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El reto de la innovación social en España

Ana Bella (a la izquierda del todo), junto a algunas compañeras de su fundación.

Pamplona. “Durante 11 años fui maltratada por mi pareja. Un día me di cuenta de que no podía seguir muriendo en vida”. Estas desgarradoras palabras son de Ana Bella, quien se define como superviviente y emprendedora social y que en el marco de la segunda edición de Innovaction Week ha compartido cómo consiguió salir de una espiral que, como otras mujeres, se vio envuelta. Fundadora de la Fundación Ana Bella desde 2006, ayuda a alrededor de 1400 mujeres al año a romper el silencio y comenzar una vida feliz como mujeres empoderadas.

“Mi objetivo es que todas las mujeres puedan recuperar su vida después de una experiencia tan dramática”. Con el apoyo de Ashoka -asociación que quiere impulsar un nuevo paradigma en la educación que permita que niños, niñas y jóvenes tomen conciencia y experimenten su capacidad para producir cambios positivos en el entorno y promueva competencias como la empatía, el trabajo en equipo, el liderazgo compartido o la creatividad-, Bella tiene acuerdos de cocreación con empresas a las que ofrece un servicio de Embajadoras de Marca para aportar una solución social a una necesidad de negocio, contribuyendo al desarrollo económico y social de las empresas y al empoderamiento de mujeres supervivientes de violencia de género como valerosas agentes de cambio social.

“Para llegar a ser un emprendedor social hacen falta muchas capacidades, no solo voluntad”, ha comentado su compañero y director de Ashoka España, David Martín, que ha dedicado toda su vida profesional a trabajar para la educación y el empoderamiento juvenil. “El emprendimiento social triunfa cuando las soluciones crecen más que los problemas”, ha destacado.

Marc Simón es desde septiembre de 2014, director corporativo del Área Social de Fundación Bancaria “la Caixa”, cuyo programa La Obra Social es todo un ejemplo de emprendimiento social en España. La integración de personas en exclusión social es la base del programa, cuyo objetivo es “convertir las cifras negativas en historias de éxito”. Para ello, la entidad combina las actuales necesidades del tejido social y empresarial, y transmitimos a las compañías el valor que tiene emplear a colectivos desfavorecidos. “Estamos ante un nuevo reto” ha reconocido Martín, que reconoce que “aún hay muchos retos pendientes que la sociedad no está sabiendo resolver”.

Sastre de profesión y psicólogo, Cristóbal Colón es fundador de la cooperativa La Fageda, una fábrica de yogures y otros productos lácteos, ubicada en La Garrotxa, en la provincia de Gerona. No le duelen prendas en afirmar que “nosotros hacemos los mejores yogures del mundo”. Realidad o mito, lo cierto es que con un 56% de su plantilla formada por personas con discapacidad mental, es la tercera empresa de productos lácteos más importante de la comarca y factura 11,5 millones de euros al año. Su idea de montar una empresa surgió cuando trabajaba en un centro de salud mental y se encontró con la dificultad que tenían las personas con enfermedades mentales para conseguir una oportunidad de trabajo en el mercado ordinario. Fue entonces cuando, en el año 1982, decidió crear su propia empresa para generar tales oportunidades.

Dentro del ámbito sanitario en la innovación social, también ha tenido protagonismo la doctora Pilar Mateo, ha centrado su actividad profesional en el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías para erradicar enfermedades mortales que se extienden debido a la pobreza. «Hay que pasar a la acción, apoyar a la gente que quiere aportar nuevas soluciones sociales». Mateo ha llevado a cabo varios proyectos sociales para mejorar la calidad de vida de las zonas más vulnerables del mundo, como África. Perteneciente a las 100 primeras mujeres científicas más prestigiosas del Mundo, ha criticado la soledad a la que se enfrentan los emprendedores, por parte de inversores y administraciones públicas. «Los emprendedores tienen que arriesgar porque nadie te presta nada».