Se prevé que 2023 sea un año particularmente desafiante en el sector de la energía. Así lo estima IFS, empresa global de aplicaciones empresariales para la industria, con la que Innovaspain ha conversado sobre las nuevas tendencias que marcarán el año en innovación energética. Sostenibilidad, la nube y la inteligencia artificial protagonizarán un sector que, consecuencia de las tensiones geopolíticas y los coletazos de la pandemia, convive con una inestabilidad y preocupación sin precedentes.
«Las grandes empresas deben abordar la innovación energética con determinación. Aspectos como la sostenibilidad o las nuevas tecnologías han venido para quedarse», explica a este periódico Gonzalo Valle, presales manager de IFS, aunque recuerda que para que estas innovaciones no se queden en «una simple moda» las grandes compañías «tienen que servir de inspiración para las pequeñas».
La guerra de Ucrania ha dado lugar a un récord de subida en los precios de la energía, volatilidad inesperada y ausencia de seguridad en esta área, de ahí que para IFS solucionar estos ámbitos vaya a ser una prioridad para las empresas energéticas. Por ejemplo, la adopción de la metodología ESG –Environmental, Social y Governance, traducido al español como ambiental, social y gobernabilidad– se duplicará entre las pymes hasta alcanzar la paridad en las empresas de todos los tamaños. Para ello la infraestructura heredada y los datos en silos no son suficientes. En cambio, las tecnologías deben integrarse a la perfección para obtener una única versión de la verdad.
Para que esto se pueda llevar a cabo, Valle señala que «es imperativo un fuerte liderazgo, que garantice que el proyecto se priorice y se ejecute en consecuencia y un equipo dedicado al proyecto, dotado de los sistemas necesarios para garantizar el seguimiento del progreso y el logro de los objetivos». A su juicio, los grandes avances dentro de la industria suceden cuando el apoyo a las iniciativas ESG comienza en la parte superior, con el 70 % de las empresas de servicios públicos clasificando a su director general como el principal responsable de la toma de decisiones.
Por otro lado, IFS estima que la industria acelerará los esfuerzos para que cada organización logre cero emisiones netas de carbono para 2050. «La presión de la sociedad y de los clientes es cada vez mayor en cuanto a la sostenibilidad. Nos hemos vuelto más respetuosos con el planeta y hay mayor concienciación, especialmente en la sociedad occidental. Aunque China ha sabido incluirse bien en esta tendencia», analiza responsable.
La nube, el gran aliado invisible
En 2023 se verá un aumento del 40% en el número de organizaciones que adquieren funciones a proveedores en la nube. En 2030, ya serán el 60%. Los desafíos más complejos aceleran la adopción de la nube. En particular, el uso cada vez mayor de proveedores en la nube para respaldar las funciones centrales de TI en lugar de administrar estas actividades internamente. Un buen ejemplo de ello es la seguridad.
Dado que muchas organizaciones carecen de los recursos y el presupuesto para fortalecer adecuadamente los sistemas, monitorear la infraestructura y resistir ataques cada vez más sofisticados, tiene sentido externalizar esta función a un proveedor de la nube. El modelo brinda a las empresas de energía, servicios públicos y recursos acceso a tecnologías de vanguardia que aseguren adecuadamente sus operaciones.
«La gente no es consciente de la gran presencia que tiene la nube en nuestras vidas. Rara es la empresa que tiene su propio servidor de correo, casi todos están en la nube (Microsoft, google…)», afirma Valle, que reconoce que la seguridad es otro gran reto para el futuro de la energía. Dada la escasez global de habilidades, encontrar y contratar trabajadores cualificados es cada vez más difícil. Al subcontratar las funciones de TI a los proveedores de la nube, las empresas tienen acceso a la infraestructura de seguridad y la tecnología contemporánea respaldada por trabajadores especializados sin necesidad de contratar o formar ellos mismos.
IA, en el centro de la transformación digital
Dentro de la industria de energía y utilities, los datos son creados y consumidos por una variedad de tecnologías. Junto con las aplicaciones estándar, como la gestión de activos, la programación, el envío y otras soluciones, las nuevas innovaciones, como los Sistemas de información geográfica (GIS), Internet de las Cosas, Detección y rango de luz (LiDAR), y muchas otras, se están agregando a los almacenes de datos a un ritmo cada vez mayor.
A medida que aumentan las cargas de datos, también aumenta nuestra dependencia de la inteligencia artificial (IA) y el machine learning. Especialmente porque las tasas de precisión mejoran año tras año. Hoy en día, una tasa de precisión de machine learning, entre el 70 % y el 90%, se considera realista. Dado que los algoritmos aprenden y se refinan rápidamente con el tiempo, una vez que se implementa machine learning, las tasas mejoran rápidamente hasta que cumplen o superan los estándares previos a la implementación y el sistema puede ejecutarse con una supervisión mínima.
Así, a medida que el calentamiento global continúa causando estragos, la dependencia de la industria en estas dos tecnologías solo crecerá. Los casos de uso recientes incluyen la predicción de fallos; procesamiento de imágenes para el mantenimiento de cables, torres y otros activos; conocimientos de eficiencia energética para uso de los clientes finales; recuperación de desastres; gestión de la demanda de energía; y gestión de infraestructuras.
«Con tal variedad de escenarios en el campo, la programación dinámica es imperativa, lo que permite a las organizaciones optimizar la eficiencia de la fuerza laboral al tiempo que garantiza que el servicio al cliente se mantenga y mejore. La IA y el ML integrados se han convertido en apuestas en la mesa cuando se invierte en nuevas tecnologías. En 2023, veremos una demanda cada vez mayor de estas capacidades», concluye Valle.