Durante los últimos cinco años, Samsung, junto al Ministerio de Educación y Formación Profesional y las comunidades autónomas, ha estado recogiendo datos sobre el impacto de la tecnología –como motor de aprendizaje– en las aulas españolas. Han sido alrededor de seis millones de euros los que se han invertido para que el proyecto Samsung Smart School, como lo bautizaron, enseñara a profesores y a alumnos a beneficiarse de las innovaciones del mundo en el ámbito educativo. La semana pasada, se presentaron los resultados. ¿Estará España al nivel de Finlandia –tal era la premisa–? ¿Cuáles han sido las conclusiones?
La primera respuesta es que, aunque no se encuentre al nivel educativo de Finlandia, “no tienen nada que envidiar”. Desde el 2014, cuando se inició el proyecto, se han sumado más de 600 profesores y se han beneficiado un total de 4.000 alumnos en 108 aulas de 34 centros educativos públicos. De este modo, para la elaboración del estudio concluyente (llamado Centros digitalmente competentes), se ha tomado una muestra de 662 alumnos de entre 10 y 12 años. Según el propio informe, esto lo convierte en pioneros, “ya que no existe en la literatura científica actual estudios similares con este alcance que aborden en profundidad el impacto de la tecnología en el desarrollo educativo”.
De ahí que Samsung haya querido, como ha declarado Celestino García, vicepresidente corporativo de Samsung, en el Museo Arqueológico Nacional, donde se ha presentado el informe, “poner a disposición de toda la comunidad educativa este estudio, el cual ha demostrado el impacto positivo que supone el uso de la tecnología en el rendimiento de los estudiantes. La tecnología es fundamental para transformar la sociedad”.
Como ha explicado Mar Camacho, doctora en Tecnología Educativa y responsable del estudio, los datos se han analizado a través de tres competencias: ‘comunicación lingüística’, ‘aprender a aprender’ y ‘digital’. “El proyecto Samsung Smart School quiere dar un paso adelante y mostrar una metodología que ya está dando resultados. La tecnología no solo está ayudando a los alumnos a desarrollarse en nuevas competencias, sino que, además, permite a los profesores optimizar su política docente”.
Así, según Camacho, “se ha comprobado que ha habido una clara mejora en las tres áreas: al cabo de dos años (desde el 2016 al 2018), la mejora de los alumnos ha aumentado un 13% en ‘competencia lingüística’, 14% en la competencia de ‘aprender a aprender’ y un 24% en la ‘competencia digital’, claramente la que más ha crecido”.
Además, los centros que forman parte del proyecto Samsung Smart School “han llevado a cabo importantes cambios en cuanto a la cultura digital de su centro”. Como por ejemplo: “la creación de aulas especiales destinadas a la realización de actividades para el aprendizaje en la era digital; el adiestramiento en los alumnos para buscar y seleccionar información en la red, así como a aumentar sus conocimientos sobre cómo preservar los derechos de autor y conocer los riesgos y amenazas que comporta el mundo virtual; y en definitiva, hacer un uso creativo de la tecnología ante los problemas”.
Camacho también ha explicado que, por otro lado, el proyecto ha servido para transformar los espacios a tres niveles (aula, centro educativo y comunidad). “Se ha perseguido un diseño flexible, donde se potencie la autonomía del alumno y se le anime a adentrarse en el campo de la investigación. Esta transformación ha conllevado un aumento de la motivación de los alumnos, que han formado parte de todo el proceso”.
Al final del evento, Alejandro Tiana, secretario de Estado de Educación y Formación Profesional, ha destacado el valor de este proyecto para “impulsar la reflexión de los docentes sobre su ejercicio profesional. Iniciativas innovadoras como Samsung Smart School dan respuesta a la necesidad fundamental de la administración educativa, que no es otra que la mejora de la calidad de la educación”.