Cajamar, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación han presentado el informe ‘La contribución de la industria de alimentación y bebidas a la España Vaciada’, un estudio en el que se ha indicado la importancia de la presencia de la agroalimentación en el medio rural y cómo contribuye directamente a dinamizar estas zonas, así como su relación con otras industrias innovadoras.
Esta industria, en constante desarrollo y evolución, está presente en los municipios que acogen el 70,7% de la población de la España Vaciada lo que confirma al sector “como un agente imprescindible”.
Fernando Miranda, secretario general de Agricultura y Alimentación, ha afirmado que “siempre hablamos de manera involuntaria cómo el sector de la agroalimentación en general crea riqueza y empleo en el mundo rural y permite la fijación de población rural en el territorio para luchar contra el despoblamiento. Lo que sucede, y es algo palpable, es que en muchos territorios el único tejido de actividad es este. Una vez en ausencia de la agricultura, no queda ningún tipo de actividad, lo que crea un desequilibrio territorial muy grande y, precisamente, la presencia de la industria es, en valor añadido, mayor que el resto del territorio”.
“Más allá de la intuición, hay datos palpables. Te das cuenta de que la creación de una modernización de regadío lleva a que los agricultores de la zona, como en zona del páramo del León, que al renovar el regadío de una serie de sectores le da la posibilidad a los agricultores de que puedan diversificar los cultivos, que determinadas empresas vean la posibilidad de instalarse allí, promovidas por los propios agricultores para hacer la transformación de las nuevas cosechas”, ha indicado el secretario en el lanzamiento del estudio.
“De repente, uno se da cuenta de que los pueblos donde antes se iba la gente ahora empiezan a mantener la población e, incluso, a atraer empleos en la comunidad de regantes, en la central de confección de hortalizas, comercializador, transportes, servicios… En la microescala se nota y se agrega esas cifras para ver el papel que desempeña la industria de la agroalimentación en el medio rural”.
“La primera industria del país”
La agroalimentación no solo tiene un impacto directo e indirecto, como su aportación al PIB –10,6%, un porcentaje que se eleva al 16,2% en las zonas de la España Vaciada–, o que el 74% de las industrias de alimentos y bebidas están ubicadas en localidades de menos de 50.000 habitantes, lo que hace fijar población –concretamente, de las más de 30.000 empresas que componen la industria, el 15,6% se asienta en la España Vaciada–.
Es que esta actividad industrial ha propiciado el impulso de nuevas infraestructuras y servicios necesarios para su actividad, pero también para la dinamización de otros servicios e industrias. Por ejemplo: mejorar el alcance de infraestructuras en telecomunicaciones resulta imprescindible para impulsar la digitalización y reducir la brecha que limita la capacidad de desarrollo en estas zonas.
“La industria de la agroalimentación genera un impulso en el sector de las telecomunicaciones de 273 millones de euros en la España Vaciada. Del total de la actividad en telecomunicaciones que genera la industria, el 13,6% se localiza en estos municipios. O siendo también especialmente relevante la actividad turística ligada a la gastronomía: más de 100 millones del gasto turístico, así como el 9% de las pernoctaciones en el medio rural se relaciona directamente con el sector de alimentación y bebidas”, asegura.
En cuanto a la aportación de la agroalimentación a los ingresos públicos, de los más de 35.000 millones que la industria aporta a nivel nacional, un total de 5.876 millones de euros proceden de estas zonas despobladas la España Vaciada, lo cual arroja una media de 516.423 euros por municipio de la España Vaciada en los que está presente.
“Esta industria es la primera del país y esto hace que tengamos que darle la importancia que se merece. Cogiendo cifras de este estudio, tenemos un sector que induce a una actividad en términos de PIB del 10% y que nos permite tener unas exportaciones, en computo de año movil, por encima de los 55 mil millones de euros de valor en exportaciones, lo que nos da una balanza neta positiva de 20.000 millones de euros. Eso, en nuestro país, es un valor tremendo. Es dinero que cuando uno lo capilariza hacia atrás llega hacia el medio rural. Cuando exportamos vino, cítricos, aceite de oliva, el ingreso de esa exportación llega de una manera de otra a un pueblo, industria, cooperativa…”, ha analizado Miranda.