Recuperar la esencia que tenía la filosofía en Grecia y Roma. Bajo esa premisa, Omar Linares, alumno de la Escuela Internacional de Posgrado (EIP) de la Universidad de Granada (UGR), propone en su tesis doctoral utilizar esta disciplina para trabajar con valores a modo de terapia frente al malestar existencial.
Propone así un modelo de trabajo individual filósofo-consultante dentro del ámbito de lo que se conoce como philosophical counseling (en España, asesoramiento filosófico). Este tipo de terapias se sustentan en el diálogo, “en preguntar al consultante para que sea él el que dé con su propia filosofía, porque todos tenemos una”, explica el autor de este trabajo. Linares, doctor en Práctica Filosófica Individual, es además asesor filosófico en una consulta en la que ayuda a sus clientes a encontrar significado a la vida.
“Nuestro trabajo ayuda al autoconocimiento para que cada uno extraiga su propia filosofía con la ayuda que da la perspectiva y el objetivo de adquirir bienestar, serenidad, con un formato parecido al de una consulta con un psicólogo”, detalla este experto.
El consultante “poco a poco irá comprendiendo cómo veía las cosas, por qué sentía lo que sentía y se irá notando más suelto, sereno y lúcido; más dueño de sí y menos vulnerable ante lo que le ocurre –continúa–. El asesoramiento filosófico propicia una vuelta al sujeto, a lo que siempre fue y olvidó que era, un individuo completo, imperfecto, que anhela su crecimiento y bienestar pero lo ha estado buscando en lugares erróneos”.
Linares ha recordado que esta corriente nació en Alemania en la década de los sesenta y se popularizó después con obras como ‘Más Platón y menos prozac’, de Lou Marinoff, todo un superventas que acercó la esencia filosófica que buscan este tipo de consultas.
El doctorando de la UGR asegura que “se trata de recuperar cómo era la filosofía en Grecia y Roma, una terapia para el alma que ayuda ante ese vacío existencial que hace que nos preguntemos el sentido de la vida para mirar al futuro con estoicismo, porque son nuestras opiniones las que causan nuestros problemas”.
El perfil habitual es “el de alguien reflexivo, que le gusta pensar, indagar en sí mismo (no necesariamente interesado en la filosofía), que se encuentra en un momento de bloqueo en su vida”. “La clave está en que ese momento no lo vive como un bajón más, sino que tiene la sensación de que es su forma de ver las cosas, su perspectiva ante el problema en concreto o la vida en general, la que le causa ese malestar”, añade.
Su tesis doctoral quiere plantear “el camino para que estas cuestiones existenciales no se queden en el papel, sino que permitan desarrollar un modelo de trabajo personal a través de los que una persona pueda afrontar su crisis vital y salir fortalecido de ella”, concluye.