Antonio Fenoll, CEO y cofundador de FreeShakes, encontró en la biotecnología un ‘espacio’ ideal para satisfacer su curiosidad innata. “¿Por qué la gente piensa de una determinada manera? ¿Cómo surge una enfermedad oncológica? La biotecnología lleva las respuestas a un nivel de profundidad muy interesante”, explica a Innovaspain.
Durante su paso por la Universidad Miguel Hernández de Elche, esa vocación científica se tiñó de inquietud emprendedora. “Me metí en varios ‘follones’. Algunos alumnos nos impartieron charlas contando cómo habían puesto en marcha empresas mientras estudiaban”. Fenoll quiso ser uno de ellos. “Me motivaba aplicar lo aprendido de manera más práctica; en un reto concreto”.
Guiados por la filosofía Learning by Doing e influenciados por la lectura de libros como “Padre rico, padre pobre”, Antonio Fenoll y Pablo Anselmo Penalva, cofundador y CTO de FreeShakes, empezaron a hacer una lista de ideas/desafíos donde el conocimiento adquirido pudiera servir para cambiar las cosas.
Un problema habitualmente infradiagnosticado
En ello estaban cuando se dieron cuenta de que tenían la oportunidad más cerca de lo que creían. “A una compañera le detectaron intolerancia a la fructosa, una problemática mucho menos conocida y atendida que otras intolerancias como la lactosa o la enfermedad celíaca”. Fenoll añade que las personas afectadas ven limitada su dieta, además de cortar de raíz la ingesta de minerales y vitaminas presentes en numerosas frutas, hortalizas y otros productos procesados que incorporan fructosa o sacarosa.
La sintomatología incluye hinchazón, malestar digestivo, dolores… “Estas personas pueden hacer una vida más o menos normal, pero muchos días no se encuentran bien. No están al cien por cien”. Comenzaron a investigar cómo la biotecnología podía contribuir a mejorar la situación. “Descubrimos que se trataba de un terreno por explorar. Una buena oportunidad para nosotros y para quienes sufren esta intolerancia”.
Durante tres años han desarrollado una tecnología para validar su hipótesis inicial: que un proceso biotecnológico podía eliminar o reducir (hasta un límite apto para los intolerantes) la fructosa del zumo de frutas.
El impulso inicial –“casi nos sentimos obligados a lanzarnos al vacío y emprender”- se lo dio el dinero del premio TeamUP, promovido por el organismo europeo EIT Food. “Fue un máster acelerado. Pronto accedimos a dos programas financiados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dirigidos a unir startups con centros tecnológicos. En nuestro caso, el CNTA nos ayudó a dar forma a la innovación que teníamos en mente”.
Del laboratorio a la industria
En FreeShakes han solicitado la patente de su proceso fermentativo y enzimático. “Hemos conseguido elaborar un producto de sabor más que aceptable reduciendo la fructosa en zumo de naranja. Durante 2024 nos hemos centrado en llevarlo del laboratorio a una escala mayor, de 200 litros, atentos a las modificaciones que podrían producirse y con una visión más clara del incremento de costes que conlleva”.
La idea de Antonio Fenoll y su equipo pasa por un modelo B2B, en el que empresas dedicadas a la producción de zumo incorporen esta alternativa a su cartera. “Ya tenemos un cliente que nos ha solicitado 3.000 litros de nuestro producto. Nos facilita el escalado industrial, al no tener que adquirir por ahora maquinaria y disponer de todos los permisos a nivel legal y comercial”.
Por ahora, la compañía ha progresado gracias el desembolso personal de los socios y a los varios premios recibidos. FreeShakes fue certificada como empresa emergente por la Empresa Nacional de Innovación (ENISA). “Es importante porque, además de los incentivos fiscales, la certificación ayuda a dejar bien claro qué es y qué no es una startup. Era un paso necesario”.
Salir al mercado
2025 será un año importante para la compañía, ya que esperan que tenga lugar el lanzamiento del primer producto con tecnología FreeShakes. “Por ahora no hemos necesitado recurrir a rondas de financiación. Confiamos en estabilizarnos como empresa gracias al incremento progresivo de las ventas y crecer de forma organizada. El reto es también que el producto guste y poder encarar una producción constante de entre 2.000 y 3.000 litros mensuales en unas instalaciones preparadas para ello”.
Además de zumos de naranja y manzana, en el futuro explorarán más bebidas y otras posibilidades, como gominolas o potitos. “El requisito que maximiza la potencia de nuestra tecnología es que la fruta esté presente en estado líquido o semi-líquido”.
Tendencia al alza
La propuesta de FreeShakes llega en un momento óptimo. Antonio Fenoll opina que con su producto puede pasar algo parecido a lo ocurrido con las variedades sin gluten o libres de lactosa. “Al principio, las opciones disponibles escaseaban y el sabor dejaba mucho que desear. Además, estas patologías se metían todas en el cajón de sastre de los trastornos funcionales digestivos. Hoy, los profesionales médicos hilan mucho más fino con las intolerancias”.
El emprendedor es consciente de que, en esta fase, el suyo es un nicho pequeño. “Tenemos el foco en la intolerancia a la fructosa, pero eso no impide que, desde ya, formemos parte del segmento de la alimentación foodtech más saludable. Trabajamos en la certificación eco y vegana. El nuestro es un producto innovador y este es el canal de entrada correcto”.
Fenoll echa la vista atrás. “Hace no tanto, productos plant based emulando la carne animal o bebidas como la kombucha se vendían en tiendas híper especializadas y ahora nos resulta natural que ocupen su espacio en el supermercado. Todo es cuestión de tiempo: a mayor producción y demanda bajarán los precios e iremos a más puntos de venta”.