en funcionamiento cuando comemos y bebemos con hambre y sed, o cuando mantenemos relaciones sexuales. Su función es perpetuar la especie a través de determinadas conductas. En el caso de los opiáceos y opioides, el placer natural se multiplica de forma artificial”. Comparado con cualquier otra fuente de bienestar, la heroína y el fentanilo son el sumun.
Vayamos ahora a los problemas derivados de su consumo. “Producen tolerancia. Si los tomamos repetidamente, su eficacia disminuye. Ello obliga a aumentar las dosis hasta el punto de no poder dejarlo”. Elena Escubedo recuerda que el fentanilo es 100 veces más potente que la morfina, además de mucho más económico por su facilidad de síntesis.
En este círculo vicioso, la vida de los adictos al fentanilo depende por completo de conseguir las dosis que su cuerpo necesita. “Es 100 veces más tóxico que la heroína. Todos hemos visto imágenes en las que sus efectos son visibles. La degradación a la que someten a sus consumidores es tremenda”. La experta enumera diferentes circunstancias que culminan en esa apariencia zombi. “Los adictos se abandonan a sí mismos, pierden el apetito… entran en un estado de somnolencia casi perpetuo. Parecen inconscientes, pero siguen andando”.
La profesora de la Universitat de Barcelona, indicaba en un reciente artículo publicado en The Conversation, que la delicada situación actual que vive Estados Unidos en relación al consumo de fentanilo, comenzó a finales de los años 90 debido a la permisiva prescripción de oxicodona (OxyContin®) e hidrocodona (Vicodin®), así como a la falta de control sobre su uso, desencadenando una epidemia de adicción. “En un intento por frenarla, resurgió el consumo de heroína y apareció el de fentanilo entre estos adictos”, añade Escubedo en el mismo artículo.
“En Europa las cosas son muy distintas a nivel legislativo”, aclara la investigadora. “Aquí, cualquier enfermo que requiera fentanilo, morfina u oxicodona, está registrado y bajo supervisión. Por el contrario, en Estados Unidos, no existe ese seguimiento. Abundan las prescripciones a demanda del paciente, sin que muchas veces tenga lugar una verdadera evaluación de la dolencia. La situación se complica gracias a las mafias de compra de recetas de estos compuestos”.
Un escenario en el que el narcotráfico muestra su carácter global. En noviembre de 2023, China ‘prometió’ a EEUU que perseguiría a las empresas químicas precursoras del fentanilo. Pese a esta declaración de intenciones, el fentanilo entra en Estados Unidos a través de México, donde se multiplican los laboratorios clandestinos en los que es sintetizado el opioide. Pero hay más. “A Afganistán -epicentro de los grandes cultivos de opio- no le interesa exportar opiáceos. La morfina que llega a Europa es de mala calidad. Esto es un problema, porque el adicto buscará la vía que le resulte más productiva para satisfacer sus demandas”.
Pese a todo, Elena Escubedo cree que, si bien no debemos bajar la guardia, en Europa y en España podemos estar relativamente tranquilos. “Es cierto que en España se ha producido un repunte en el consumo de fentanilo. Según la Agencia Española del Medicamento, todo apunta a que se debe a una utilización en el tratamiento de cuadros de dolor para los que no está autorizado. Es posible usarlo en el alivio de dolores oncológicos, pero no para mitigar los efectos de cólicos recurrentes o de una hernia discal rebelde. Esa sería la hipótesis más probable, ya que no se ha detectado su consumo entre los adictos típicos a la heroína, por ejemplo”.
Escubedo y su grupo trabajan en otras líneas de investigación. “En este momento analizamos diferentes psicodélicos -LSD, DMT- a fin de lo localizar una molécula con efectos terapéuticos en el tratamiento de adicciones. Es una apuesta de futuro, aunque las sustancias psicodélicas -que no son adictivas- ya han demostrado su valía en el abordaje de la depresión o de déficits cognitivos. Sabemos también que contribuyen a tejer redes neuronales más fuertes”.