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Innovación y ética en el liderazgo

Todos esperamos de los líderes una profunda cercanía al comportamiento ético y su capacidad de innovar, que no es otra cosa que adecuar la empresa y personas que la forman al momento en que se vive
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En memoria de Eduardo Moreno. Economista de educación, dibujó una brillante carrera profesional en la gestión de empresas del sector privado y público y en diversos sectores tales como la industria, las tecnologías TIC, el transporte y los servicios. En lo personal, un gran amigo; gran lector, fino humor y con ganas de seguir aprendiendo. Considerado y empático. Dialogante. En sus últimas semanas puso en marcha, en compañía de algunos de sus amigos, el Foro Libertades y Sociedad Civil para destacar los valores de la democracia parlamentaria que refleja la Constitución. Un líder.  

Desde hace unos años, la literatura sobre liderazgo ha tenido un crecimiento exponencial. Estas eclosiones surgen cuando la sociedad echa de menos imágenes que encarnan ese concepto porque, queramos o no, son esas figuras las que aceleran los cambios y ordenan la sociedad para ajustarse a los nuevos paradigmas que nacen y se desarrollan.

Recientemente, hace aproximadamente seis meses, Boston Consulting Group (BCG) realizó un estudio en Francia, España, Reino Unido y Alemania entre 4.000 profesionales, con el objetivo de entender cuáles eran las características más valoradas en los líderes actuales. 

El estudio reveló que la consideración, la empatía y la escucha son las cualidades más apreciadas en un buen líder citadas por todos los encuestados, independientemente de la nacionalidad o edad; es decir, es una figura universal que no entiende de fronteras, diferencias sociales o sistemas educativos. 

La respuesta no deja de ser curiosa porque apunta a cuestiones muy ligadas a la persona, más allá de su posible talento o habilidades relacionadas con su profesión. Es decir, los líderes son considerados por su compromiso con su entorno, la cercanía y la capacidad de aprender. Por mi experiencia en el mundo de la sociología aplicada, las respuestas responden a las necesidades. Es decir, echamos de menos a personas que, además de su talento y habilidades, tienen esas cualidades que señalan los profesionales encuestados.  

Además del conocimiento, creo que puede afirmarse que todos esperamos de los líderes una profunda cercanía al comportamiento ético y su capacidad de innovar, que no es otra cosa que adecuar la empresa y personas que la forman al momento en que se vive. El concepto de ética responde a un conjunto de valores y el de innovación a un conjunto de actitudes y aptitudes para solucionar los problemas, aprender de los que saben (nadie sabe de todo), aprender y motivar al resto para que aprendan, reconocer que al futuro nos lleva el reconocimiento de los errores. Y, por supuesto, el espíritu de mejora y evolución continua, que obliga al esfuerzo, a la investigación y concluir que el éxito no dura siempre. 

Por todo esto no es fácil encontrarlos. Y por eso, cuando falta alguno, nos hace reflexionar sobre la persona y el profesional perdido. En el caso del profesional hay que sustituirlo y hay procesos para ello; en lo personal, es más complicado. Un amigo es imposible de sustituir, queda el recuerdo y las enseñanzas. Los líderes aprenden y enseñan. Da igual la edad. Y a eso se le llama experiencia.

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