La de Hemper es la historia de un idilio con Nepal que no nació por los habituales y sobreexplotados cauces (misticismo, naturaleza), sino por una nueva aproximación a las tradiciones perdidas y a las personas capaces de impedir que las viejas praxis mueran definitivamente. “Apostamos por desarrollar una carrera profesional, generar cambios en Nepal y promover la moda sostenible en España”. Este triple objetivo del que nos habla Gloria Gubianas, cofundadora de Hemper, empieza a cristalizar dos años después de que vendieran las primeras mochilas elaboradas con cáñamo artesanal, seña de identidad de la marca. “Teníamos que hacer algo que fuera mucho más allá del souvenir de mercadillo”.
“Las comunidades detrás del cáñamo salvaje, localizadas en la montaña, son las mas vulnerables del país”, explica Gubianas sobre un colectivo, el de los productores locales, al que involucraron desde el principio y que en este tiempo ha crecido junto a Hemper y otras firmas con una identidad similar.
El cáñamo es ecológico por su eficacia, no requiere pesticidas, absorbe más CO2… “El problema es que los lobbies del algodón o el poliéster lo han relegado. Este arrinconamiento provocó que se dejara de lado su proceso de industrialización; la definición del know how capaz de convertir la planta en fibra textil”.
Es en este punto, con un hipotético desarrollo en el aire, cuando entra en escena Hemper. “Llegamos a pueblos donde nadie había pensado en darle nuevos vuelos al cáñamo. Lo encontramos comercializado pero dejando de lado su pureza, mezclado con otras fibras”, detalla Gloria Gubianas.
La startup ha recuperado la técnica tradicional con cáñamo puro. “Es más costoso, pero no creemos en un producto hecho para el regateo con turistas”. No es la única ‘revitalización’ de la que Hemper es responsable. “Practicamos otras técnicas nepalís, como el pintado vegetal, que es muy trabajada pero no aplicada al cáñamo”. Además, la empresa prevé elaborar productos con lana de yak. “Estas técnicas se han perdido por el consumo extremo y la globalización. Tenemos que ser capaces de adaptarlas al mercado”, asevera Gubianas.
La emprendedora cree que el momento es propicio para que su propuesta sea bien recibida. “Cuando obtuvimos el certificado B-Corp éramos ‘cuatro gatos’, y ahora no paran de surgir empresas con el distintivo, pese a que los requerimientos son exigentes. Conseguirlo supone un proceso largo y mucho trabajo”. “Abundan las señales que indican que el mercado va en esa dirección”, añade.
Sin embargo, la cofundadora de Hemper admite que el camino por recorrer aún es largo. “Todos, y me incluyo, somos duales. Es muy cómodo hacer click y que Amazon nos lleve a casa todo lo que necesitamos. Las marcas como la nuestra tenemos que ser más accesibles para el consumidor, pero no podemos hacerlo solas”.
Gloria Gubianas piensa que para hablar del verdadero calado de la sostenibilidad en el mercado de la moda hacen falta más tiempo y más recursos. “Necesitamos un empujón. Es lo más inteligente si de verdad queremos apostar por otro tipo de consumo. Emprender en España es complicado, pero no hay marcha atrás y precisamos de una economía consciente, sostenible y circular. Las ayudas públicas y privadas son fundamentales. Es una pena porque en España hay mucha iniciativa y todo podría ir más rápido. A día de hoy, el consumidor se tiene que romper la cabeza para ejercer su papel de manera responsable”.
El año 2022 se presenta movido para Hemper. En breve abrirán una ronda de financiación con la que buscan escalar todos sus canales de venta y sentar las bases de la apertura de una primera tienda física en Madrid o Barcelona, contemplada para finales de 2023. "La colección de verano va a ser muy especial, diferente a lo que hemos hecho hasta ahora". Antes, en febrero, lanzarán una mochila de cáñamo impermeable. En paralelo, trabajarán en la línea corporte, Empower by Hemper, donde producen uniformes de hotel, welcome packs o mochilas personalizadas.
Gubianas seguirá aplicando lo aprendido en el grado LEINN de la Universidad de Mondragón. “Sin esta formación no habría emprendido nunca. Lo que hace potente al grado LEINN es el contexto; nos hablan de cómo empezar, qué necesitamos para arrancar. Es un entrenamiento mental antes de lanzarte a los leones que dota de herramientas en un espacio donde no te juegas ni dinero ni el futuro profesional. Esa fase previa me dio muchos recursos emocionales. No había sabido por donde empezar. Es una opción muy válida si quieres emprender joven”, concluye.