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INNOVACIÓN Y RECUPERACIÓN ECONÓMICA

Es predecible que en los dos meses que restan para celebrar las elecciones generales del 20 de diciembre oigamos hablar de la innovación como motor de la economía. Incluso este es el tema que la Cátedra UAM-Accenture ha elegido, muy oportunamente, para concurrir a unos premios de investigación que no defraudan. Hablamos repetidamente de los entregados este año y por el tema, tendremos que hablar de esta convocatoria.

Por su parte, Fundación Cotec ha anunciado un debate con los diferentes partidos políticos que concurren a las citadas elecciones y, suponemos, habrá medios de comunicación que se interesen por lo que han preparado los partidos sobre el tema de la innovación que, sin duda, va a ser uno de los denominados ejes sobre los que giren las campañas.

Las investigaciones que se anuncian seguro que darán luz sobre un tema que siempre es controvertido, máxime cuando parece que habría que revisar las cifras oficiales que, por clásicas, sospechamos que no recogen todo lo que hace falta para apuntar el estado de la cuestión en este aspecto. Los datos, ya los hemos dicho también en diferentes ocasiones, no son buenos si tenemos en cuenta algunos factores esenciales como, por ejemplo, el número de empresas que innovan. Esos datos, que son de 2013, nos dan pistas, al igual que el número de patentes registradas, pero no explican exactamente si la innovación ha tenido algo que ver con la recuperación  económica que, evidente, se ha producido en los últimos meses.

Hay factores, como el incremento del turismo, el aumento del consumo interno, el descenso de los precios del petróleo, el aumento de las exportaciones o el aumento de actividad en la construcción que, evidentemente, explican una evolución positiva de la economía pero seguimos sin saber cómo ha participado la innovación. No es cuestión de pensar por las buenas que en todo hemos innovado, pero algo le tocará.

Desde el año 2.007, fecha en que se manifiesta la crisis, el ambiente ha cambiado y si analizamos cualquier cosa relacionada con algunos de los factores citados encontramos un esfuerzo importante en la empresa y en los individuos por apuntarse a la mejora, esa actitud que muchas veces deriva en innovación. Por ejemplo, en estos años hemos vivido el boom de la gastronomía española, un fenómeno sin precedentes que, sin duda, ha ayudado a tener un mayor número de turistas extranjeros, facilitado el movimiento interno y a comprender que en algo tan básico como es la cocina, puede innovarse y, además, lo hemos hecho.

Que decir de las exportaciones. Solo el hecho de atreverse a vender fuera ha sido una innovación, sobre todo mental. De acuerdo que muchos han sido empujados por la crisis pero eso les ha puesto, me refiero a los empresarios, en “modo innovador”. Difícil será que renuncien a esos mercados descubiertos.

Pero pasa en la alimentación, en la industria en general, en la agricultura y en los servicios, muchos de ellos recalcitrantes al cambio. En el Anuario de la Innovación en España 2015 que hemos publicado sorprenden los ejemplos que hay y la variedad de sectores que abarcan. Y es eso lo que no está recogido en su totalidad en los datos oficiales. La Universidad está ayudando. Todos los días descubres nuevas actividades y también nuevas evidencias de que si fueran instituciones más ágiles, el potencial se multiplicaría. Aprovechemos el tirón dialéctico de las próximas semanas para potenciar el ambiente creado y no crear burbujas que pasadas las elecciones se pinchan y disuelven como los azucarillos. Y esperemos a ver que dicen los investigadores sobre el efecto de la innovación en la recuperación económica porque lo que es seguro es que afecta a la economía y de eso dan fe los países que andan por delante de España en los rankings.

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