Por Avelina Ruiz Vilar - Esta columna fue publicada originalmente en el blog Ciudades Sostenibles del BID.
El 18 y 19 de abril, se celebró en México el Segundo Foro Nacional de Adaptación al Cambio Climático cuyo principal objetivo es elevar este tema en la agenda pública del país. El Banco Interamericano de Desarrollo participó como co-organizador y además coordinó la sesión de sustentabilidad urbana donde participaron instituciones protagonistas en la definición y análisis del ordenamiento territorial, planeación del hábitat urbano, provisión de vivienda y conservación ambiental.
La discusión partió de dos premisas básicas: 1) la resiliencia climática se construye desde las sociedades y gobiernos locales que usan y administran el territorio; y 2) las inversiones, proyectos y políticas que hoy se realicen en las ciudades en buena medida definirán el nivel de riesgo y vulnerabilidad climática que tendrán en las siguientes décadas la mayoría de los activos físicos y población del mundo.
Dada la exposición y vulnerabilidad de México, los efectos del cambio climático varían entre regiones del país; localidades ubicadas en las cuencas hidrológicas del sureste están en alto riesgo de inundaciones, mientras que las ciudades del noroeste son vulnerables a sequía y las condiciones socioeconómicas son particulares de cada ciudad. Sin embargo, en el Foro se mencionaron elementos comunes.
En general, en los municipios mexicanos existe una desvinculación entre instrumentos de planeación y mapas de riesgo (cuando existen, porque sólo 15% de los municipios cuenta con Atlas de riesgo) y éstos no se utilizan como herramientas informativas para contener el crecimiento en zonas no aptas. Además, hay muy poca información actualizada a nivel local, no hay continuidad de planes y prevalece la falta de coordinación y visión de corto plazo. A esto se añade la escasez de recursos de los municipios y la ausencia de mecanismos de participación ciudadana en los ejercicios de planificación y elaboración del presupuesto.
Al mismo tiempo predominan tendencias de crecimiento urbano expansivo sobre zonas de alto valor ecológico, incluyendo zonas de recarga de agua, y no se aprovechan los vacíos urbanos en áreas centrales, equipadas y conectadas a través de proyectos que permiten construir comunidad y resiliencia entorno a áreas verdes. En Tapachula, Chiapas por ejemplo, a pesar de que el 30% de las viviendas del centro están desahabitadas hay más de 13,000 personas viviendo en zonas de riesgo y ambientalmente frágiles.
Martha Niño, directora de Sustentabilidad Urbana de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, nos explicó como el marco institucional que se ha ido construyendo en México a partir de la Ley General de Protección Civil, la Ley General de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano y los Lineamientos hacia la Sustentabilidad Urbana, van sentando bases para que las ciudades en México adopten una nueva visión de sostenibilidad urbana que supere los enfoques tradicionales, sectoriales y político-administrativos de gestión urbana; los viejos paradigmas que abordan lo rural y urbano como espacios desvinculados y; los actuales conflictos entre temas económicos, ambientales, de riesgos y equidad social que se manifiestan en la agenda urbana-municipal.
Esta nueva visión de sostenibilidad urbana y adaptación al cambio climático, se plasman en los instrumentos de planeación y gobernanza creados por el Instituto Metropolitano de Planeación del Área metropolitana de Guadalajara; la Estrategia de resiliencia de la ciudad de México; el programa de Cuencas y ciudades del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza; las herramientas de análisis territorial elaboradas tanto por el Centro Mario Molina como por IDOM bajo el Programa de ciudades emergentes y sostenibles del BID y los esquemas de financiamiento a la vivienda verde de Sociedad Hipotecaria Federal.