El consumo de alcohol antes de los 21 años puede provocar el desarrollo de demencia temprana (en torno a los 40 años). El tema no es novedoso entre la comunidad científica. Sin embargo, su calado social es escaso o nulo. “El asunto es mucho más serio de lo que pensamos, pero la aceptación social del alcohol y las implicaciones económicas frenan que se convierta en una verdadera alerta”, explica a Innovaspain Gonzalo Herradón Gil-Gallardo.
El Catedrático de Farmacología y Decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad CEU San Pablo, es una de las referencias nacionales en este campo como Investigador Principal del grupo Neurofarmacología de las Adicciones y los Trastornos Degenerativos (NEUROFAN) e integrante de la Red de Investigación en Atención Primaria de Adicciones (RIAPAd).
Perder un tesoro
Herradón alude a los numerosos artículos científicos vinculados a experimentos con animales sometidos a niveles plasmáticos de alcohol en sangre similares a los de un adolescente cuando hace botellón y bebe sin medida. “Evidenciamos los efectos en el cerebro y cómo se deterioran áreas y células muy concretas: los progenitores neuronales”.
La importancia de los progenitores neuronales es máxima. “Ante los estímulos adecuados del organismo, se diferencian a neuronas maduras para ayudar al cerebro. Esto se produce normalmente en toda situación de daño, incluido el envejecimiento. También si contraemos un virus o sufrimos un traumatismo craneoencefálico. Cuando hay una pérdida de masa neuronal, el organismo ‘envía’ a los progenitores neuronales para paliar el problema”, detalla Gonzalo Herradón.
Atracones de alcohol
De un tiempo a esta parte, a las evidencias en animales se han sumado estudios longitudinales de largo recorrido con adolescentes y jóvenes de varios países. “Un grupo estadounidense demostró que el consumo de alcohol a esas edades influye en el desarrollo de demencia temprana. Estos adolescentes no beben nada de alcohol 5 días de la semana, pero hay 2 días en los que lo hacen de manera abusiva. Ese es el peor consumo posible porque lleva a niveles plasmáticos de alcohol gigantescos. Son estos atracones los que terminan dañando el cerebro”, asegura el investigador.
Según la última encuesta sobre drogas en enseñanzas secundarias en España (ESTUDES), 3 de cada 4 estudiantes entre 14 y 18 años han bebido alcohol durante el último mes, y un 27 % lo ha hecho rápida e intensivamente.
Pese a conocer bien el terreno que pisa, Gonzalo Herradón regresó impactado del Congreso anual de la Society for Neuroscience, celebrado en San Diego. “Los datos que se presentaron son tremendos y rigurosos (su origen está en el biobanco australiano de datos sobre pacientes alcohólicos, el más prestigioso del mundo en esta materia). Se aprecia una clara correlación: cuanto antes comienza el consumo de alcohol, más probabilidades existen de padecer esa demencia temprana. Es algo que ya nos atrevemos a decir. No hay dudas”.
“¿Cuántas familias aceptan que sus hijos e hijas beban cada fin de semana porque ‘todos lo hacen’?”
El experto define este contexto como un problema inmenso con varias aristas. “Más allá de la banalización del alcohol, debemos ser sinceros con nosotros mismos. ¿Cuántas familias aceptan que sus hijos e hijas beban cada fin de semana porque “todos lo hacen”? No existe percepción del riesgo. Todos somos en parte culpables. Lo cierto es que asistimos a un incremento de enfermedades neurodegenerativas motivadas por el estilo de vida que no hay país ni economía que puedan soportar”.
Herradón es uno de los científicos que recibe financiación de proyectos del Plan Nacional sobre Drogas, lo que denota que la preocupación existe. “Ampliar conocimiento sobre lo que está ocurriendo esta muy bien, pero la clave es reducir el consumo de alcohol cuando antes. Se pueden hacer muchas cosas desde ya y no entiendo que no se pongan en marcha”.
El investigador recuerda que desde los tiempos de Ramón y Cajal sabemos que el cerebro humano se desarrolla, como mínimo, hasta los 21 años. Entretanto, es más vulnerable a los agentes tóxicos. “¿Cómo es posible que no incrementemos el límite legal para consumir alcohol? Y hay muchas más opciones. En otros países han constatado que separar la publicidad del alcohol de las estrellas deportivas reduce su consumo entre los más jóvenes. Otras medidas, de tipo impositivo, son más directas. Aún así, lo más importante es lo que sucede en casa; la influencia de la familia es la base de todo lo demás”.
Tomar cartas en el asunto
Al igual que en muchos otros lugares, España es un país complicado a la hora de tomar decisiones drásticas respecto al alcohol. La percepción errónea más arraigada es la del saludable vaso de vino diario. “Cualquier dosis de alcohol perjudica nuestra salud. Pero ojo, no pretendemos prohibir nada, hablamos de una intervención específica en un colectivo concreto, los más jóvenes, para evitar la prevalencia de enfermedades graves en torno a los 40 años de edad. Desgraciadamente, apenas somos capaces de hacer cumplir la Ley del Botellón, así que dudo que se vayan a dar más pasos adelante al respecto”.
Gonzalo Herradón llama a ser conscientes de que el coste del alcohol en Europa supera con creces al de cualquier otra droga. “Accidentes de tráfico, enfermedades hepáticas y cardiovasculares, demencias... Se lleva por delante muchas vidas y miles de millones de euros. Lejos de respetar las leyes, favorecemos el consumo de alcohol, casi lo celebramos. Por ejemplo, sabemos que varios derivados metanfetamínicos pueden provocar párkinson, y nos asustamos, pero con el alcohol nadie se mete”.
Los fármacos: una alternativa no deseable pero posible
Ante esta situación existen dos alternativas: prevenir o revertir. El grupo de Gonzalo Herradón es uno de los que trabaja en mitigar el daño cerebral cuando no existe otra opción. “Hemos publicado un ensayo en animales a nivel preventivo con resultados prometedores”.
El nuevo compuesto, llamado por el momento MY10, debería ser suministrado una hora antes de ingerir altas dosis de alcohol para preservar los progenitores neuronales. “Comprobamos que, si inyectamos el fármaco, el hipocampo del animal permanece intacto después de beber”.
Otras opciones posibles, pero no definitivas, ya se utilizan para tratar distintas patologías. La ventaja aquí es que han superado las pruebas de toxicidad y efectos adversos. “Tampoco son fármacos diseñados para que dejes de beber, no son conductuales”, aclara el catedrático.
Prevención, prevención y prevención. “Los avances médicos son fantásticos, pero si me pongo morado de cordero y de tarta de queso, terminaré con una pastilla para el colesterol, después una para la tensión y quizá otra porque me han diagnosticado pre-diabetes. Lo mejor es seguir unos hábitos de vida saludables. Ya que no siempre es posible, desde el laboratorio intentamos que el daño en los cerebros más jóvenes sea mínimo”.