¿Cómo serán las casas en las que viviremos en 2030? Según la ONU, el 40 % de las áreas urbanas todavía no se habrán construido. En España, un cuarto de la población tendrá más de 65 años. El 40 % de esta misma, vivirá en 15 grandes ciudades de más de 300.000 habitantes. Para diez años después, se calcula que una de cada tres hogares estará formado por una sola persona. De forma global, si el planeta sigue a este ritmo, se alcanzará el crítico umbral de 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales; para satisfacer la demanda eléctrica en 2050, habrá que aumentar la producción en más del 50 %; y, si ese mismo año se llega a los 9.600 millones de personas, se necesitarán los recursos equivalentes a casi tres planetas para mantener el ritmo de vida actual.
Pero son solo suposiciones, estudios, teorías. Todavía no se sabe cómo serán realmente nuestras casas en 2030. Lo que sí está claro es que esas predicciones no deben cumplirse. Esta afirmación –y la consiguiente teorización para que no ocurra– es palabra de Ikea, que, junto al artista Luis Úrculo, ha realizado la exposición artística y conceptual ‘El Hogar del Mañana’, en la III edición de la Madrid Design Festival. En ella no solo se han propuesto ir más allá de las casas tradicionales, sino que también han pretendido hacerlo “en condición de producto cultural y divulgativo”. Además, la compañía ha querido mostrar sus innovaciones desde diseños promovidos por un cambio social. De hecho, la mayoría de proyectos presentados vienen de su laboratorio de investigación SPACE10 y la inmobiliaria Ikano Bostad.
Úrculo, bajo la asesoría de los arquitectos Inmaculada Maluenda y Enrique Encabo, ha aprovechado el Palacio de Santa Bárbara para dividir la exposición en dos partes. La primera parte, situada en la planta baja, ha estado protagonizada por los retos a los que se enfrenta la sociedad actual, algunos de ellos mencionados anteriormente. La segunda, en la primera planta, es donde han mostrado cómo serán las casas en 2030. Aunque hay que tener en cuenta que Ikea ha llevado a cabo un proceso de análisis dividido en tecnología, población y sostenibilidad, la realidad es indescifrable. De ahí que la planta baja propusiera preguntas y la primera intentara responderlas. Una planta baja sin luces, reflexiva; una primera planta luminosa, clarificadora. Ambas igual de hipotéticas.
La planta baja: preguntas en 2020
Y todo comienza con un libro. Luis Úrculo ha situado en la planta baja un enorme libro proyectado en las paredes con el objetivo de que los visitantes “repiensen los procesos de fabricación y producción energética para poder afrontar la rápida urbanización”. Para él, este tipo de recursos es “una representación poética de un gesto cotidiano como puede ser pasar una página, pero con la capacidad de transmitir los datos que se reflejan en la sala, utilizando deliberadamente la esquina de la estancia para simular la división entre dos páginas”.
El calentamiento global o la rápida urbanización han protagonizado la primera sala de la exposición. Pero Úrculo no solo ha querido avisar sobre los problemas derivados por estos dos retos. Según la información proporcionada por Ikea a Innovaspain, “cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en el mundo y solo el 9 % de los residuos de este material se ha reciclado. De hecho, si los patrones de consumo y de gestión de residuos continúan, en 2050 habrá 12.000 millones toneladas de basura de plástico”.
Por otro lado, la sala ha expuesto a los visitantes lo que puede convertirse en otro gran problema: la cuestión energética. La ONU advierte que el 13 % de la población mundial no tiene acceso a servicios básicos de electricidad. Y no parecer ir a mejor, ya que “para satisfacer la demanda de la población estimada para 2050, se espera que se necesite aumentar la producción actual de energía global en más del 50 %. La solución: energía solar. Según Ikea, la energía solar que en un año llega a la tierra firme “es igual a varios miles de veces el consumo total energético mundial actual”.
En cuanto a la sostenibilidad, Ikea y Úrculo han apostado por otra pregunta: “¿Qué comeremos?” La sala dedicada a esta cuestión ha contado con un campo de cultivo tradicional para que el visitante pudiera comprobar, a través de pequeñas pantallas que simulaban cultivos, que “tenemos que replantearnos el modo en que nos alimentamos y llevar estilos de vida más sostenibles”.
Desde Ikea afirman que el planeta “produce alimentos a un ritmo industrial, y de manera insostenible […] Es un sistema impulsado por enormes economías de escala, pero a un coste incalculable para el planeta”. Asimismo, según la ONU, "el sector de la alimentación representa alrededor del 30 % del consumo total de energía en el mundo y supone un 22 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero". Un hecho actual, no de 2030, es que los hogares ya se han convertido en un espacio esencial dentro del balance energético. Esto es, que el estilo de vida “está asociado a lo que consumimos y a lo que comemos”.
¿Cuál será nuestro estilo de vida? Posiblemente, un estilo solitario. La soledad impregnará a la mayoría de la sociedad en 2030. No es una afirmación de Ikea o de Luis Úrculo; nuevamente, la ONU advierte que los países más desarrollados están disfrutando de una mayor esperanza de vida, con su consiguiente envejecimiento. Los retos de la población han contado con otra sala, formada por otra proyección, esta vez, fotográfica. En ella se han sucedido imágenes con diferentes datos. Sin parar.
Si la soledad afectará a la mayoría de personas –las más avejentadas–, los jóvenes no podrán ni siquiera sufrirla. “Las personas viven cada vez más en las ciudades, al tiempo que las dificultades económicas para hacerse con una vivienda crecen progresivamente. Con el precio del alquiler alcanzando un nuevo récord, se reducen las opciones efectivas de una persona joven de ir a vivir en solitario. De media, el pago de la vivienda supone el 95,1 % de su sueldo neto y el 53 % de los jóvenes entre 25 y 29 años vive con sus padres o con alguno de ellos. Una situación que ha crecido 4,6 puntos en los cinco últimos años en España”, afirman desde Ikea.
Todas estas posibles preguntas –tecnología, energía, superpoblación, alimentación– han encontrado sus posibles respuestas con solo subir una escalera. Respuestas en forma de proyectos desarrollados por Ikea –“que ya están en marcha”, aseguran–, iniciativas que promueven unos hogares acordes a los retos que la sociedad debe superar. Casas del 2030.
La primera planta: respuestas en 2030
Mucho se ha escrito sobre la economía circular y el reciclaje. Úrculo e Ikea saben de su importancia, por ello el artista ha colocado en la sala dedicada a las respuestas sobre tecnología y energía unos soportes museográficos dedicados a la forma en la que se deben fabricar los productos. “Pasaremos del reciclaje al suprarreciclaje, es decir, a reimaginar usos de productos y materiales existentes y convertirlos en algo nuevo”, aseguran.
Para muestra, un botón: en esa misma sala se han mostrado elementos de la colección ‘Musselblomma’ –al que Innovaspain le dedicó un artículo–, un proyecto con acento español dirigido la una diseñadora Inma Bermúdez, que apuesta por el reciclaje de plásticos recogidos por hasta 1.500 pescadores en el mar Mediterráneo. Cabe decir que los tejidos, obtenidos de los plásticos, han sido creados en Alicante y Valencia, y son el primer paso de Ikea hacia la economía circular. Es más: desde el 1 de enero de este año, la compañía ha eliminado completamente todos sus productos de plástico de un solo uso.
Asimismo, en cuanto a la energía, las casas del 2030 deberán contar con sistemas solares fotovoltaicos. Este tipo de plataformas –“preparadas para despegar en los próximos cinco años”, subrayan desde Ikea–, permitirán que las casas sean “prosumidoras”: “El mercado de las renovables democratizará el acceso a la energía, con una mayor diversidad de fuentes, de los monopolios a sistemas descentralizados como el blockchain. El objetivo es una independencia progresiva: no solo gastaremos, sino que también seremos capaces de producir”, adivinan.
En la sala más grande de la primera planta , dedicada a la sostenibilidad, se ha incidido en la idea de la agricultura urbana. “Proporciona alimentos frescos, genera empleo, recicla residuos urbanos, crea cinturones verdes, y fortalece la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático. Los huertos pueden ser hasta 15 veces más productivos que las fincas rurales. Un espacio de apenas un metro cuadrado puede proporcionar 20 kilogramos de comida al año. Además, las familias que cultivan sus propias verduras y frutas incrementan su consumo en un 33 %”, afirman desde Ikea.
Así, Úrculo ha querido mostrar, en un jardín natural con plantas y “pájaros” sobrevolando la estancia, la “importancia que la naturaleza tiene en el futuro de nuestro planeta”. Según él, el autocultivo será de gran relevancia en las casas del 2030. Interiores, pero también espacios comunes exteriores y áreas urbanas se beneficiarán de esta práctica sostenible.
Entre los proyectos mostrados cabe destacar ‘The Growroom’, “un jardín para diferentes espacios y disponible en código abierto, lo que significa que los planos están a disposición de todos para que cada uno pueda construir o encargar a un fabricante su proyecto”; y, por opto lado, ‘La Jardinería Salvará el Mundo’, una iniciativa que tiene previsto “crear una serie de soluciones inteligentes para el cultivo en los hogares”. En definitiva, las casas del 2030 tendrán “ingredientes alternativos, innovaciones tecnológicas y territorios gastronómicos inexplorados”, explican.
La última sala, dedicada la población del futuro, ha contado con un enfoque holístico. Ikea considera casa “a toda el área residencial de los individuos: desde su barrio, y su vecindad, hasta servicios y espacios compartidos o soluciones concretas de interiorismo”. Así, los hogares se convertirán en un puntos de encuentro. Tanto Ikea como Úrculo aconsejan “deshacernos de las ideas convencionales de privacidad y asumir como un reto compartir nuestros espacios para obtener una mejor calidad de vida”.
Es por eso que esta sala ha contado con una mesa de cristal con diferentes piezas que representaba espacios públicos y privados. De este modo, los visitantes han podido realizar combinaciones en función de las estancias para mostrar qué estarían dispuestos a compartir o no. “Estancias que, por otra parte, pierden la identidad tradicional y fluyen en función de las actividades que allí se realizan”. Su justificación: “El alza continuada de los precios y la necesidad de seguir habitando en las grandes ciudades nos conduce a replantearnos nuestros modelos de convivencia […] Está claro que debemos repensar la construcción, la gestión y el ciclo de vida de nuestros edificios para que sean sostenibles, asequibles y socialmente iguales para las personas que desean vivir allí”.
Más personas, menor espacio. Ikea apuesta también por los espacios pequeños para el 2030 con muebles robotizados como ‘Rognan’ –de un diseñador también español, Hasier Larrea– para que quienes viven (o vivirán) en espacios pequeños no tengan que comprometer sus necesidades, sueños o comodidad para conseguir un espacio vital multifuncional. “Ocho metros cuadrados adicionales de espacio vital, utilizando la robótica para transformar el espacio de dormitorio a vestidor; de estudio a salón. Una solución ‘todo en uno’ que se activa a través de una sencilla interfaz táctil”, afirman.
En definitiva: hogares con autocultivos, más pequeñas, compartidas, con sistemas fotovoltaicos integrados y completamente sostenibles. Un futuro basado en datos actuales que puede parecer ambiguo. Los cambios que sucedan hasta entonces serán progresivos, por lo que la sociedad no se dará cuenta de inmediato: en estas casas del 2030 no habrá privacidad absoluta; sí coliving y huertos comunitarios. No habrá factura de luz individuales; sí facturas con un alto porcentaje de eficiencia energética. Habrá una población envejecida que vivirá sola. Y habrá casas compartidas con gente joven. Hay preguntas e Ikea ha propuesto sus respuestas.