Infinito Delicias redefine el concepto de centro cultural buscando “una innovación abierta y colaborativa” 

El barrio de Delicias, en Madrid, tendrá un edificio con 2.700 metros cuadrados dedicado a la alimentación sostenible, el arte ciudadano, el impacto social y la cultura. Su director, Francesco Cingolani, nos cuenta cómo nace este ambicioso y singular proyecto
Infinito Delicias
Proyecto del espacio Infinito Delicias, galardonado con el Gold Prize-Europe 2023 de los Holcim Awards al edificio más sostenible de Europa.

La idea de Infinito Delicias surge dentro de la Fundación Daniel y Nina Carasso, una organización que desde su inicio ha trabajado para fomentar el arte, la sostenibilidad y el impacto social. Francesco Cingolani, arquitecto con una década de experiencia en la creación de espacios híbridos y experimentales, se unió al proyecto hace dos años, atraído por la posibilidad de crear un espacio que fusionara la cultura, la innovación social y el emprendimiento.

Nos cuenta que el proceso de creación del proyecto ha sido largo, con cinco años de ideación, planificación y construcción; y destaca que lo más innovador ha sido su enfoque integrador: "En la arquitectura tradicional, se priorizan los elementos tangibles como los edificios y los materiales. En Infinito, la Fundación Carasso ha dado la misma importancia a lo intangible: la programación, las comunidades y los proyectos que se desarrollarán en este espacio".

Situado en la calle Juana Doña 5, abrirá en septiembre de 2025 con el objetivo de ser un espacio de colaboración, encuentro e incubación de proyectos culturales, sociales y empresariales de impacto positivo. “La comunidad es el centro de todo el proyecto”, explica Cingolani. Las personas podrán vivir (residencias de artistas), trabajar (coworking y salas de eventos), experimentar (cocinas y talleres) y conectar, generando nuevas iniciativas inspiradas por la diversidad de públicos que lo habitarán: ciudadanos, artistas y emprendedores, entre otros.

Una plataforma colaborativa en un barrio de contrastes

"Más que un centro que programa actividades, nos vemos como una plataforma que facilita una programación abierta y colaborativa". Para ello, su diseño combina un bloque vertical, perfecto para usos más reservados, como oficinas para organizaciones, empresas y residencias para artistas, y una nave industrial de dos plantas, donde desarrollarán actividades comunitarias y públicas: espectáculos, exposiciones, talleres, cursos de cocina y el restaurante. “Los espacios abiertos, como la plaza ciudadana y el restaurante, buscan generar un ambiente de conexión y colaboración tanto para los residentes como para los visitantes”.

Además, están trabajando estrechamente con empresas y fundaciones que ya han reservado su espacio de coworking, así como con asociaciones locales, para co-crear actividades y asegurar que sea un espacio de conexión y colaboración.

Francesco Cingolani, director de Infinito Delicias.

Galardonado con el Gold Prize-Europe 2023 de los Holcim Awards al edificio más sostenible de Europa

Los valores de sostenibilidad y circularidad confluyen también en Infinito Delicias. Se han utilizado materiales de bajo impacto y huella de carbono reducida, además de incorporar cubiertas vegetales, paneles fotovoltaicos y estrategias de ventilación natural para mejorar la eficiencia energética. También emplean geotermia, que permite recuperar desde la tierra el calor en invierno y la frescura en verano, optimizando el acondicionamiento del edificio de forma natural.

En cuanto a la circularidad, han trabajado en la catalogación y reutilización de materiales de demolición para darles una segunda vida en el mobiliario, como sillas y lámparas. “Esto no solo reduce residuos, sino que también supone un reto de diseño interesante, ya que necesitamos diseñar considerando estas condiciones de contorno”.

“Queremos demostrar que es posible crear espacios de impacto cultural que sean rentables”

Su modelo de negocio es innovador. Aunque la Fundación Daniel y Nina Carasso financia el 100% del proyecto, su objetivo es que tenga una identidad propia, con un modelo sostenible e independiente. “Es una pyme que debe alcanzar su propia sostenibilidad económica para devolver ese préstamo”. El equipo de la Fundación será habitante del espacio junto con otras organizaciones, ciudadanos, startups y empresas, fomentando nuevas sinergias y proyectos innovadores.

Para Cingolani, este enfoque busca demostrar que los proyectos con un fuerte impacto social y cultural también pueden ser económicamente viables, facilitando la replicabilidad de este modelo en otros contextos. “La Fundación sueña con que este modelo pueda replicarse, quizás, por otras fundaciones o empresas en España u otros países”.

La ubicación del proyecto en el barrio de Delicias, en Madrid, también tiene un valor simbólico. “Lo elegimos tras un estudio urbano y sociológico para identificar zonas donde nuestro proyecto tuviera sentido y respondiera a sus necesidades. Nos pareció un lugar estratégico por su diversidad multicultural y su carácter popular. Se respira ese aire de barrio, de tradición, pero a la vez se nota que está cambiando muy rápido. Anclarnos en este punto singular, entre tradición y futuro, nos ha parecido muy interesante”.

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