Comienza a ser carne de mito. Aquello de que las máquinas sustituirán a los humanos y robarán sus trabajos está más alejado de la realidad de lo que muchos piensan. Es un hecho que la inteligencia artificial ha emergido como una poderosa herramienta que está transformando profundamente la sociedad. A veces, quizá, demasiado rápido y no siempre desde las manos correctas. Aun así, algunos de los países con más robots automatizados per cápita del mundo, como Japón, Corea del Sur o Alemania, tienen las menores tasas de desempleo.
Lo desvela un reciente informe elaborado por EAE Business School –Inteligencia Artificial: potencial y desafíos de una tecnología transformadora–, en el que analiza las tendencias en un sector que ya es fundamental para ámbitos desde la atención médica, la educación, la cultura y el arte, hasta la seguridad y los negocios. Pau Sabaté, Alex Gómez y Aleix Ruiz de Villa son los autores del estudio. Los tres coinciden en que "ahora más que nunca es prioritario analizar cómo la inteligencia artificial afecta al día a día de las personas, qué riesgos conlleva y cómo se podría articular un ecosistema sostenible para su buen uso y desarrollo".
En este sentido, uno de los temas que más preocupan es la posible pérdida de puestos de trabajo. "El problema no está en que se pierdan esos puestos de trabajo, sino en crear un entorno óptimo para que se generen otros nuevos", indican los autores. De hecho, ante lo que los investigadores denominan como "una visión dramática de la inteligencia artificial", argumentan que "los países que destacan como mayores productores de la industria automovilística –los mencionados Japón, Alemania y Corea del Sur– tienen altísimos índices de automatización, robótica e inteligencia artificial; por el contrario, el país con menos robots per cápita de Europa, Grecia, tiene la tasa de desempleo más alta de toda la zona euro".
Otro de los temas más preocupantes, según señala el informe de EAE, son las posibles desigualdades y malos usos que puede generar la inteligencia artificial. "Debemos ser capaces de direccionar la IA hacia el cumplimiento de su propósito, maximizando las oportunidades que nos propone y minimizando los riesgos que conlleva", dicen los autores.
El informe también plantea que otro elemento clave a valorar a la hora de trabajar con la inteligencia artificial es que "aún estamos muy lejos" de construir algo que tenga inteligencia, ya que la IA es un sistema que simula tener un conocimiento pero que en realidad no entiende nada. El matemático Alan Turing (1912- 1954), representado en la película 'Descifrando Enigma' (2014), se preguntó en 1950 si las máquinas pueden pensar. Lo cierto es que 73 años después todavía no se puede responder afirmativamente a esta pregunta. Aun así, la evolución de la IA dependerá de lo que la innovación sea capaz de aportarla.
"El objetivo de la innovación es mejorar el mundo y la inteligencia artificial es innovación en su máxima expresión", ratifican los autores del estudio, aunque aconsejan: "Debemos direccionarla hacia el cumplimiento de su propósito, maximizando las oportunidades que nos propone y minimizando los riesgos que conlleva".