La Fundación Ramón Areces sigue con su serie de coloquios online sobre relacionados con el COVID-19. En esta ocasión, la historia ha servido como excusa para hablar de posibles ideas en un mundo que debe recomponerse tras el confinamiento. La historia demuestra que la sociedad siempre se ha recuperado de sus reveses; pero cierto es que, en este siglo, las cosas funcionan bastante diferente a lo anterior.
“No sé si la historia es maestra de la vida, pero sí nos muestra lo que ya hemos vivido antes”, ha indicado Manuel Lucena, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC). “Es cierto que la aceleración de la vida con la tecnología, además de la caída del mundo de Berlín, da una sensación de conexión global. Y esto es novedoso e interesante, porque la conectividad de la comunicación global es tan densa que todo lo que sucede ocurre de manera inmediata”.
Por otro lado, según el historiador Pablo Martín-Aceña, catedrático de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Alcalá, hablar sobre el futuro es directamente peligroso. Y difícil. “¿Cuál será el futuro? El futuro es incierto, y todas las predicciones que se puedan hacer, sobre un rebrote, o un fenómeno de meses son conjeturas. Como se conjetura con la economía. Hace una semana escuchaba un coloquio entre dos expertos economicos, y uno de ellos, Miguel Sebastián, hablaba de recuperaciones en V, en doble V… Conjeturaba, pero admitía que no sabía qué hacer exactamente”.
“Los médicos no saben cuándo se va a descubrir una vacuna. O medicamentos que nos curen. Nosotros podemos dar algunas ideas, plantear algunas hipótesis, pero tenemos la historia. Lo que ha pasado. Y podemos tener la certeza de que no hay nada nuevo bajo el sol. Pandemias ha habido desde que el mundo es mundo. Algo que también sabemos es que hemos salido de todas, como de las crisis económicas. La cuestión está en que las salidas son dolorosas”, ha indicado.
Lucena ha subrayado, por su parte, que, de todos modos, ya tenemos experiencias con las pandemias. Como las epidemias en la época de Felipe II. “Epidemias que duraban dos años, tres años, y así están en los libros de historia. Sí es verdad que, a la hora de comprender los acontecimientos, es cierto que algunos elementos definitorios que tienen que ver con la experiencia que tenemos. La globalización es cuando se hace un intercambio masivo de todo lo que forma parte de la experiencia humana y, en ese sentido, sí estamos viviendo la primera epidemia con la cámara por delante”.
Pero que la historia explique las crisis actuales no quiere decir que las salidas anteriores estuvieran bien. Las “verdades cansadas” siempre han existido. “EEUU acusa a China, China a EEUU, en Europa vemos la culpa en todas partes… Tendríamos que hacer una fuerte reflexión para poder salir y ver el futuro que nos merecemos. Y en eso sí creo que la historia es importante”, ha señalado Lucena.
“Es una pandemia que se esta transmitiendo al día”, ha coincidido Martín-Aceña. “La globalización es un elemento que ha acelerado la expansión de la epidemia, y es una de las causantes de que nuestro futuro sea menos globalizador, o eso dicen. Pero las cadenas de valor, los intercambios mercantiles y de capital son tan transfroterizos que no creo que vaya a ocurrir eso. Los jóvenes no están dispuestos a quedarse en casa. La globalización no va a retroceder”.
“Los estudiantes –ha apuntado Lucena– muy jóvenes dicen que en Europa hay monumentos, hay museos. Saben que la cultura les va a resolver cosas, pero, en experiencia, se llevan lo mejor que tenemos. En Europa no nos acabamos de creer lo bien que estamos y lo lejos que hemos llegado. Y me parece preocupante”.
Según él, uno de los efectos insospechados de la crisis del coronavirus es que está obligando a la sociedad a pensar y a sacar del cajón los problemas que guardaba. "Hay mucho rey desnudo delante del espejo. La calidad de los líderes de los sistemas democráticos tenemos que repensarlos y la pandemia es un buen momento porque detrás de los aparatos de poderdebe haber capacidades”.
“Me preguntaba –ha apostillado Martín-Aceña– si el progreso se ha detenido o se va a detener… Yo creo que estamos en un paréntisis, como después de la peste negra. Es más, la peste negra trajo como consecuencia un aumento de los salarios reales de los que sobrevivieron, fue la edad de oro del trabajador y los propietarios buscaban mano de obra, por lo que se transformó la economía hacia delante. Fue el inicio de la crisis del mundo medieval, de la quiebre del mundo señorial”
“Luego llegan las pandemias del XVI y el XVII y sigue habiendo brotes hasta el XIX –ha proseguido–. El progreso va a continuar, sería la primera vez que no ocurriera. La cuestión es cómo de largo es este paréntesis, ¿un paréntesis corto? Ñas sociedades tienen fuerza para seguir hacia delante. La crisis de 1918 no la recordaba nadie hasta hace poco, fue terrible para esa generación, pero no marcó el devenir de esa sociedad”.