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La red social de viajes para los mayores de 50

The FreeBird Club ofrece un servicio al estilo Airbnb. El proyecto se expande en España tras ser semifinalista en los Premios Innovación de Mapfre
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Un grupo de adultos mayores en una foto de archivo de The FreeBird Club.

La canción Free Bird del grupo de rock estadounidense Lynyrd Skynyrd es considerada como una de las mejores en el género. El tema habla de la partida de un ser querido. Pero en su primera estrofa hay referencias a la libertad: “For I must be traveling on now. ‘Cause there’s too many places I’ve got to see [Tengo que partir ahora porque hay muchos sitios que debo ver]”. Esos aires emancipatorios podrían vincularse a la rebeldía de la juventud, pero para el irlandés Peter Mangan, la verdadera libertad llega en la tercera edad. Es por eso que en 2017 fundó la startup The FreeBird Club, un ingenioso híbrido entre una red social para mayores de 50 (aunque su verdadero público está por encima de los 60) y Airbnb que busca poner fin al delicado problema de la soledad durante la vejez.

Para llegar al origen de esta historia hay que retroceder el reloj unos años. En 2016 Peter Mangan trabajaba en Dublín, en la Universidad College. El irlandés de 49 años decidió poner en Airbnb las habitaciones de su casa de campo en la comarca de Kerry, de donde es originario, para tener un ingreso extra. La zona es muy codiciada por los ecoturistas por sus distintos paisajes de montes, lagos, acantilados y reservas naturales. Su padre, Owen, un jubilado septuagenario que entonces vivía solo, se encargó de recibir a los visitantes mientras su hijo seguía trabajando en la capital. Owen fue un gran anfitrión con todos. Sin embargo, cuando comenzó a recibir a gente mayor, terminó por invitarlos al pub local, hacerles tours e incluso fue a cenar con ellos. 

Mangan recuerda haber leído en las reseñas de los usuarios que visitaron su casa de campo, que haber conocido a Owen fue lo mejor de su viaje. A su padre lo veía renovado, muy activo, y fue ahí cuando todo hizo clic: “Airbnb es muy útil, pero la interacción social no es algo que te ofrezca por defecto. Puede ser que te pase, pero es una cuestión de suerte”, reflexiona el fundador de The FreeBird Club al otro lado del teléfono. Lo que hizo Mangan fue combinar la parte de los alojamientos, sumar la economía colaborativa (es decir, que se pueda cobrar el hospedaje) y añadir lo social. Para darse de alta, se debe pagar una cuota única de 25 euros. La cuenta debe ser aprobada previamente por el equipo de la plataforma, actualmente la componen tres personas. Una vez con el visto bueno, se tendrá un perfil con una descripción y se podrá visitar o recibir a otras personas. 

Presencia mundial y llegada a España

The FreeBird Club tiene presencia en 73 países, y con miembros que están dados de alta para recibir visitantes en 34. Últimamente la red ha recibido muchas peticiones de ingreso en España. Mangan admite que ha habido una “oleada de suscripciones” desde 2019 cuando la startup ganó, en Madrid, el premio por mejor impacto sostenible en la primera Competición de Startups de Turismo, organizada por la Organización Mundial del Turismo. Además, el proyecto es semifinalista europeo en los Premios Innovación de la Fundación MAPFRE e IE University en la categoría Economía del Envejecimiento y están a la espera de saber si pasarán a final en los próximos días. 

Algo que le ha sorprendido al CEO de la startup es que la recepción ha sido positiva en el otro lado del charco. Muchos estadounidenses también han visto en The FreeBird Club una gran oportunidad para viajar y conocer gente nueva. De hecho, el teléfono de atención a clientes también tiene un número de Estados Unidos. Mangan admite que la estrategia de mercadotecnia no está basada por países, pero que este tipo de reacciones son una prueba más de que su producto es viable y atractivo: “El segmento de los mayores de 50 está creciendo mucho. Hoy hay cerca de 800 millones de personas por encima de los sesenta en el mundo. Según las proyecciones, para 2050 habrá más de 2.000 millones. Dime tú si ese no es un mercado en potencia”.

Los viajes pospandémicos

Solo en España, casi 30.000 personas murieron en residencias de ancianos. El COVID-19 ha puesto de manifiesto otra epidemia: la de la soledad y el aislamiento. Pero hay una luz al final del túnel. Con las campañas de vacunación acelerándose al paso de las semanas, y con más adultos mayores inmunizados, se abre camino a un futuro en el que este segmento podrá salir libremente sin el temor de un contagio. Esto supondría un alivio para la empresa irlandesa que sufrió una especie de tormenta perfecta por partida doble: su principal público no solo no podía viajar, sino que era el más vulnerable. Pero ahora esas dos circunstancias han cambiado a la inversa. 

Mangan, que adelanta que su plataforma será relanzada para atraer a más usuarios en el corto plazo, ve todo con un optimismo desbordante. “Aun vacunados, algunos no se sentirán cómodos como para ir a un resort, por ejemplo. Pero nosotros ofrecemos una experiencia más segura y cercana por nuestro aspecto de socialización”. La tormenta perfecta ahora solo es un cielo despejado.