Los drones son la nueva sensación en el mundo de la tecnología. Los llamados aviones aéreos no tripulados (UAV, en sus siglas en inglés) están cada vez más desarrollados, y Thales, consciente de ello, ha dado un paso más allá. La filial de la compañía en nuestro país ha lanzado un nuevo producto 100% español llamado Fulmar X, heredero directo del anterior Fulmar: pequeño, flexible, resistente y de bajo coste. Dirigido tanto al ámbito militar como al civil, es más silencioso que el anterior prototipo, tiene una mayor independencia y ocupa más funcionalidades.
Thales compró el primer proyecto Fulmar a la compañía vasca Aerovisión, pero desde entonces han cambiado muchas cosas. Ahora, por ejemplo, solo pesa 20 kilogramos que pueden moverse a más de 100 kilómetros por hora. Tiene cámaras de día para grabar todo lo que hay debajo de él (puede alcanzar los 4.000 metros de altitud) aunque también cámaras de noche, capaces de captar todo en la oscuridad. Han cambiado la gasolina que utilizaban anteriormente por combustible pesado, lo que aporta mayor autonomía (ocho horas) y menor sonoridad. Carlos Rodríguez, responsable de Desarrollo de Producto de Thales, asegura que, incluso a 500 metros de altura, puede pasar totalmente desapercibido, algo muy útil para misiones militares de observación.
En cuanto a su uso civil, Rodríguez señala que, actualmente, está muy restringido. “Ahora mismo solo está permitido usar el control de radio. Un avión o un helicóptero están dirigidos en tiempo real por un operador, pero no puedes planificar misiones a los drones, no puedes ir más allá de la ‘línea vista’: es, decir tienes que, como mínimo, poder ver el UAV”, explica. Aun así, tiene esperanzas en que cambie la legislación: “esto evolucionará, es cierto, todos lo esperamos, y sobre todo en drones de este tamaño medio”. El problema es que, hasta que no se demuestre lo contrario, pueden ocurrir accidentes con este tipo de aviones. Los sistemas de detección de otros UAVs no están muy avanzados y si se cruzan con otras aeronaves puede haber serios contratiempos en el cambio de sus usos. Por ello, en Thales España han desarrollado un sistema que, si bien no es capaz de reconocer otros objetos en el aire, sí puede alertar de su posición a otras aeronaves.
Capaz de cubrir 600 kilómetros de distancia de reconocimiento (muy útil, por ejemplo, para supervisar redes eléctricas, vías de tren o evaluar diferentes daños) su mayor valor, sin embargo, es la capacidad para aterrizar en buques. Su lanzamiento de catapulta permite que tras las horas de vuelo necesarias, Fulmar vuelva y otro sea lanzado otra vez, siendo capaz de operar día y noche. Sin parar.
Quizá, para que las misiones sean óptimas, sea necesario tener, como mínimo, dos drones. Aun así, el primer gran contrato que han tenido a corto plazo les ha llevado a vender seis de estos Fulmar. El acuerdo, firmado con la Agencia de Seguridad Marítima de Malasia, los guardacostas, permite la configuración de estos UAVs para una amplia variedad de misiones, como la lucha contra la piratería, operaciones anticontrabando o vigilancia de pesqueros.
No prevén una gran mejora del Fulmar para el año que viene, pero Rodríguez adelanta una nueva tendencia, en parte creada por ellos, en la que los sensores tendrán una importancia capital. “Habrá mejores cámaras, sensores láser (levantamiento en tres dimensiones, control de contaminación), etc. Todo lo que se pueda incluir en el Fulmar se incluirá, siempre y cuando sean dispositivos de uno o dos kilogramos”, indica.