En Lobón, en la provincia de Badajoz, una visionaria familia lleva desde el 2009 gestionando residuos peligrosos y no peligrosos de aparatos eléctricos y electrónicos. No siempre fue así: vienen del sector agrícola, concretamente del sector esparraguero, pero en 2006 empezaron a diversificar y a transformar todas sus empresas familiar. De ahí nació Movilex, una compañía que ya trabaja con 490.000 toneladas de residuos para más de 2.000 clientes por todo el mundo.
“Para el sector medioambiente, la gestión de residuos es clave; sin embargo, en Extremadura no había ninguna empresas con una capacidad importante para ello, y menos que tuviera relevancia a nivel nacional”, explica su presidente Luis García-Torremocha. Acostumbrados desde siempre a exportar sus productos fuera, ya desde el comienzo de Movilex empezaron a mirar fuera de la región.
Lo primero fue comprar una planta de reciclaje de residuos peligrosos y no peligrosos, donde pudieran reciclarse vehículos aparatos eléctricos, electrónicos y residuos no ferrosos. Fue, cómo no, en Lobón. “Lo que queríamos era tener un proceso bien diseñado y controlar la cadena de valor completa: es decir, lo que es la recogida del residuo, la descontaminación, la valorización… Todo para poder reciclar el residuo y poder vender la materia prima, que es el valor añadido que tenemos”, afirma.
El presidente de Movilex, de hecho, indica que es como un circuito de producción inversa porque “desmontan lo que está montado”. Su objetivo: convertirse en una empresa líder que controle de manera muy determinada la trazabilidad medioambiental de los residuos y la materia prima que generan, cerrando el ciclo de la economía circular –“clave para el futuro”, apunta– y convertirse en pioneros siendo líderes de la minería urbana.
De Extremadura a Panamá (y vuelta)
Empezaron de manera efectiva en 2010, en Extremadura. “Posteriormente, empezamos a crecer y teníamos que ubicarnos en otras zona, así que en 2014 pasamos a Valencia”. Exportaban un 70% de esa parte valorizada, así que empezaron a mirar fuera. La oportunidad estaba en Panamá, en plena construcción de su Canal.
“Lo montamos allí porque la logística era sencilla y económica y, además, éramos competitivos también para India, China, Vietnam, Corea y Tailandia. Era el 2015 y hacíamos el reciclaje de neumáticos, madera, material ferroso de todo el Canal…”, enumera. “Había 70.000 trabajadores diarios, llegaban a las esclusas en autobuses. Autobuses que se iban estropeando, como la maquinaria en general. Así que dábamos servicio a la Unión Temporal de Empresas (UTE) que gestionaba el Canal de Panamá”.
Por ejemplo, en el caso de los autobuses –aunque en realidad podía ser cualquier otro tipo de vehículo o maquinaria–, primero descontaminaban, quitando el gasoil, el aceite y otros productos que llevaran. Ese proceso de valorización llegaba a la parte de la trituración y luego se separaba el material ferroso, el plástico del aluminio, el cobre. “Luego eso se vendía y se hacían otros productos para el coche, otros para vigas, aluminio que funciona como radiador para otros vehículos, etcétera. Hablamos en pasado, pero en realidad así es como funciona Movilex”.
Un año después abrieron en Cartagena de Indias (Colombia), el mismo año en el que se especializaron en el reciclaje desde barcos de 350 metros de eslora a petroleros en Recife (Brasil), con todo lo que conllevaba en cuanto a materiales peligrosos y no peligrosos, ferrosos… Uruguay, en 2020, fue la última aventura internacional –al menos sobre el terreno– de Movilex. Sin contar con el país con el que España comparte la Península.
“En 2018 volvimos a Lobón y ampliamos el circuito completo de aparatos para frío y en 2020 entendimos que el mundo había cambiado, que la industria volvía a Europa después del covid y que debíamos centrarnos en Portugal y España. Abrimos en Alicante, luego en Oporto para todo tipo de materiales”, resume.
Lo importante y el futuro
Según García-Torremocha, en el mundo del medioambiente hay tres cosas importantes: primero que la normativa medioambiental del país esté bien, porque si no lo está no hay obligatoriedad de reciclar de manera correcta –se debe reciclar el 85% como mínimo de los materiales que se destinan a ello; la empresa extremeña aprovecha hasta el 96%–. Segundo, que haya una buena inversión en maquinaria, ya que casi todo está automatizado para la trituración, con molinos automáticos o separadores para imanes.
“Todo supervisado por personas, que es la tercera base, montar un equipos. Algo que a nosotros nos costó porque cuando empezamos, 2011, 2012, 2013 había mucha destrucción de empleo. Pero esa base es ahora la que forma parte de Movilex, tuvimos mucha suerte de encontrarlos”, refiere sobre las 147 personas que trabajan de forma directa para la compañía.
“Todo es un continuo cambio, hay que estar adaptándose y por suerte nuestro equipo de medioambiente siempre se está adelantando a las leyes. Además, el 35% de la energía que consumimos la generamos nosotros. Ahora solo queda que se vuelva a utilizar todo, al modo de la economía circular, y que la materia prima esté en circulación”, declara el presidente de Movilex.
Su objetivo a futuro, por último, es montar otras tres plantas más en España y Portugal. Y aumentar los 32 millones de facturación que han conseguido este año. “Seguiremos importando residuos de Latinoamérica, muchas empresas de allí quieren venir y competir y cumplir con la normativa europea, algo que es bueno. La industria está volviendo a Europa, se está volviendo a fabricar y con las nueves leyes hasta el 40% del plástico será reciclado. Ahí estaremos nosotros, que también tenemos que hacer la contribución moral, como empresarios, de dejar un mejor mundo a los que vengan”.