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Cosentino

Hugo Morán: "Debemos evitar que las próximas generaciones paguen una factura más alta de lo que les corresponde"

El secretario de Estado de Medio Ambiente participa en la jornada ‘De la Conferencia de Estocolmo de 1972 sobre medio ambiente hasta hoy’, organizada por Fundación Naturgy, junto al Capítulo Español del Club de Roma
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Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente. (Imagen: MITECO).

En 1952, tenía lugar en Estocolmo la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Comenzaba a dibujarse el imperativo de un compromiso global en la gestión del medio ambiente y el cambio climático. 50 años después, muchos de los retos planteados entonces conservan las mismas fisuras, otros se han agravado. Pero con el diagnóstico más claro (la situación del planeta es dramática), también se han producido aprendizajes y en el horizonte son percibidas algunas señales que invitan al optimismo. Estas evoluciones han sido analizadas en la jornada ‘De la Conferencia de Estocolmo de 1972 sobre medio ambiente hasta hoy’, organizada por Fundación Naturgy, junto al Capítulo Español del Club de Roma.

Hugo Morán, secretario de Estado de Medio Ambiente, apuntaba que, a diferencia de lo que ocurría en 1972, ahora los gobiernos deben responder con acuerdos de calado internacional a un movimiento social global que tiene muy claro que sin sostenibilidad no hay vida. “Es un salto cualitativo. Aunque no todos vamos al mismo ritmo, hemos avanzado en materia legislativa hasta colocarnos ante una forma distinta de entender el modelo de vida”.

Morán rechazaba un argumento cómodamente asentado en las últimas décadas: sin crecimiento no hay desarrollo. “No es cierto. El planeta tiene unos límites de crecimiento. Ello no implica que su desarrollo se frene. Debemos, eso sí, ser eficientes en el uso de los recursos para mantener el desarrollo en el tiempo, y entender que el proceso implica que todos hemos de internalizar el concepto de solidaridad global”.   

Europa, un líder verde

El responsable público celebraba el posicionamiento estratégico de Europa en la ardua tarea de afrontar estos retos. “El continente es tractor en avances de gestión ambiental a nivel planetario”. Hugo Morán añadía que España ha progresado “notablemente” hasta convertirse en un referente en materia de ambición ambiental, “tanto en la gestión del cambio climático como en protección de la biodiversidad”.  

Sin embargo, percibe que queda mucho trabajo por hacer y desatar nudos que ya fueron motivo de confrontación en la cita histórica de Estocolmo. “Estamos de acuerdo en que hay que dar un giro al modelo económico que ha sostenido al mundo en los últimos siglos. Pero, mientras nosotros aquí hablamos de la necesidad de actuar para mantener la calidad de vida, en otros lugares lo hacen para mantener la vida. Es una cuestión de supervivencia. Son dos estadios muy distantes. De ahí viene el origen de las dificultades para llegar a acuerdos globales desde el año 72”.

El desencuentro se aviva cuando las conferencias profundizan en los criterios y los límites de responsabilidad de cada uno con el medio ambiente global. Los países en vías de desarrollo abogan por establecer responsabilidades compartidas, pero diferenciadas. “Es un motivo de desencuentro. El problema es que los países partimos de situaciones muy distintas”, aseguraba Hugo Morán. “Después de ir a unas cuantas COP, la sensación que me queda es que, cuando el tiempo se acaba, el objetivo es más salvar la conferencia y el diálogo internacional que salvar el planeta”.

Entonces, ¿estamos a tiempo de cambiar la situación? Una de las claves es, a su juicio, legislar acorde a la gravedad del contexto, aunque no a cualquier precio. “Empresas y administraciones debemos sumarnos al cambio para que sea inclusivo. El salto llega cuando las normas son aceptadas socialmente y se cumplen. Solo así son efectivas. Si no, se tratará de un ejercicio vano condenado a la frustración”.

Incertidumbre y legislación

“Por fortuna” -añadía Morán- “España es un país donde la mayoría de los ciudadanos interioriza como reto principal la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad. Consideran, en abstracto, que es lo que debe hacerse. El problema es cuando pasamos a lo concreto y esos principios son traducidos a la acción local”. Hugo Morán aludía al “temor y la incertidumbre” que acarrea transitar a un nuevo modelo energético, limitar la actividad en el litoral español o un control más estricto sobre el uso de los recursos hídricos.

Todo ello es traducido en leyes, estrategias, reglamentos, planificaciones… “Nace así el debate entre territorios, colectivos, administraciones o empresas. Significa que debemos sacrificarnos para salvar el consenso; convencernos de que, o damos un paso cualitativo o a las generaciones venideras les dejaremos una factura más alta de lo que les correspondería pagar. Los que estamos aquí ahora hemos de asumir la cuota de responsabilidad que nos toca”.

Para navegar con el viento a favor, Hugo Morán recordaba la importancia del mensaje transmitido por las empresas a través de los medios de comunicación y la publicidad, junto a un sistema educativo donde cale la envergadura del desafío que tenemos por delante. “Necesitamos un cambio cultural porque la única salida es verde. No es fácil hacer ver estas cosas a una sociedad instalada durante décadas en un patrón que medía la calidad de vida en función de su capacidad de consumo”.

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