Unos piensan que el hombre está destruyendo la Tierra, otros afirman que el calentamiento global es un ciclo normal de nuestro planeta y un número considerable se personas aseguran que todo es una gran mentira del lobby ecológico. Sea como fuere, lo que sí es cierto es que las empresas cada vez son más conscientes del mundo que nos rodea y de la importancia que tiene cuidar de nuestro planeta, esté en peligro o no. Y el mundo de la cultura no iba a ser menos.
El Espacio Fundación Telefónica ha albergado el foro ‘Cultura, Empresa y Sostenibilidad’, donde representantes del mundo del arte han explicado qué medidas toman en sus casos, cuáles son los retos de su industria y cómo es la verdadera realidad económica de sus iniciativas sostenibles.
Para poner en contexto la situación de la administración pública –principal “mecenas” del arte en España–, Juana Escudero, subdirectora de educación y cultura de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), ha explicado que hay una reciente ley de contratos del sector público que “obliga a contratar según algunas pautas; todo está sujeto a la aplicación de esta ley que tiene, además de las características de una contratación pública normal, valores medioambientales, sociales y laborales. Toda empresa que quiera trabajar con la administración pública tiene que aportar, como mínimo, a una de estas tres cuestiones”.
Según ella, esto está modificando la forma de contratar de las empresas públicas, que es el que más contratación genera en cultura, sobre todo en la época de crisis. “La parte compleja es seguirlo y controlarlo, de manera real. Estamos en ello. Y no es más caro financiar proyectos potencialmente sostenibles, es una leyenda urbana muy extendida, pero falsa”.
“Es cierto que se puede ir acorde con la sostenibilidad sin gastar mucho dinero”, ha asegurado, por otro lado, Víctor Torre, codirector del Teatro Sol y Tierra. “Trabajamos con materiales naturales, reciclamos mucho, hacemos todo artesanal, poco pegamentos, plásticos… Nuestra responsabilidad personal es muy importante. Comenzamos hace 40 años, y ahora tenemos herramientas como balances de auditorías de manera ecológica, social y económica. La UNESCO dice que para que haya sostenibilidad ambiental tiene que haber sostenibilidad económica, pero para eso tiene que haber una cultura alrededor de este tema. De todos modos, creo que si los techos de Madrid no tienen paneles fotovoltaicos se tiene que deber a intereses oscuros”.
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Javier Angulo, director de la Seminci, siempre ha creído que el cine podía concienciar sobre el cambio climático. “Nuestro festival está sostenido por lo público. Los festivales son deficitarios, pero hay que seguir haciéndolos, queremos lo suficiente para seguir llevando cultura. Antes teníamos que ser pioneros, pero ahora hay que ser combatientes”. Angulo ha puesto como ejemplo a una gran superproducción como puede ser Juego de Tronos. “El cine en sí ha contaminado, claro, la problemática de la celulosa era brutal. Los rodajes… eso sí sigue contaminando. Pero, por ejemplo, los actores de Juego de Tronos utilizan una cantimplora para ellos, para siempre, y las van llenando en aljibes que hay por todos lados. En total, se han ahorrado más de 4.000 kilos de plástico”.
Asimismo, Enrique Salaverría, presidente de Smedia y principal gestor de los teatros de Madrid, ha contado algunas de sus experiencias sostenibles: “El aplauso genera energía, es efímera, y se pierde. Y queríamos que eso se transformara en dinero se donara a hospitales del tercer mundo. Convertimos esos aplausos en energía y eso pasó a ser una donación económica. O, por ejemplo, notamos que utilizar un coche en Madrid ya era incómodo incluso de ver. Así que decidimos tener aparcacoches, como en los grandes cines… Pero solo pueden ser de carsharing. Todo esto funciona, hasta que la Tierra diga basta. Yo insisto, hablamos de cultura y a veces olvidamos en la raíz que nos tenemos que mover para que la sociedad nos entienda”.
Al final, como afirman desde la Fundación Telefónica, la cultura no puede ser ajena a un doble desafío: “adoptar en su propia actividad prácticas orientadas hacia la sostenibilidad y convertirse en un eficaz vehículo de comunicación de comportamientos sostenibles de cara la sociedad”. Por su parte las empresas tienen cada vez más presente que su objetivo no puede ser solo la maximización del beneficio. Las empresas líderes compaginan estos comportamientos con el aporte a la sociedad. “En la búsqueda de fórmulas útiles para conseguirlo, la alianza con la cultura abre un campo de colaboración con un potencial enorme”, aseguran.