Ante el problema de la falta de biodiversidad, más ganadería extensiva. Esa es la conclusión de una iniciativa europea formada por diez proyectos de España, Portugal, Italia y Grecia que, además, cuenta con un manifiesto -en honor al 30 aniversario de Life- con cinco razones que argumentan el por qué esta práctica es tan necesaria para paliar la crisis climática actual.
En España, la gran impulsora es Fundación Global Nature, que ya cuenta con iniciativas de este tipo. Desde la organización recuerdan que la cabaña de ganadería extensiva en Europa sigue disminuyendo por la desaparición de las pequeñas y medianas explotaciones.
“El abandono de la actividad ganadera tradicional y su progresiva industrialización, junto con los efectos adversos del cambio climático hacen que sea urgente implementar un Plan de Acción Estratégico para la Adaptación de la Ganadería Extensiva al Cambio Climático que permita mantener ecosistemas funcionales, biodiversos y resilientes, al mismo tiempo que un mundo rural vivo” demandan desde la Fundación.
Del pasado al futuro
La ganadería extensiva, en realidad, es una de las prácticas agrarias más antiguas del mundo. Gracias a ella, cabe recordar, se ha configurado el paisaje y la biodiversidad de toda Europa. El pastoreo ha utilizado desde milenios recursos naturales locales y un bajo consumo de insumos externos -esto es, que deriva en alimentos con baja huella de carbono-.
Pero ¿cuáles son exactamente sus beneficios? Entre otras, permite seleccionar razas autóctonas bien adaptadas al territorio lo que hace del pastoreo extensivo “no solo un legado cultural a preservar, sino también una actividad con gran capacidad de adaptación a los efectos del cambio climático”, apuntan en el manifiesto.
Además, la ganadería extensiva contribuye a la mitigación del cambio climático, a través del importante papel que desempeñan los pastos y sistemas silvopastoriles en el secuestro de carbono, tanto en la vegetación como en el suelo, cuando el pastoreo se planifica de forma adecuada.
En resumen: mantiene y aumenta la diversidad biológica y paisajística, mejora el bienestar de los animales, mejora la seguridad y la soberanía alimentaria, ofrece diversos y relevantes servicios ecosistémicos y es una herramienta fundamental en la adaptación y mitigación.
¿Qué se necesita?
Así, para que la ganadería extensiva contribuya a la biodiversidad, se necesita en primer lugar, el reconocimiento y compensación económica por los servicios ambientales prestados, tanto por la sociedad como por los organismos públicos y comunitarios, demandan. Segundo, aplicar políticas públicas de apoyo al pastoreo. Y, en tercer lugar, dar apoyo técnico a los productores.
Por otro lado, “mejorar la rentabilidad de la actividad asegurando formas dignas y lucrativas de ejercer la profesión”. En quinto lugar, sensibilizar a la sociedad sobre los valores diferenciales de la ganadería extensiva respecto a otras; sexto, fomentar el consumo de productos derivados de esta práctica, y séptimo, apoyar a la trashumancia aumentando los incentivos.
Para terminar con el decálogo, en octavo lugar piden fomentar la investigación científica aplicada a la ganadería extensiva con inversiones a largo plazo; noveno, fomentar la gobernanza y la participación multiagente; y, por último, incorporar la actividad de la ganadería extensiva y a sus productores en los instrumentos de planificación y gestión territorial.