De un día para otro, el aceite de palma se vio envuelto en una polémica de la que aún parece no haber salido. Comenzó a extenderse por Internet su vinculación con el cáncer, un mensaje que, aunque nunca se ha sustentado en argumentos científicos, ha calado hondo –basta con escribir en Google las palabras ‘aceite de palma’ y ‘cáncer´ para encontrar decenas de informaciones alertando de los supuestos peligros de este producto–.
¿Culpa de los medios de comunicación? No necesariamente. Horacio González es asesor de la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible y ha desglosado a Innovaspain algunas de las principales razones por las que el aceite de palma se ha granjeado enemigos en los últimos años. “Las instituciones y las administraciones públicas no han sido capaces de frenar una supuesta alerta que no existía. Al mismo tiempo, los medios aceleraron su expansión de la mano de las empresas, que aprovecharon el reclamo como herramienta de marketing, y el usuario ha recibido múltiples impactos contradictorios que le confunden”, explica.
A su juicio, “el mayor enemigo del aceite de palma ha sido la desinformación”, por lo que la Fundación tiene el objetivo de divulgar, investigar y dar a conocer el aceite de palma sostenible en España a efectos de contribuir a un mejor conocimiento por parte de la sociedad de sus aspectos a nivel nutricional, de salud y medioambiental. “No hay un único culpable, lo hemos sido todos”, insiste.
En paralelo a la ‘guerra mediática’ contra este producto, González pone en valor que en los últimos años ha aumentado el aceite de palma certificado como sostenible en alimentación. “En 2016, el 23,7% comercializado en España contaba con el certificado RSPO. Este porcentaje ascendió al 43,7% en 2018 y esperamos que siga creciendo. Queda camino por recorrer, pero estamos en la senda adecuada”.
Como remarca el experto, consumir aceite de palma dentro de una dieta equilibrada no supone riesgo alguno para la salud, “siempre y cuando se ajuste la ingesta de grasas y ácidos grasos a las recomendaciones de organizaciones como la OMS”. “Debemos tener en cuenta –continúa– que no ingerimos nutrientes, sino alimentos, y éstos dentro de una dieta. Además, la ingesta de ácidos grasos saturados y acido palmítico en España no proviene en su mayoría de la palma, sino de otros aceites vegetales, de las carnes, pescados, lácteos y huevos”.
Desde el punto de vista medioambiental, sustituir el aceite de palma por otros aceites vegetales o grasas animales requeriría del uso de más tierras para un tonelaje equivalente, lo que sería contraproducente para el medio ambiente. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), otros cultivos aceiteros necesitan hasta nueve veces más tierra que el aceite de palma, por lo que reemplazarlo por otros aumentaría notablemente el total de tierras empleadas para producir suficiente aceite vegetal para satisfacer la demanda mundial. “Instamos a todas las partes interesadas, como gobiernos y ONGs, a cooperar y trabajar con la industria sostenible del aceite de palma para implementar los compromisos de cero deforestación”, apunta González.
El reto de unir al sector
Con el nuevo gobierno en plena configuración, la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible está ante el desafío de conseguir que se firme la Declaración de Ámsterdam. Se trata de un compromiso ya adquirido por los gobiernos de Dinamarca, Francia, Noruega, Alemania, Países Bajos, Italia y Reino Unido en apoyo de una cadena de suministro de aceite de palma totalmente sostenible para este año.
“La experiencia nos dice que para incrementar el consumo de aceite de palma sostenible es imprescindible que los sectores de su cadena de suministro unan sus fuerzas”, expone Horacio González. Estas alianzas ya se han generalizado en Europa, con las que se consigue que muchas empresas y sectores se comprometan a utilizar aceite de palma sostenible.
La Fundación de la que Horacio González es miembro ha dado un paso más y se ha integrado hace unos meses a la plataforma ‘Sustainable Palm Oil Choice Initiative’ (en castellano, ‘La iniciativa para escoger aceite de palma sostenible’). La iniciativa llega en un contexto en el que la Comisión Europea ha lanzado una comunicación sobre la intensificación de acciones para proteger y restaurar los bosques del mundo. Entre ellas propone apoyar a los sistemas de certificación de sostenibilidad para todas las materias primas importadas.
“Desde la Fundación trabajamos muy en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Precisamente, el aceite de palma contribuye al cumplimiento de varios de ellos: la erradicación del hambre y la pobreza, calidad en la educación, salud y bienestar de países en vías de desarrollo, igualdad de géneros y reducción de las desigualdades en el mundo, así como una producción y consumo responsables”.