El ingreso como Académico de Michael Graetzel en la Real Academia de Ingeniería (RAI) es un dato que conviene tener en cuenta. La RAI continúa subiendo peldaños. Tan despegadas a veces de la vida cotidiana, estas instituciones, que atesoran recuerdos y legados de inmenso valor por los fondos que poseen y la sabiduría de quienes la habitan, han quedado relegadas, en demasiadas ocasiones, a puntos de encuentro donde mandan los egos y no la transparencia y la unión con la sociedad. En este sentido, la RAI ha roto esa tendencia para incorporarse con ganas a una de las cuestiones de más candente actualidad, como es subirse al carro de la innovación como única salida para transformar una sociedad que, entre unas cosas y otras, corre el peligro de quedarse en esa tela de araña que siempre teje el pasado y el conservadurismo reaccionario
Han sido muchos los proyectos a los que se ha sumado o ha puesto en marcha en la RAI en los últimos tiempos. Sin ir más lejos, hace unos días hablamos del Programa Generacción que, junto con la Fundación Cotec y Deloitte, promueve. Y recientemente lanzó “Mujer e Ingeniería”, con el ambicioso objetivo de lograr que las niñas opten por estos estudios que, entre otras cosas, les facilitará el acceso al trabajo y algo más importante: rescatar el 50% del talento humano para estos estudios específicos o el área STEM, según dijo Sara Gómez, la directora del programa, en el acto de presentación.
En este sentido, la incorporación del sabio Michael Graetzel a la RAI como Académico es una señal de buena salud. El químico suizo, nacido en Alemania en 1944, es una de las personalidades más transcendentes de la ciencia europea en los últimos años. Siempre a las puertas de Nobel, tiene un curriculum que lo acredita como tal. Señalado como una de las personas más innovadores del continente, sus trabajos han posibilitado el desarrollo de las energías renovables, una de las revoluciones producidas y de las que no somos conscientes porque las estamos viviendo y hablamos más de las potencias instaladas que de los avances científicos en esta área.
Gracias a Graetzel, el sol está más cerca de ser esa fuente inagotable de energía eléctrica y a precios asumibles. Destacaba el profesor e investigador español Manuel Doblaré, que hizo la laudatio en el acto de ingreso, las investigaciones del nuevo académico en el campo de las transferencia de electrones de unos materiales a otros, esenciales para recoger esa energía solar que necesitamos; lo necesitamos porque es urgente cambiar la forma de generar energía, campo en el que se han concentrado algunos de los trabajos más brillantes del químico alemán que, por cierto, no es el primer extranjero en ser académico de la RAI, como también lo es de otras prestigiosas academias de todo el mundo.
La energía, que no se crea ni se destruye, simplemente se transforma, como aprendimos de pequeños, es el gran reto de la innovación mundial. Nada será posible si no hay una forma que no implique riesgos de tener mucha energía a precios asequibles. El efecto de la utilización de combustibles fósiles ha llegado a su límite y, como decía Doblaré, es imperioso encontrar una solución, que es y ha sido el gran campo de trabajo de nuevo académico de la RAI. Tenerle cerca nos dará más posibilidades de conocer más a fondo su trabajo, difundirlo y que, en consecuencia, anime a las nuevas generaciones a que se sumen al campo de la investigación y el desarrollo. Por eso es acertada, muy acertada, la decisión de la RAI.