Executive Forum y Accenture han organizado en el Hotel Palace de Madrid el V Encuentro Accenture de A&D “Digital Smart Manufacturing” con las intervenciones de de Rosa García, presidenta de Siemens España y Julio Juan Prieto, managing director de Aerospace & Defence de Accenture. Aunque la industria aeroespacial española es la quinta del mundo, genera 50.000 puestos de trabajo y ya ha superado la fase 3.0, aún le falta un buen trecho para integrar los nuevos, irrenunciables y acelerados procesos
“La oportunidad está ahí”- apuntaba Prieto, “pero hay que coger la ola para revitalizar la industria”. Aunque el directivo reconoce que en España “partimos desde más atrás que otros países”, el mercado ligado a los sectores aeroespacial y de defensa envía señales positivas. “La aviación comercial está planificando un 40% más de entregas”, un porcentaje que también se incrementará, aunque de forma más modesta –alrededor del 5%-, en las industrias del satélite y la defensa.
El opinión del responsable de Accenture, uno de los retos de esta transformación no es aprender a usar la tecnología sino integrarla en los sistemas productivos, “procesos muy complejos, muy burocráticos, con las restricciones y protocolos de seguridad añadidos en espacio y defensa”, probables frenos para el rápido desarrollo de estas áreas. Cambios profundos que no pueden dejar en la cuneta el factor humano. “Los nuevos desarrollos tecnológicos deberían poner más el foco en las personas. Si en algo estamos fallando es en cómo alinear las inversiones y nuestra fuerza laboral con los resultados de negocio”- añadía Prieto, que ha señalado que, en la carrera de la digitalización, “y por mucho que algunas empresas se auto denominen nativas digitales”, nadie ganará por rebeldía o azar.
Una mirada realista al presente de la industria compartida por Rosa García. La presidenta de Siemens España considera que una economía equilibrada es aquella en la que la industria representa al menos un 20% del PIB. Un escenario que en España, “un país tremendamente ‘terciarizado’”, no se da porque el tamaño, en este caso, sí importa. “El 94% de las empresas industriales en España tienen menos de 10 empleados”, un dato que explica que su productividad sea un 34% menor al de sus competidores europeos. “Cuando una empresa es pequeña tiene más difícil acceso al crédito, lo que complica que invierta en I+D (…) Y aunque nos solemos quejar de la poca inversión del Gobierno en esta materia, conviene recordar que la administración invierte dos tercios del total, y un tercio corresponde al gasto de la empresa privada. Todos deberíamos hacer más para mejorarlo”- ha añadido García.
En su radiografía, la responsable de Siemens tiene detectados más problemas. “Todos quieren apostar por cambiar el modelo industrial pero lo hacen mirando hacia atrás; saben que la tecnología lo va alterar todo pero no saben cómo hacer los cambios”. Para salir de esa parálisis, y partiendo de la base de que ahora la sarten por el mango la tiene el cliente y no el capital, la salución pasa por innovar, pero por innovar rápido. “Ya vale de poco una buena idea si no la llevo de inmediato al mercado”. Eficacia, calidad y flexibilidad. “Los clientes ya no quieren café para todos, sino un producto personalizado. Es difícil ver dos coches iguales en una cadena de montaje”. El pegamento que da consistencia a todo esto, a la fábrica del futuro, es “ese hilo digital que pase por todas las áreas de producción, desde el prototipado a producto final”. Rosa García aboga por crear un gemelo digital de todo lo que se hace en una industria y destacaba que, en el caso concreto de Siemens, han digitalizado incluso la mecatrónica.
“El proceso de transformación digital ha de parecerse a cambiar el motor averiado de un avión en vuelo”- explicaba García, “hay que digitalizarse sin dejar de producir”. Y recomienda estar al día, “no tener miedo, viajar, conocer cómo hacen otros las cosas”. En el caso de España, la directiva defiende el papel clave de una educación que también debe ser 4.0, en la que los ingenieros aprendan a autoeducarse durante toda su carrera profesional o en la que se potencia la unión de algunas parejas como la universidad y la Formación Profesional con la empresa o el hardware y el software, “porque el software solo no hace nada”.
Preguntada por la teórica lejanía productiva de nuestra industria respecto a la alemana, García considera que no deberíamos ser peores que ellos. “Los ingenieros españoles son muy buenos, aunque en porcentaje son menos que hace unos años; el trabajador español tiene además otra característica muy positiva y es su flexibilidad”. El problema, insistía la presidenta de Siemens España, es de tamaño. “Podemos hacer como en Japón, y que muchas empresas pequeñas se unan para funcionar como una compañía grande”. “La industria española es muy buena en muchas cosas; tendemos a fustigarnos pero hemos de mirar adelante, coger el toro por los cuernos sin echar la vista atrás – ha concluido García.