“El objetivo de todo emprendedor tiene que ser conseguir que el inversor corra hacia él, y no que salga corriendo como acostumbramos a ver”. Así ha definido Roberto Ballester la meta de todo emprendedor, dirigido concretamente a todos los que apuestan por girar su negocio hacia lo social. En su paso por Salón miEmpresa 2016, el director de relaciones estratégicas y captación de fondos de la Fundación Socialnest ha expuesto algunas de las claves para seducir, implicar y comprometer a los inversores a través del impacto social.
A su juicio, el inversor de impacto social “es exigente, selectivo y diversifica los riesgos”. Y es que para captar la atención, y posteriormente la financiación, de este perfil de inversores ha apuntado que es necesario que la empresa social cumpla su función, que “no es otra que generar ese impacto social que propone”. Es por ello que presentar datos creíbles, una información detallada y una justificación “lo suficientemente atractiva para que el inversor empate con nuestra iniciativa” se convierten en “recetas indispensables” para seducir a quienes queremos que nos apoyen.
Ballester ha presentado algunas de las barreras de la inversión de impacto, como por ejemplo la dificultad para encontrar oportunidades de inversión que se ajusten al perfil del inversor, la falta de inversiones de calidad, la escasez de profesionales con experiencia en inversión de impacto, la medición inadecuada del impacto o la falta de investigación y datos de productos y resultados. “Hay que tener siempre presente que el inversor es quien pone el dinero. Parece algo obvio pero no siempre lo entendemos”, por lo que “nos va a pedir mucha información sobre el impacto social que generales”.
