Un mal diseño del sistema de contenedores puede empeorar el impacto sobre el medio ambiente de la recogida y el transporte de los residuos de una ciudad. Ésta es la principal conclusión de un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), quienes han estudiado el sistema seguido en la capital para, a partir de ahí, proponer una nueva metodología que se podría extrapolar a otras grandes ciudades. Este nuevo procedimiento permite ver las diferencias que hay entre las unidades administrativas en las que se divide un territorio, detectar anomalías y sugerir posibles soluciones para minimizar el impacto en el medioambiente de la recolección de basura urbana.
La gestión de residuos sólidos urbanos abarca su recogida, transporte y tratamiento. Y cada una de estas tres fases, han destacado los investigadores, genera una serie de impactos ambientales asociados al uso de bolsas para almacenar los residuos, a los contenedores instalados en la vía pública para su depósito o a los vehículos que transportan estos desechos. Así, analizando el ciclo de vida de cada etapa, han logrado medir de forma objetiva, sistémica y científica el impacto en el medio ambiente y en la salud humana del sistema de recogida de residuos urbanos que emplea una ciudad.
La principal novedad del trabajo reside en que, a diferencia de otros muchos estudios, que se centran en las etapas de transporte y de tratamiento final de residuos, éste también analiza el ciclo de vida en la fase de recogida. Además, también valora aspectos relacionados con la dotación, aportación o efectividad del sistema de contenerización que determinan el impacto ambiental.
Otro punto destacado, según la UPM, consiste en que la metodología diseñada “determina el impacto ambiental asociado con la contenerización para cada distrito, así como el agregado para el total de la ciudad”. Para ello, en una primera fase recopila parámetros demográficos, socio-económicos y de datos del sistema de recogida en el ámbito geográfico de estudio. Después analiza el ciclo de vida de cada tipo de contenedor empleado. Finalmente, y en función de los datos obtenidos en los dos pasos anteriores, agrega los resultados y extrae conclusiones.
Madrid, primera ciudad
Madrid es la primera ciudad donde se ha aplicado esta metodología. Ha servido para medir el impacto medioambiental asociado a los contenedores de todo el municipio y de cada uno de sus distritos y evaluar las diferencias entre ellos. También para establecer una correlación entre dicho impacto, la dotación de contenedores y la efectividad en la recogida. Tal y como ha explicado Javier Pérez, uno de los investigadores del estudio, los resultados obtenidos “indican que los contenedores instalados en Madrid generan un impacto en el cambio climático que asciende a 3.907 toneladas anuales de CO2 equivalente, lo que supone 1,22 kg por habitante al año”.