Hojjat Adeli (Lahijan, Irán, 1950) tiene la certeza de que la inteligencia artificial (IA) hará nuestras vidas más fáciles y que tecnologías como el reconocimiento facial son necesarias para nuestra seguridad. De hecho, no está de acuerdo en que el Ayuntamiento de San Francisco haya prohibido su uso en mayo. “Solo porque se pueda abusar de la tecnología no puede decir ‘voy a dejar de utilizarla’ ”, ha asegurado el ingeniero civil estadounidense este viernes, día en que fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) por sus aportes no solo en el campo de la ingeniería civil, sino también en la informática y en la medicina.
El profesor emérito de la Universidad Estatal de Ohio considera que la inteligencia artificial, además de que hará nuestros trabajos más fáciles, en la medida en que “todo va a estar automatizado”, hará nuestras ciudades más seguras. “Necesitamos vivir en una sociedad segura, necesitamos usar cámaras. El reconocimiento facial es una herramienta para encontrar criminales”, destaca el investigador que a principio de los años noventa desarrolló algoritmos híbridos de aprendizaje automático para problemas de reconocimiento facial. El investigador considera “apropiado” que ciudades como Bogotá utilicen la IA para prevenir crímenes pero es consciente de que un mal uso o abuso de este tipo de tecnologías puede poner en riesgo la privacidad de las personas. “Tiene que haber un equilibrio entre la privacidad y la seguridad”, opina .
Lo que en verdad le preocupa es que las compañías utilicen los datos de las personas y lucren con ellos. “Los datos son el nuevo petróleo”, asegura quien se ha resistido a abrir una cuenta de Facebook para evitar, según él, que Mark Zuckerberg se haga rico con ellos .“No deberían usar tus datos, deberían pedirte permiso para hacerlo y deberían pagarte por ello”, sentencia.
Adeli nació y creció en Lahijan, una ciudad iraní cerca del mar Caspio. En 1973 se graduó de la Universidad de Teherán y en 1976, siguiendo los pasos del ingeniero ucraniano Stephen Timoshenko –considerado el padre de la ingeniería mecánica y estructural moderna– a quien admiraba, obtuvo su doctorado en la misma universidad que aquel, en la de Stanford, con tan solo 26 años. Tras un regreso de unos años a Teherán, volvió a Estados Unidos, a la Universidad Estatal de Ohio donde enseña desde 1983.
En este futuro totalmente transformada por la IA y el machine learning que Adeli vaticina, el cerebro dejará de ser totalmente privado. “En el futuro podré leer lo que estás pensando. ¿Estás mintiendo? ¿Estás pensando en robar a alguien?”, interpela y detalla que mediante un electroencefalograma (EGG) –que permite estudiar la actividad eléctrica cerebral– se podrá saber si los prisioneros “son psicópatas”. Aunque reconoce los problemas éticos que esto conlleva. “Hay quien pensará que (el prisionero) ya pagó su pena en la cárcel y que deberíamos dejarlo en paz… Pero por otro lado, la misma persona puede salir y volver a matar”, continúa reflexionando.
Sin embargo, el interés de Adeli por el cerebro se ha enfocado a lo largo de los años sobre todo en la salud humana. Inspirado por la neuróloga Nahid Dadmehr, su esposa, comenzó a analizar las señales cerebrales de los pacientes con trastornos neurológicos y psiquiátrico en el año 2000. Primero empezó a desarrollar nuevos algoritmos para el diagnóstico automatizado de epilepsia basado en EEG, y continuó con enfermedades como el parkinson o el alzheimer, para el que es “casi imposible” hacer un diagnóstico, destaca Adeli, sentado junto a Dadmehr, que asiente con la cabeza. “Toma mucho tiempo enseñarle al cerebro humano”, añade.
Para quien se ha dedicado cerca de 40 años a desarrollar algoritmos matemáticos en diferentes ámbitos, los retos que este órgano plantea no son mayores que los que plantean un edificio o las autopistas inteligentes. “No puedes decir que uno sea más difícil que el otro, son dos tipos de dificultades diferentes”, afirma.
En el acto de investidura Adeli, que he colaborado con investigadores del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional (UCM-UPM) o del Centro de Tecnología Biomédica, ha confesado el reconocimiento que siente por España. “He publicado muchos artículos de investigadores españoles en mis tres revistas rigurosamente revisadas por pares… ¡Probablemente publico más artículos de España en mis revistas que de cualquier otra nación, con la excepción de EE. UU. y China!”, ha exclamado el autor de más de 600 publicaciones científicas, incluidos 16 libros, y editor jefe de tres revistas especializadas en ingeniería civil, computacional y en sistemas neuronales.
Al final de la ceremonia, el que ha ejercido como su padrino, el doctor José Ángel Sánchez Fernández ha rememorado un episodio de la vida de Adeli. En 1988 el Senado de Estado de Ohio lo nombró ciudadano distinguido del estado. Un hecho que para Sánchez muestra que la inmigración "enriquece a las comunidades de llegada” y "que debería ayudarnos a combatir la creciente xenofobia”.