Las conocidas como plataformas DeFi (abreviatura en inglés de Descentralized Finance) están procesando miles de millones en transacciones cada mes. Para entender el funcionamiento de las finanzas descentralizadas es importante conocer el entorno en el que se mueven, así como los riesgos y las oportunidades que ofrecen. Las DeFi utilizan la tecnología blockchain o cadena de bloques, una red de participantes conectados entre sí que, sin la necesidad de un servidor central, es capaz de transferir datos y activos de una forma completamente segura y bajo la vigilancia de los propios usuarios, explica el Banco Santander.
Además, las operaciones de las DeFi se rigen por smart contracts (contratos inteligentes), que son programas informáticos que también funcionan con blockchain y se ejecutan automáticamente a medida que se cumplen los parámetros que las partes involucradas han establecido con anterioridad. Es decir, las finanzas descentralizadas utilizan la tecnología blockchain para almacenar y transferir activos de forma digital, asegurando el cumplimiento de los acuerdos por parte de todos los intervinientes gracias a estos contratos inteligentes.
El concepto de finanzas descentralizadas es aún muy reciente y está todavía por descubrir, pero tanto su potencial, como los usos que se le puedan dar dependerán en gran medida de lo que demanden los propios usuarios, así como de las regulaciones que en el futuro se puedan implementar. Actualmente, ya existen muchas personas físicas y empresas que están invirtiendo y financiándose unos a otros utilizando aplicaciones DeFi como puente para conectar la oferta con la demanda, y utilizando blockchain como garantía de seguridad para las transacciones.
Según el Banco Santander, al tratarse de un ecosistema financiero descentralizado carece de regulaciones por parte de terceros. Mientras que en el sistema financiero tradicional es posible, por ejemplo, verificar la identidad e información de una persona para evaluar aspectos como el perfil de endeudamiento a la hora de otorgar un préstamo, en la tecnología blockchain la identidad es una clave pública, pero que no indica nada sobre la persona que hay detrás.
La entidad también destaca otro riesgo, el relacionado con la seguridad de los activos financieros. En las plataformas DeFi son los usuarios los encargados de custodiar sus propios activos a través de las claves de acceso y autenticación para ingresar a las aplicaciones financieras. Por tanto, no cuentan con el respaldo de ninguna entidad que pueda proporcionar o restaurar dicha información en caso de extravío o robo, lo que ocasiona la pérdida total de los activos.
Los códigos DeFI en su mayoría son abiertos y los hace más propensos a amenazas de ciberseguridad. Al ser de código abierto están disponibles al público y puede verlos cualquier persona que esté conectado a Internet. Esto abre la puerta a que los hackers puedan analizar las aplicaciones en las finanzas descentralizadas y servirse de ellas en busca de posibles problemas de encriptación para planear posibles ataques.
Para acceder a las aplicaciones de finanzas descentralizadas, es necesario tener un monedero virtual o wallet en el que estén depositados los tokens o activos digitales intercambiables entre sí, que es lo que sirve para operar en la tecnología blockchain, y que también pueden comprarse inicialmente con dinero de curso legal como el euro, dólar, etc.
Un ejemplo del uso de una aplicación DeFi es el de un usuario que programa un contrato inteligente para comprar o vender una cantidad de tokens, como por ejemplo las criptomonedas, cuando alcancen un precio específico. En ambos casos, las operaciones se ejecutan de forma automática y sin la intermediación de un tercero, dando lugar así a los acuerdos financieros descentralizados. Una criptomoneda, que son los tokens más conocidos por el público, es unactivo digital que emplea un cifrado criptográfico para garantizar su titularidad, asegurar la integridad de las transacciones y controlar la creación de unidades adicionales, es decir, evitar que alguien pueda hacer copias como haríamos con una foto.
Recientemente las criptomonedas han sufrido fuertes caídas debido a su volatilidad, y también por los ataques de los hackers. De hecho, la cotización o el valor de algunas criptomonedas se ha desplomado hasta en un 90% en el caso de algunas de las más populares, provocando la desaparición del mercado de ochocientos mil millones de dólares. Por ejemplo, el bitcoin ha pasado de cambiarse por encima de 65.000 euros en 2021 y a los 27.000 euros a los que se paga actualmente. En su caída también han influido problemas coyunturales como la huida masiva de los inversores de activos que consideran con mayor riesgo, debido a la incertidumbre por la guerra entre Ucrania y Rusia, la inflación y la subida de los tipos de interés.
El Santander advierte que en la operativa de estas monedas digitales es muy importante tener en cuenta que una vez que se realiza la transacción, es decir, cuando se compra o vende el activo digital, no es posible cancelar la operación porque el blockchain es un registro que no permite borrar datos. Para revertir una transacción es necesario ejecutar la contraria. Y, como ha ocurrido recientemente, al ejecutar la operación contraria ya se han perdido parte importante de los activos o estos han perdido valor. También, como estas monedas no están disponibles de forma física, hay que recurrir a un servicio de monedero digital de criptomonedas, que no está regulados para almacenarlas.
Hace unas semanas, la Comisión Europea inició la regulación del mundo de los criptoactivos con la publicación del borrador del primer reglamento (MiCA, Markets in Crypto Assets). En este borrador, que aún no es definitivo, el organismo define cuáles son los criptoactivos sujetos a la regulación y establece unas condiciones mínimas de transparencia y solvencia a todos los llamados proveedores de servicios de criptoactivos. Según MiCA, serán las autoridades nacionales (la CNMV en el caso español) las que supervisarán y autorizarán a las entidades que quieran participar en este mercado, ya sean como proveedores de servicios o como emisores de activos.