¿Cómo será el mundo energético tras la crisis provocada por el coronavirus? Iniciativas como ‘Energía Positiva +’, que publicamos hace unos días en Innovaspain, tratan de paliar sus efectos apoyando a startups para que luchen contra el COVID-19 e ideen nuevas iniciativas con las que instaurar un nuevo modelo energético. Pero las mismas empresas que apoyan a estas startups, como Iberdrola, también se plantean la misma pregunta. La solución: reactivación económica, tejido industrial y empleo en base a tecnologías renovables.
“Las renovables pueden convertirse en una de las palancas clave para reactivar la actividad económica y el empleo en tiempos marcados por el coronavirus y construir un nuevo modelo en torno a ‘principios verdes’”, indican. Y el ejemplo lo han puesto en su nuevo proyecto eólico: Puylobo, un parque ubicado en Zaragoza –entre los municipios de Borja y Mallén– que, con una inversión de 50 millones de euros, “abastecerá de energía limpia a una población equivalente a 20.000 hogares al año y evitará la emisión de 32.000 toneladas de CO2 al año”, aseguran. Más 120 profesionales están involucrados en su construcción.
De hecho, la pasada semana ya arribaron en Bilbao las 42 palas de los 14 aerogeneradores que formarán parte de Puylobo. 20.000 kilómetros recorridos por mar por el buque pesado Zhi Xian Zhi Xing, “La estrella hacia la Constitución”, que las ha llevado desde China hasta País Vasco. “La compañía recibía este componente, fabricado por Siemens Gamesa en China por razones de planificación, mientras completa la obra civil del parque eólico, apoyado en proveedores locales, y se fabrican el resto de elementos de los aerogeneradores –torres, nacelles/hubs, generadores, multiplicadora y trafos– en instalaciones de Asturias, Cantabria, Soria y Burgos”, explican en su nota.
Para Iberdrola, Puylobo representa un ejemplo porque este proyecto se suma al plan de inversión en renovables, que prevé la instalación de 3.000 megavatios hasta 2022. Asimismo, la compañía acelerará sus inversiones globales hasta los 10.000 millones en 2020 y ha adelantado pedidos a proveedores en el trimestre de la irrupción del coronavirus por valor de casi 4.000 millones de euros; 940 de ellos, a empresas en España.
Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, ya dejó claro en la Junta General de Accionistas de Iberdrola, celebrada a principios de mes, que seguirán “adelante desde el total convencimiento de que saldremos de esta situación y que, por tanto, las nuevas infraestructuras serán absolutamente necesarias”.
De hecho, según él, hay que reiterar “la disposición total de Iberdrola a ejercer su papel como empresa tractora tan pronto como salgamos de la coyuntura actual, momento en que la dinamización de la actividad económica y del empleo va a ser más necesaria que nunca. Esa actividad repercutirá también de forma muy notable en las arcas públicas, en beneficio de todos los ciudadanos de los países en los que estamos presentes”.
Galán aseguró en esa misma Junta que, desde los primeros momentos en los que la amenaza de la COVID-19 fue perceptible, “la empresa se puso en marcha con el objetivo de velar por la salud de nuestros empleados y la de nuestros contratistas; asegurando, con ello, que los ciudadanos puedan seguir recibiendo con total normalidad el suministro eléctrico, garantizando el empleo de todos nuestros trabajadores y haciendo todo lo que está en nuestra mano para evitar la destrucción de empleo de decenas de miles de personas que trabajan en las empresas de nuestros proveedores, manteniendo a la vez las máximas precauciones de seguridad y salud”.
A la reactivación económica y al tejido industrial, dos de las tres principales soluciones de Iberdrola, se le suma la creación de empleo en base a tecnologías renovables. Y, según Galán, “tras incorporar a 3.500 trabajadores en 2019, esperamos alcanzar en 2020 la cifra récord de 5.000 nuevas contrataciones”, aún en el año del coronavirus. “Superaremos así los 40.000 empleados en la compañía”, ha asegurado.
Cabe recordar que, según la propia Iberdrola, en total, han implantado 107 medidas a nivel global durante esta crisis, en la que más de un 90 por ciento de la plantilla de oficina se encuentra teletrabajando y en la que se ha reorganizado el trabajo de personal de exterior de las centrales y de las redes de transporte y distribución. “Este plan integral nos está permitiendo garantizar la continuidad del suministro eléctrico al conjunto de la población, reforzando a la vez con medios humanos y técnicos aquellas infraestructuras de especial sensibilidad, como hospitales o centros de salud”.