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El hallazgo de agua bajo el Templo de las Inscripciones (México) plantea nuevas teorías

La red hidráulica podría simbolizar el camino al inframundo
Templo de las Inscripciones. Zona Arqueológica de Palenque. Foto INAH.
Templo de las Inscripciones. Zona Arqueológica de Palenque. Foto INAH.

El Templo de las Inscripciones, edificio prehispánico que alberga la tumba de Pakal en Palenque, continúa siendo motivo de investigación y asombro. La última sorpresa se ha producido como consecuencia del hallazgo de un sistema de canales bajo la pirámide mexicana que cambia la teoría original sobre su construcción, señalan desde el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.

El director del Proyecto Arqueológico Palenque, Arnoldo González Cruz, cree que, por su cercanía a la cámara funeraria (a 1,70 metros por debajo del umbral de su pared norte), este sistema hidráulico posiblemente reproducía de manera simbólica el sinuoso camino que condujera a K’nich Janaab’ Pakal, “Escudo Ave-Janaab’ de Rostro Solar”, a las aguas del inframundo.

El antropólogo Diego Prieto, secretario técnico del INAH, y el doctor Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología de esa misma institución, comentan que, si bien el Templo de las Inscripciones y su cámara funeraria han sido estudiados por la arqueología desde la mitad del siglo XX, el hallazgo de este sistema hidráulico subterráneo demuestra que la investigación sobre la edificación más representativa de esta zona arqueológica de Chiapas, parte ahora de nuevos cimientos.

A partir de un manantial

Según González Cruz, con este descubrimiento cambia la tesis original del arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier acerca de que la cámara funeraria de Pakal II, la cual descubrió en 1952, sería el punto de partida de los nueve cuerpos que componen el Templo de las Inscripciones. Ahora la evidencia sustenta que su centro debió estar dado por la existencia de un manantial.

La compleja red de canales, dispuestas a diferentes niveles y orientaciones, debió ser diseñada “mucho antes que se proyectara la pirámide misma, en las primeras décadas del siglo VII de nuestra era”. El origen de esta corriente de agua, la cual aún fluye por el canal principal, “fue el punto de partida desde el cual se erigió el edificio y cuyo fin era asociar a Pakal II, el gran señor de Palenque, con estos acuíferos”.

Para Arnoldo González, no cabe duda de que K’nich Janaab’ Pakal fue el sabio que proyectó este plan arquitectónico, porque fue durante su reinado (615-683 d.C.) cuando comenzó la construcción del Templo de las Inscripciones, una edificación funeraria que concluiría su primogénito, K’nich Kan B’ahlam, en el lapso que duró en el trono de Lakamha’, “Lugar de las Grandes Aguas” —nombre original de la ciudad maya—, entre los años 683 y 702 d.C.

El investigador del INAH, quien descubriera en 1994 el sarcófago de la Reina Roja, explica que el descubrimiento en el subsuelo del Templo de las Inscripciones se dio como un hecho fortuito dentro de los trabajos de conservación arquitectónica del mismo, al realizar una serie de pozos de sondeo al pie de su fachada principal a fin de ubicar el desplante de la escalinata y las alfardas que la limitan.

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