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Fitoquímicos vegetales: qué son y por qué debemos consumirlos

Giuseppe Russolillo, especialista internacional en dietética y nutrición, asegura que no deberíamos estar contando calorías y vitaminas. “El drama es que hemos reducido considerablemente el consumo de fitoquímicos vegetales”

“No se puede vivir en un planeta enfermo y esperar que las especies que viven en él estén sanas”, asegura Giuseppe Russolillo, especialista internacional en dietética y nutrición y doctor por la Universidad de Navarra.  ¿Qué podemos hacer al respecto? El experto lo tiene claro y así lo explicó en la Academia de Sostenibilidad de Nestlé en España: consumir más frutas y hortalizas, fomentar la producción ecológica o integrada y reducir el desperdicio. 

Rusolillo también introduce en la ecuación los fitoquímicos vegetales. “La gente a veces está pensando en las calorías, en la fibra, en las vitaminas, cuando el drama es que hemos reducido considerablemente el consumo de fitoquímicos vegetales; con un estilo de vida que pasó de ser muy activo ahora a ser muy sedentario. Y esto ha sido una bomba de relojería para las enfermedades crónicas no transmisibles, el cáncer sobre todo”, explicó a Innovaspain al ser consultado al respecto.

Por qué pensar en fitoquímicos

Los fitoquímicos vegetales son componentes de las plantas que han sido descubiertos recientemente y que aún se están estudiando, pero, sostiene Rusolillo, ya se los ha relacionado con un impacto positivo en la salud al reducir el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles, principalmente el cáncer. Algunos ejemplos de estos componentes son los flavoniodes, que están en manzanas y uvas, y los isotiocianatos, en la mostaza, el brócoli, la coliflor y la col de Bruselas.  

Estudios científicos han demostrado que la alimentación poco saludable causa millones de muertes cada año, siendo el exceso de sal y un consumo insuficiente de cereales integrales y frutas los factores más preocupantes. Los fitoquímicos, junto con otros nutrientes que aportan las plantas, ayudan a reducir el riesgo de enfermedades como el cáncer pero también cardiovasculares, la diabetes, y problemas intestinales, entre otros.   

Más que una dieta específica

El mercado nutricional está inundado de dietas y gurús con múltiples recomendaciones como vegana, paleo, AIP y keto, por nombrar algunas. Russolillo preside tanto la Confederación Mundial de Asociaciones de Dietistas - Nutricionistas como la Academia Española de Nutrición y Dietética y, aclara, no promueve ninguna de ellas en específico así como tampoco compañías o productos en particular.

“Consumir menos carne no es volverse vegetariano”, dice Rusollillo, sino que se trata de tener platos más variados, recuperando lo mejor de nuestras cocinas tradicionales, con más ingredientes de origen vegetal, que nos darán más fitoquímicos y nutrientes. “Hace cien años, la dieta de las familias que vivían en la cuenca mediterránea se caracterizaba precisamente por alimentos ricos de origen vegetal y una presencia simbólica de alimentos de origen animal”, señala.

A esto se suma que la producción de alimentos de origen vegetal es más amigable con el planeta. Las frutas y verduras, cereales integrales, judías, guisantes, nueces y lentejas requieren menos energía, terreno y agua que el ganado vacuno para generar la misma cantidad de alimento y su emisión de gases de efecto invernadero es ínfima en comparación. 

Apuntar a lo ecológico o regenerativo 

Los tomates, cereales y nueces de producción ecológica o de la agricultura integrada, explica el dietista, contienen más fitoquímicos vegetales que los de producción intensiva y eso hace que tengan más color, sabor y olor. “Es muy fácil: si a los vegetales tú les tratas con sustancias de síntesis para matar los insectos, virus, bacterias, mohos y hongos y los mantienes continuamente hidratados, en unas condiciones climatológicas favorables, van a producir menos fitoquímicos”, explicó. Un plan blanco, por ejemplo, tendría ocho sustancias fitoquímicas, mientras que uno integral, alrededor de 800. 

También destaca la importancia de consumir productos de cercanía, lo cual reduce la huella de carbono del transporte y apoya a las comunidades locales.  “Apoyar un modelo de agricultura regenerativa, va a promover más fitoquímicos vegetales y va a ser un modelo mucho más respetuoso con el medioambiente que el que tenemos ahora”, remarcó.

La alimentación sostenible puede parecer una cuestión de escala macro que está fuera de nuestro alcance, pero cada paso individual importa. “Una decisión de un consumidor, multiplicada por la cantidad de veces que comemos cada día, y multiplicada por tantos consumidores en el mundo puede hacer la diferencia”, señaló el especialista.

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